Salir del clóset, por Liuba Kogan
Salir del clóset, por Liuba Kogan
Redacción EC

La expresión “”, que se utiliza para señalar que una persona hace pública su orientación sexual no heterosexual, parece tener su origen en una frase inglesa “skeleton in the closet” (traducida libremente como “tener un esqueleto en el ropero”), que aparece a inicios del siglo XIX y que significa guardar algo oscuro, un secreto culposo, algo que no puede revelarse ni salir a la luz (algo horrendo, sucio, indigno: aquello que las familias victorianas debían encubrir para ser dignas). Es decir, la homosexualidad o cualquiera de las otras condiciones sexuales no heterosexuales eran consideradas en el siglo XIX como asuntos de debían esconderse en recónditos lugares como los clósets o roperos. Y vaya que las familias tenían muchas cosas que esconder.

Antes del siglo XIX la gente no se preocupaba por entrar o salir del clóset, ni sentía culpa, temor, ni preocupación porque no existían identidades homosexuales: si un hombre o mujer tenía contacto sexual con una persona del mismo sexo, lo entendía como una obnubilación, un juego, un ritual, un momento de ofuscación, pero no como algo permanente que constituía un modo de ser, sentir o desear de modo estable que definiera quién era el sujeto en la vida. Tampoco existía la sexología que precisara esas conductas como perversas y listas para ser escondidas en el clóset. Tampoco existía antes del siglo XIX un cuerpo policial ni jurídico especializado en perseguir a los transgresores de esas conductas sexuales. 

Siempre han nacido personas con orientaciones sexuales no heterosexuales, y han tenido contacto sexual . Sin embargo, la identidad homosexual se elaboró recién como la conocemos en el siglo XIX a partir de la definición de sexólogos, médicos y jueces, quienes se encargaron de describir toda una gama de conductas sexuales no heterosexuales y heterosexuales como perversas. En otras palabras, es en el siglo XIX que un grupo de “especialistas” le presta atención a la sexualidad, analizándola, clasificándola y otorgándole un orden moral. Esto no es gratuito, se hizo con todos los asuntos imaginables (incluidas las razas) como parte del proyecto de la modernidad. 

Lo que crean los científicos, jueces y policías victorianos es la vergüenza, el rubor, el secreto y la perversidad como formas de vivir el presente. Es decir, nos enseñan que los homosexuales deben esconderse como todos aquellos que no encajan con la definición de una sociedad que se rige por normas o modelos heterosexuales. En suma, en el siglo XIX se crea al homosexual, sus perseguidores y su guarida.

Salir del clóset en un país tan conservador como el nuestro no resulta fácil. Las declaraciones del congresista , que muestran su orgullo por su homosexualidad y el respaldo de sus hijos, son un caso atípico. Por lo pronto, las redes sociales han mostrado que salir del clóset implica ser estigmatizado o marcado como una persona que no amerita confianza y a la que se le debe quitar el poder. La sociedad peruana sigue castigando a quienes abren las puertas del clóset.