Sea o no vacado el presidente Pedro Pablo Kuczynski (y todo indica que, de no mediar un auténtico milagro, será apartado del cargo), es indudable que se abrirá una espiral de agitación política de magnitudes imprevisibles. Si se salva y evita la vacancia por “incapacidad moral permanente”, PPK enfrentará un menguante apoyo popular (este mes cayó a 18% de aprobación a nivel nacional, según Ipsos), carencia de aliados influyentes –todos le exigirán mayor transparencia en sus actos– y las habituales metidas de pata de una gestión con débil liderazgo. Es decir, una presidencia frágil sometida a los vaivenes de su relación con el Congreso. Un escenario que Kuczynski difícilmente sortearía mejor de lo que ha venido haciendo desde julio del año pasado.
Lo otro que podría ocurrir es que este jueves y viernes (si es que el debate parlamentario se prolonga por más de 24 horas), se apruebe la moción de vacancia, con lo que PPK dejaría el cargo al día siguiente, momento en el que Martín Vizcarra, como primer vicepresidente, asumiría la jefatura del Estado hasta el término del mandato en 2021. Es lo más probable que suceda y, de ser así, esa misma tarde del sábado 23, o ya en domingo 24 –a solo horas de la Nochebuena–, juraría el nuevo Gabinete. Ante esto, ¿qué podría hacer Vizcarra para darle viabilidad a su gobierno?
Lo primero: convocar a un equipo independiente, pero con llegada a las demás fuerzas políticas. No militantes de tal o cual partido, sino personalidades con capacidad de diálogo y convocatoria en los sectores a su cargo. Vizcarra necesitará un equipo que consiga rescatar al país de la ‘guerra de guerrillas’ política en que se debate. ¿Será posible? Por supuesto. Sin embargo, dependerá de la voluntad del propio Vizcarra y del apoyo que reciba de Mercedes Aráoz, Bruno Giuffra, Jorge Nieto y algunos otros funcionarios que sí supieron –y quisieron– actuar como voceros. No se trataría de “otro” gobierno sino de una continuidad –establecida desde la Constitución– donde se aproveche lo avanzado, se pise más el acelerador e imprima una comunicación política eficaz como nunca lo hicieron Kuczynski y compañía.
¿El fujimorismo lo dejará actuar? No tiene otra: pierde más conspirando contra Vizcarra o Aráoz, pues confirmaría las peores acusaciones que hoy pesan sobre ellos. Llegar al 2021 con un país ordenado y creciendo económicamente, debe ser el objetivo de Vizcarra y de una clase política responsable. No será fácil, pero tampoco hay alternativa. O Vizcarra marca la diferencia yendo más allá de lo que le hemos visto hasta ahora o fracasará en el intento.to.