Si hay un hilo del que pende la economía peruana, ese es el precio del cobre. Por supuesto que esta es una sobresimplificación, pero no está muy lejos de la verdad. En periodos de altos precios de este metal, aumentan los impuestos que recauda el Estado y, por lo tanto, se puede gastar más. También suele bajar el tipo de cambio por el mayor ingreso de divisas, ya que los envíos de cobre representan más del 30% de todo lo que exportamos. Es un viento que sopla a favor de nuestra economía.
Eso es, claro, en teoría. En la segunda mitad del 2021, el gobierno de Pedro Castillo demostró que era capaz de generar tal incertidumbre entre los inversionistas, que la salida de capitales del país y las expectativas pesimistas sobre el futuro de la economía peruana neutralizaron el alza del precio del cobre de casi 23% ese año. El tipo de cambio, en lugar de bajar, se disparó al alza y superó los S/4,10. Genera vértigo imaginar qué hubiera pasado si los precios del cobre no hubieran estado al alza.
La situación cambió este año. En los primeros cinco meses del 2022, con la resignación desplazando parcialmente al nerviosismo y las expectativas empresariales recuperándose ligeramente, los máximos históricos del cobre se empezaron a notar. A fines de mayo, el tipo de cambio llegó a situarse a menos de S/3,70. Esto, pese a la incapacidad del Gobierno para impulsar la inversión privada y para siquiera asegurar que las minas de cobre como Las Bambas y Cuajone pudieran operar sin interrupciones.
Pero la suerte no dura para siempre. Las dudas sobre el futuro de la economía china han hecho que el precio del cobre borre todas las alzas del 2021 y se desplome a US$3,50 la libra, 30% por debajo de su nivel récord de US$4,90 en marzo.
Esto sorprende al país en el peor momento. La última encuesta del Banco Central de Reserva (BCR) muestra que las expectativas de los empresarios sobre la economía peruana están en el nivel más pesimista desde mayo del 2020. Además, la alta inflación ha llevado al BCR a elevar su tasa de interés al 6% –lo cual encarece el financiamiento de proyectos de inversión– y está generando altas demandas de gasto por parte del gobierno, como el bono alimentario.
En este contexto, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) le ha pedido al Congreso aumentar el presupuesto para este año en S/7.246 millones y se están aprobando aumentos salariales en el Estado. El problema es que los planes del MEF para este año, que incluyen cuánto dinero se va a recaudar y cuánto se puede gastar, se han hecho en base a proyecciones del cobre por encima de los US$3,90 la libra en promedio y este crédito suplementario se ha solicitado calculando que en promedio estará en US$4,20 la libra.
El riesgo es que ese escenario no se cumpla y nos enfrentemos a un periodo, que no se sabe cuánto durará, de terribles vientos en contra para la economía peruana. Ojalá pronto podamos escuchar al ministro Óscar Graham explicar cómo nos estamos preparando para enfrentar esta tormenta.