Estábamos equivocados: el principal escollo para el gobierno no es la bancada fujimorista en el Congreso. El principal problema político del Ejecutivo es, simple y llanamente, él mismo. Lo que ha ocurrido en las últimas 48 horas con la resolución unilateral del contrato para la construcción del aeropuerto de Chinchero lo confirma. Y esta no es una defensa del consorcio que fue incapaz de elaborar una propuesta financiera aceptable para el Estado. Aquí nos ocupamos de las repercusiones políticas de un escándalo en el que no participó ni una sola molécula fujimorista o aprista, pero ha desatado una profunda crisis de credibilidad para el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski.
Como consecuencia de ello, el Ejecutivo pierde un ministro valioso: nada podía salvar a Martín Vizcarra luego de que terminara anunciando lo que por meses negó que haría. Sin embargo, no estaba solo. Aquí participaron el presidente (todos lo recordamos con su pizarrita defendiendo las bondades de la adenda hoy rechazada), el jefe del Gabinete, Fernando Zavala, y hasta el titular de Economía, Alfredo Thorne, cuyo sector dio luz verde a la adenda a fines de enero. Se sacrificó a Vizcarra, pero la metida de pata ha sido de todo el Ejecutivo y sus voceros dentro y fuera del Congreso. Empero, la solución es coyuntural, pues tendrá serias consecuencias tras la demanda que impulsará Kuntur Wasi contra el Perú y los hallazgos de la contraloría.
¿Pudo hacerse mejor? Sin duda: los problemas fueron más visibles desde noviembre pasado cuando el gobierno rechazó la estructura financiera planteada por el consorcio. Una tasa de interés inaceptable (22%) que debió llevar a una renegociación del contrato, no a la adenda pactada. ¡Tanto nadar para ahogarse en la arena! Y peor: sabíamos que eran arenas movedizas.
Si con lo ocurrido Kuczynski no se convence de que debe replantear su equipo, va perdido. El presidente sabrá qué fichas remover dentro y fuera del Gabinete. Lo sucedido con el ‘affaire Chinchero’ evidencia una profunda orfandad política que solo puede llevar a su administración de una crisis a otra. Y sin necesidad de que otras fuerzas políticas conspiren contra ella. Presiones en el Congreso hay, y fuertes, ¿pero son suficientes para doblarle el brazo al mandatario? ¿Dónde quedó la “muñeca” del tantas veces ex ministro, uno de los peruanos más experimentados como tecnócrata y hombre de Estado?
Y de Fernando Zavala ni se diga: ¿realmente lidera el Gabinete, fija directrices de acción política siguiendo una estrategia a mediano y largo plazo? Zavala hace tanta agua que no parece titular del Consejo de Ministros sino presidente de Sedapal.