Rolando Arellano C.

¿Se solucionarían los delitos del país con más policías o con el Ejército en las calles? No lo sabemos, pero en vez de paralizarnos esperando a que las autoridades resuelvan el problema, este podría disminuir si los peruanos aplicaran su capacidad de innovación. Por ejemplo, si los jóvenes , en vez de dedicar sus tesis a temas a veces intrascendentes, decidieran innovar para combatir el delito más común: el robo de casi 5.000 celulares diarios. Aquí les lanzamos el reto de hacerlo, con algunas ideas.

¿Podrían nuestros estudiantes de Sistemas diseñar formas prácticas de inutilizar los celulares robados y los de Mecánica inventar candados físicos, como los que usan al vender ropa? ¿Y si los estudiantes de Derecho pensaran en cómo penalizar al usuario de celulares ilegales, haciendo más riesgosa su compra? ¿Podrían los jóvenes sociólogos o administradores, dado que cada teléfono es como S/1.000 de dinero a la vista, generar campañas para su uso más discreto? ¿Los estudiantes de Psicología podrían trabajar esquemas para disminuir la dependencia del uso del aparato y nuestros expertos en moda desarrollar aditamentos para portarlo de manera menos evidente? ¿Los de Marketing podrían motivar a que cada ciudadano lo use como una activa cámara de vigilancia? ¿Y los economistas, analizando que nunca en la historia se ha llevado tanto valor de manera cotidiana, no podrían también aportar soluciones? Evidentemente, muchas otras profesiones podrían actuar de manera similar.

¡Pero es más importante detener la extorsión y el sicariato!, dirán algunos. Sin duda, pero, como lo dice la teoría de las ventanas rotas de Bill Bratton, los delitos menores impunes propician otros más grandes. De hecho, los grandes delincuentes empiezan robando poco, y los asaltos indiscriminados o raqueteo se estimulan porque sus víctimas portarán al menos un celular. ¡Pero si fuera posible ya habrían inventado algo los países desarrollados! No necesariamente, porque no es su preocupación, como no lo es la anemia infantil o el sector informal. Esos son problemas que nos toca resolver aquí.

Este reto implica también a las universidades que, si estimulasen a sus estudiantes a innovar para resolver problemas concretos como este, les generarían oportunidades empresariales reales, cumpliendo mejor con el aporte que se espera de ellas. Para esto podrían tener ayuda de las primeras interesadas: las empresas de telecomunicaciones, pues ese delito afecta al fundamento de su negocio. En todo caso, este reto a los universitarios, y a todos los lectores de esta columna, parte del hecho de que la mejor queja es la que viene acompañada de propuestas de solución realistas. Les deseo una buena y creativa semana.





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Rolando Arellano C. es CEO Arellano Consultoría para Crecer