Siempre supimos que el Perú era uno de los países con la mayor propensión a crear empresas en el mundo. Pero hoy nuestros estudios (“El país más empresario del mundo”. Arellano Consultoría para crecer, 2021) muestran que en verdad somos el país con la mayor cantidad de empresas por habitante. Eso es una gran oportunidad y un gran desafío. Veamos.
Diversos estudios nacionales e internacionales muestran que entre el 65% y 75% de los peruanos tiene intención de crear una empresa, mucho más que el 30% a 40% de europeos que señala lo mismo. Pero un dato que nunca se había analizado es que los peruanos materializan más esa intención. Así, con 2,3 millones de empresas registradas por la Sunat, el Perú tiene un ratio de 1 empresa por cada 14 ciudadanos, mientras en Estados Unidos ese ratio es de 22, en Chile de 18, y en Colombia, según los datos encontrados, de 33. Y si consideramos a las empresas informales, el ratio para Chile y Colombia sería de 1 por cada 15 y 21 respectivamente, mientras que para el Perú sería 1 por cada 7,5 habitantes. ¿Y China? Una empresa por cada 32 chinos.
Algunos querrán ver aquí una noticia negativa y dirán que son solo acciones de supervivencia (no es la única razón, y hay diversas medidas que lo muestran), pero nadie podrá negar que también tiene beneficios potenciales importantes. Estos beneficios variarán según quien los analice.
Las autoridades podrán ver allí que existe un gran deseo de los peruanos de procurarse su propio bienestar, y que más que regalarles dinero o bienes, resultará más eficiente darles facilidades para que sus empresas generen trabajo, bienes y servicios. No es que no deseen recibir lo primero, pero entenderán más los beneficios de lo segundo.
Los empresarios grandes, que son muy pocos aunque son los que pagan la mayor parte de impuestos del país, podrían ver que tienen muchos colegas con sus mismos intereses. Y ver que tienen millones de socios potenciales, bodeguitas, talleres o servicios, para conformar cadenas productivas que potencien su desarrollo.
Los políticos podrían darse cuenta de que este gran espíritu empresarial nos hace muy distintos a países donde la mayoría es asalariada. Que aquí el concepto “empresa privada” no solo toca a las grandes empresas, sino que también engloba a millones de peruanos propietarios de sus pequeños medios de producción, dispuestos a defender su libertad de emprendimiento.
Finalmente, todos los ciudadanos podríamos agradecer que seamos un pueblo que, en vez de dejarse derrotar por la adversidad y esperar ayuda del gobierno, se esfuerza en generar su propia solución a los problemas. Porque en eso no solo somos diferentes al resto, sino primeros en el mundo.
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