En el habla familiar de nuestro castellano es cada vez menos frecuente el uso de esta voz con el sentido de 'presunción, altivez fundada (real o falsamente) en el linaje'; lo mismo sucede con el derivado pantorrilludo 'fatuo que presume de aristócrata'. Su origen es anterior al siglo XIX; se debe a que el petimetre dieciochesco, de calzón corto, cubría con lujosa media de seda sus pantorrillas (si no eran torneadas, recurría al relleno de las pantorrilleras) y cifraba en ellas la mitad de su orgullo y su elegancia.