Reconstrucción en la cancha, por Carlos Meléndez
Reconstrucción en la cancha, por Carlos Meléndez
Carlos Meléndez

La costa norte del país es la macrorregión mejor integrada a la dinámica económica de la capital y es, quizás, una de las más beneficiadas con el crecimiento sostenido de nuestra economía en los últimos años. Asimismo, es una región con características políticas potencialmente obstaculizadoras para la de las zonas afectadas por El Niño costero: electorado populista, animadversión al gobierno y creciente desafección. Para llevar este proceso adelante, al Ejecutivo le tocará jugar ‘de visitante’ y en una cancha ‘en mal Estado’. ¿Estará la gestión tecnocrática de la PCM a la altura de este reto político?

Primero, el electorado norteño se inclina por opciones populistas. Otrora sólido norte aprista, hoy dominan (FP) y Alianza por el Progreso (APP). En la primera vuelta del año pasado, uno de cada dos electores de las provincias costeñas de Tumbes, Piura y Lambayeque votó por . En Zarumilla (Tumbes) la candidata alcanzó el 78%. Fue un tsunami arrasador (salvo en las provincias serranas de Piura, con resistencias de izquierda). A nivel edilicio, el partido de se asienta en esta región. APP tiene 16 alcaldías provinciales en la zona, más que ningún otro partido nacional, de las 56 provincias que conforman los departamentos de la costa norte y Lima. Estamos ante una cultura política clientelista, pragmática y anti-establishment.

Segundo, la popularidad del presidente es sistemáticamente inferior en el norte que a nivel nacional. Según Ipsos, PPK nunca superó su promedio nacional de popularidad en el norte, llegando a caer a 24% en marzo último (32% a nivel nacional). Si bien creció a 38% en abril, sigue por debajo de su promedio nacional (43%). Según Datum, en el último mes habría caído dos puntos porcentuales a nivel nacional y 12 (¡!) en el norte. Esta impopularidad se agrava porque su partido, además, carece de representación local: sin alcalde, con solo un congresista (Clemente Flores en Lambayeque). Ante tantos obstáculos, su aliado electoral en el 2011, Acuña, aparece como una carta de salvación. APP cuenta con cuatro representantes parlamentarios en estas regiones (Marisol Espinoza, Richard Acuña, Gloria Montenegro y Ricardo Narváez). Ante tal animadversión contra el gobierno, las posibilidades de hacer clic son escasas.

Finalmente, del territorio a reconstruir, dos regiones presentan los más altos niveles de desafección con el Estado en todo el país. Según el Índice de Aversión al Estado –elaborado con mi colega Arturo Maldonado y publicado en este Diario el 30 de mayo del 2015–, el 27,8% de peruanos rechaza al Estado. Tumbes (56,9%) y Lambayeque (47,8%) encabezan este ránking de riesgo político. Le siguen Ica (43%), con una reconstrucción fallida tras el terremoto del 2007, y Madre de Dios (37,2%), donde campea la ilegalidad. Esta desafección se funda en la informalidad tan aguda en estas regiones. Así, populismo, impopularidad y desafección –adversarios de la institucionalización– resumen los riesgos de la reconstrucción, entendida como proceso de largo aliento que fortalezca al Estado.