Más de forma que de fondo, por Óscar Vidarte
Más de forma que de fondo, por Óscar Vidarte
Óscar Vidarte A.

¿Estamos frente a un cambio en la postura del Estado Peruano frente a la crítica situación política y económica que vive el país caribeño? ¿El hecho de que Pedro Pablo Kuczynski, a diferencia de Ollanta Humala, haya recibido al principal líder de la oposición venezolana, Henrique Capriles, refleja un mayor compromiso del Perú por tener una posición más clara en defensa de la democracia en un país de la región?

Cabe señalar que más allá de la importancia simbólica de este encuentro, el contexto actual es mucho más favorable para asumir una actitud activa frente a esta problemática. Digamos que durante el gobierno nacionalista, la política exterior del país giró en torno al proceso con Chile ante La Haya. Esto supuso en su momento, por ejemplo en abril del 2013, tener que aceptar una declaración de Unasur que podía ser mucho más crítica, frente a lo que significaba para el Perú no afectar su presencia en un organismo internacional que podía ser clave en caso Chile incumpla un futuro fallo relativo al diferendo marítimo. Incluso Colombia ha mostrado bastante pasividad producto del papel que tiene Venezuela en las negociaciones con las FARC. En un momento de grandes cambios políticos en la región, donde los principales gobiernos cercanos al régimen venezolano están dejando el poder, además de una clara pérdida de influencia de Venezuela, el Perú encuentra un escenario más favorable para asumir otro rol. 

No obstante, dentro del ámbito de la OEA, el gobierno del Perú bajo el mandato de Humala  no mostró ser un aliado de Venezuela, votando muchas veces en contra de sus intereses. De esta forma, el 2014 nuestro país propuso una iniciativa para hacer frente a la situación de violencia en dicho país, pero esta fue rechazada, siendo considerada por Venezuela como intervencionista. El mismo año, el Perú votó a favor del carácter público de una sesión sobre el caso venezolano ante el Consejo Permanente de la OEA, perdiendo nuevamente la votación. Asimismo, frente al problema acaecido en la frontera entre Colombia y Venezuela a mediados del 2015, el Perú votó a favor del pedido colombiano para convocar una reunión de cancilleres, pero este no prosperó.

En otras palabras, estamos frente a un cambio más de forma que de fondo. El Perú va a mantener la misma posición crítica, pero ahora con un liderazgo más comprometido. Aunque es preciso afirmar que esta nueva orientación no implica dejar de lado el respeto al principio de no injerencia en asuntos internos –aspecto que ha sido recalcado por el presidente Kuczynski– ni asumir una defensa cerrada de la oposición venezolana apartando al país del trabajo que viene desarrollando la Unasur y la OEA en favor del diálogo.

Finalmente, si bien al presidente de la República le corresponde “dirigir la política exterior y las relaciones internacionales”, contar con un Congreso favorable a apoyar esta causa –incluso a pesar de excederse al señalar la existencia de una “retrógrada política económica” o del respaldo de un partido que para muchos no se ha caracterizado por la defensa de la democracia ni de los derechos humanos en el Perú–, complementa el nuevo rumbo que parece estar tomando la política exterior peruana frente a un tema de tanto debate en nuestro continente.