Dicen que los peruanos tenemos los ojos más grandes que el estómago. Analizando la solidaridad que hemos exhibido durante esta pandemia, quizás también tengamos el corazón más grande de lo que reconocemos. Veamos.
Hace poco, hicimos un taller para analizar el “Listado de solidaridad www.perusiempre.com” en el que registramos, durante 100 días, la ayuda dada por los peruanos a sus compatriotas. Los datos, registrados en más 500 iniciativas, fueron sorprendentes.
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Hubo gran variedad de ayuda. Alimentos y bienes consumibles (como pollo, alcohol y jabones), transporte y logística, equipamientos (como respiradores y mascarillas), servicios (como telefonía e Internet) y una parte –muy, muy importante– de dinero. La recibieron desde personal de limpieza y policías hasta indigentes y trabajadores de salud, y, sobre todo, millones de familias necesitadas (registramos más de 18 millones de contactos directos). Por cierto, mucha de la ayuda fue a instituciones públicas como Essalud, que la usaron durante esta urgencia.
Hubo aportantes variados, desde grupos de vecinos hasta grandes empresas. Así, talleristas muy pequeños y profesionales independientes que daban consejos de manera virtual o que prestaban sus redes a pequeños negocios estuvieron al lado de industriales medianos que se esforzaron en producir los implementos que el país no podía importar. Y hubo muchas empresas grandes que, de manera directa o a través de sus gremios (SNI, Confiep, SNMPE y otros), entregaron todo tipo de ayuda. Ayuda que siguió llegando, a pesar de las muchas semanas de crisis.
El monto registrado superó los S/500 millones, sin sumar los S/100 millones de los medios de comunicación para los niños de “Aprendo en casa”. Su dimensión impresiona cuando se ve que, con relación al PBI del país, podría ser casi 10 veces más que lo que (según algunas cifras internacionales) han donado las empresas chinas o estadounidenses en este contexto.
Aprendizajes hubo muchos, pero hoy rescataremos dos. Primero, la importancia de la cooperación. Cuando Gloria, Alicorp o Nestlé entregan insumos que la ONG Hombro a Hombro o el Banco de Alimentos dan a Cáritas, al Midis o a la Casa de Todos, y los chefs de Isolina, Maido o Astrid y Gastón los transforman en platos de calidad, la ayuda crece exponencialmente.
Y segundo, la necesidad de que, en lugar de solo remarcar nuestros aspectos malos, empecemos a hablar también de nuestros muchos lados buenos. Porque teniendo un corazón solidario muy grande, los peruanos no lo reconocemos ni, menos aún, lo difundimos. Sería bueno hacerlo, porque darnos un aplauso no solo nos hará sentir mejor hoy, sino que, además, nos ayudará a seguir siendo solidarios mañana. Le deseo una gran semana.