Los resultados de las elecciones del domingo son para deprimirse. Nueve de los presidentes regionales elegidos o de los candidatos que competirán por la presidencia de su región en segunda vuelta enfrentan serias acusaciones de corrupción y de otros delitos. Dos de ellos –Kléver Meléndez y Gregorio Santos– incluso se encuentran detenidos en prisión. Y –dependiendo del conteo final de votos– podrían llegar a cinco los candidatos radicales antiinversión que triunfaron o que pasaron a segunda vuelta.
Dejo algunas reflexiones variadas sobre estos resultados.
1. Para los electores todos los candidatos son delincuentes: Por eso no tienen problemas en votar por personas que enfrentan acusaciones tan graves y por eso el “roba pero hace obra” funciona. Y esto no es ninguna novedad: García fue elegido presidente a pesar de las acusaciones de corrupción no esclarecidas durante su primer gobierno y Humala llegó a la presidencia aunque existían evidencias de que él era el temible ‘Capitán Carlos’. Esta presunción le abre las puertas de la política a cualquier bribón y desalienta de ingresar en ella a las personas decentes.
2. La amenaza antisistema aumenta: En esta elección se ha incrementado el número de candidatos exitosos vinculados a movimientos antiinversión, a mafias corruptas y al narcotráfico. Esto no solo es malo en sí mismo, sino que es muy preocupante de cara a las elecciones presidenciales, pues evidencia la enorme cantidad de peruanos que prefiere votar por un salto al vacío. Si los partidos que creen en la democracia y en una economía abierta nuevamente se reparten el voto sensato, los electores que votan por un antisistema pueden volver a colocar a un radical en segunda vuelta.
3. Sin reforma política no somos viables: Los partidos nacionales que defienden cierta institucionalidad son casi irrelevantes y no tienen arraigo local, como demuestra su casi desaparición del mapa regional. Si no logramos cambios en el sistema electoral que creen incentivos para que se fortalezcan, no habrá quien defienda el sistema democrático y la economía libre. Lamentablemente, la mayoría de congresistas vive del statu quo y no está interesada en impulsar ningún cambio en este sentido.
4. El nacionalismo es un fracaso: Como ayer me dijo Javier Torres en “Rumbo Económico”, en ningún país el partido oficialista no presenta candidatos a las elecciones regionales, pero en el Perú el nacionalismo deja que sus adversarios le ganen por ‘walkover’. Esto es solo una muestra de su absoluta incompetencia como organización política y su tremenda incapacidad para enfrentarse a quienes quieren tumbarse el modelo democrático y económico que dice querer defender. Tenemos, lamentablemente, un Estado descabezado.
5. ‘La nueva izquierda’ es un viejo cuento: Los movimientos de izquierda que se presentan hace unos años como una propuesta progresista renovada son los que lucharon por legitimar a Gregorio Santos y a su banda de radicales. Acuérdense que incluso Ciudadanos por el Cambio, Susana Villarán y compañía no tuvieron problema en aliarse con ellos y ni siquiera ahora –que están hasta el cuello con acusaciones de corrupción– terminan de deslindar de estos movimientos. La cabra tira al monte. La izquierda peruana siempre termina cobijando opciones antidemocráticas. Si en las presidenciales termina siendo elegido un nuevo antisistema que haga que retrocedamos todo lo que hemos avanzado en estas décadas, habrá que agradecérselo principalmente a los izquierdistas de toda la vida.
Quizá mi diagnóstico sea pesimista. Pero por ahí dicen que un pesimista no es más que un optimista bien informado.