La yuca de PPK, por Patricia del Río
La yuca de PPK, por Patricia del Río
Patricia del Río

Tras las últimas encuestas, resulta inevitable preguntarse qué está pasando con la campaña de Peruanos por el Kambio. ¿Es suficiente continuar con la estrategia, un poco gaseosa, que acompañó a PPK en la primera vuelta? Está claro que no. Más allá del viaje a Estados Unidos o del ‘Heresigate’,  lo de PPK no es una crisis coyuntural, provocada por unos cuantos episodios infelices. Su problema,  a escasas semanas de las  elecciones, responde a una crisis de identidad que si no se resuelve pronto lo hará perder la presidencia. 

Veamos: PPK se coló en segunda vuelta luego de que naufragaran algunas candidaturas como la de Guzmán o la de Barnechea. Peleó voto a voto con Verónika Mendoza y ganó, posiblemente, porque el Perú no quería un enfrentamiento tan polarizado entre el fujimorismo y la izquierda. Ya en segunda vuelta su porcentaje de posibles votos se duplicó porque captó, de entrada y sin mover un dedo, los votos de los antifujimoristas.

Hasta ahí todo bien. Si analizamos esta perfomance vemos que, pese a que Pedro Pablo tiene experiencia y ha trabajado un buen plan de gobierno, sus votos los ha obtenido porque los electores decidieron escogerlo a él para que no saliera otro, o porque no pudieron votar por quien habían elegido inicialmente. PPK ha sido un buen pescador a río revuelto, pero la fórmula ya no da para más. Por un lado Keiko está ofreciendo cosas concretas a grupos específicos que pueden cambiar su voto por razones muy pragmáticas, y ahí puede captar parte del voto de Acuña, Guzmán y Barnechea. Pero por otro, y esta es la parte más complicada del problema, a PPK se le ha comenzado a percibir demasiado pro para captar los votos de los antifujimoristas. Cierta parsimonia y lentitud en su campaña han proyectado sobre él la imagen (justa o no) de que en el fondo le da lo mismo que gobierne Keiko Fujimori. 

Y esto último  puede estar haciéndole mucho daño, porque a diferencia de los pragmáticos que votan sin mayor pasión por el que les ofrece más, los antifujimoristas (el grueso de los votantes de Verónika Mendoza) no le van a regalar su voto al  que no toma distancia. Al que no se moja. Al que no abraza con cierta pasión la causa democrática. Y votarán en blanco y emprenderán una lucha épica contra Keiko durante cinco años, antes de regalarle su voto a quien no les asegure independencia del lado oscuro.

¿Qué le toca a PPK? ¿Volverse un antifujimorista acérrimo? No sería creíble. Pero sí podría  construirse una personalidad más combativa, proyectar que quiere ganarle a Keiko no por una ambición personal, sino por un compromiso con quienes ven en él el salvador de la democracia o de la decencia. ¿Difícil? Yuquísima, diría yo, pero no imposible.