Ofertas de infarto, por Patricia del Río
Ofertas de infarto, por Patricia del Río
Patricia del Río

En estos días escuchamos a los dos candidatos hablarnos de puertos, carreteras, aeropuertos. Nos prometen que construirán un mundo de niños bien educados y mejor alimentados, un mundo donde los policías cuiden nuestras vidas, nuestras calles, nuestras familias. Y todo eso está bien, pero mientras el desconcertado ciudadano escucha esta lluvia de ofertas, su cotidianidad lo estrella, una y otra vez, contra una crudísima realidad en la que el Estado no funciona ni para las cosas más elementales. 

El martes 24 vimos cómo la policía, el Poder Judicial y la fiscalía se tiraban la pelota por haber liberado a cinco delincuentes de la banda Rápidos y Furiosos a pesar de que habían sido pescados con armas y drogas, a punto de delinquir. Ese mismo día escuchamos al gobernador de Madre de Dios, el señor Luis Otsuka, oponerse férreamente a la declaratoria de emergencia que se ha dado en su región para combatir la contaminación por mercurio, que afecta a los niños y adultos de las comunidades nativas. El viernes 20 vimos cómo un bus del Metropolitano invadía la ciclovía de la avenida Arequipa porque había un accidente, y sus pasajeros estaban apurados. Desde la semana pasada venimos escuchando a los trabajadores de la Sunafil, entidad encargada de verificar que se cumplan las reglas laborales en las empresas privadas, quejarse porque les deben plata, no tienen uniformes ni cuentan con muebles para trabajar decentemente.

El viernes 6, en RPP, recibimos a una madre rogando porque le compraran a su hija de 1 añito un marcapasos acorde con su edad. El Seguro Integral de Salud ya había aprobado la compra, pero el Estado demora diez meses en hacerla efectiva. El lunes 23, el señor Rodolfo Pacheco denunció que casi 30 vehículos, entre portatropas y tanquetas, se encuentran abandonados desde hace seis años en su almacén de Ventanilla debido a que el Estado no le paga el costo de almacenaje, que ya asciendea 1’486.000 dólares. Ese mismo lunes una mujer embarazada de cuatro meses fue acribillada junto a su esposo en San Juan de Lurigancho.

Podría continuar y la lista sería interminable. Y todo esto ocurrió en solo unos días, a escasos kilómetros de donde un par de candidatos ofrecen trenes bala, educación suiza y seguridad a prueba de todo. Este domingo habría tal vez que revaluar tanta promesa inverosímil, tanta oferta de infarto, y empezar a garantizarles a los peruanos que tendrán vidas dignas, que el Estado dejará de ser tan indolente, que la ley se cumplirá para todos. Tal vez eso, para empezar, sea suficiente.