El presidente Sagasti lo ha dicho con claridad: existen “intereses particulares que están presionando en direcciones diferentes o distintas a las que el Gobierno desea plantear”. Le faltó añadir, sin embargo, que están teniendo éxito. Porque en los dos escenarios en los que el temple de la actual administración ha estado en estos días a prueba, la agenda que se ha impuesto no ha sido precisamente la suya.
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