FERNANDO VIVAS (@arkadin1)
Me tomé dos semanas de vacaciones, desenchufado de nuestra tele. Pero en un vuelo a México tuve un mal augurio: me topé con Laura y Cristian Zuárez. Algo habían dejado grabado y no sabía qué.
Lo supe el sábado por la noche. Beto, que ya conduce los descuentos de “El valor de la verdad” con visible desgano, les había regalado otro cuestionario en blanco. Para que ellos decidieran sus preguntas verdaderas y sus respuestas mentirosas. O viceversa. Que a Laura SÍ le molestó que Gisela le tocara el poto a Cristian, que NO usó una tragedia mexicana para levantar su ráting en Televisa, que NO mandó a cortarle la cara a Mónica Cabrejos. Pura verdura. Un show repetido, con el bonus de flexibilizar la entrevista. Mientras Beto descansaba, Laura le hacía preguntas a Cristian y viceversa.
Zapeé a “Gisela, el gran show” para constatar lo obvio. Gise decidió competir con las mismas armas y los mismos personajes de “El valor de la verdad”, pero en un formato más flexible y genérico, la entrevista sensacionalista a un farandulero que tiene algo efectista que denunciar o mucho de qué defenderse. Esta vez, Carmen Rodríguez, esposa del ‘Puma’ Carranza, tenía que sustentar su denuncia policial de haber sido golpeada por el ‘Puma’ y contaba con testigos de la golpiza.
Pero Gisela no aprovechó las ventajas de un formato que admite documentos, videos y testigos. No indagó, al preguntar a Carmen, en los motivos de la furia del ‘Puma’. El televidente no busca justificar, pero sí comprender la violencia familiar y Gisela es tan mala periodista que nos dejó en babia. El caso tiene que ser tocado por periodistas de verdad.