Mientras andábamos todos muy ocupados tratando de averiguar si a Martín Belaunde Lossio lo había dejado escapar Bolivia o lo habían raptado unos extraterrestres; en la Comisión de Justicia del Congreso de la República se votaba en contra de una ley difícil, polémica, pero necesaria: la despenalización del aborto en casos de violación.
Lo que esta iniciativa legal buscaba es que una mujer que ha sido sometida a un acto denigrante como una violación sexual y resulte embarazada sea capaz de decidir interrumpir su embarazo, sin que eso constituya un delito. Sea capaz de manejar las consecuencias de esa brutal experiencia como su conciencia y su alma decidan, sin ser perseguida por la justicia.
El tema es delicado, y resulta perfectamente comprensible que existan personas cuyas convicciones morales o religiosas no les permitan estar de acuerdo con él. Por eso, es respetable que haya habido congresistas capaces de dar la cara y plasmar su voto a favor de la ley o en contra de ella, sabiendo que serán criticados por eso. Lamentable, en cambio, la actitud de los tibios de siempre, que faltaron al trabajo para no fijar posición alguna. Sin embargo, un aspecto que resulta absolutamente inaceptable en esta discusión es la tergiversación de la información. Es manipular cifras e imágenes para hacer pasar a esas mujeres, que ya se encuentran en una posición horriblemente compleja, como asesinas. Como madres insensibles. Como seres terriblemente malvados.
Y lo digo, porque ya se ha hecho costumbre en los medios de comunicación, serios y no tan serios, graficar las noticias sobre el aborto con fotos que presentan a mujeres con avanzadísimos estados de gestación. A señoras preñadas de ocho o nueve meses haciéndose una ecografía o chequeos médicos como si ellas fueran las candidatas a un aborto, como si a ellas fuera dirigida la ley. Y basta tener un mínimo de conocimiento acerca de la legislación sobre aborto, la que se propone en el Perú y la que existe en el mundo, para saber que ninguna considera la posibilidad de interrupción del embarazo más allá de la semana 12 o 14 de gestación. Que esas imágenes lo único que buscan es presentar a las mujeres como unas desalmadas asesinas de niños.
Más de una portada de diario o revista se ha atrevido incluso a graficar estos temas colocando imágenes de mujeres embarazadas que se apuntan el protuberante vientre con una pistola. Podemos discutir, y existe amplia bibliografía y debate al respecto, si antes de las 12 semanas un feto es una vida o un proyecto de vida. Y bienvenida la discusión. Pero lo que no nos podemos permitir es seguir ofendiendo con imágenes falsas y manipuladoras a quienes están en la terrible posición de decidir si van a cargar o no con un embarazo producto de la invasión más brutal que se puede ejercer sobre el cuerpo de una mujer.
Actualmente en el Perú, si una mujer es violada y asiste a un centro médico del Estado, ni siquiera recibirá como parte del protocolo de atención la píldora del día siguiente, porque el Estado también le ha negado esa posibilidad de defenderse de un embarazo forzoso. Si una mujer es violada en el Perú y resulta embarazada, lo único que puede hacer es recurrir a un aborto clandestino y vivir condenada toda su vida por una sociedad hipócrita, que le dirá mil veces y de mil formas que es una asesina.