En lo más alto del asentamiento humano 14 de Febrero de San Juan de Lurigancho, Javier Sotaya pasa sus días deseando, inútilmente, despertar de la pesadilla que vive desde hace 4 años. A los 18 años, fue víctima de un accidente de tránsito mientras trabajaba como terramozo en un bus de Transportes Molina.
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Un choque ocasionado en el tramo Lima - Ayacucho terminó con la vida de una persona y, en su caso, lo dejó con el rostro desfigurado, huesos rotos y una movilidad reducida que aún no sana.
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Estuvo una semana internado en UCI, pero no terminó de recuperar sus facciones ni solucionar sus fracturas en otras partes del cuerpo, y aun así fue retirado del establecimiento sin mayor explicación que “se acabó el dinero del SOAT”. “El doctor nos botó. Me dijo que debía desocupar la cama con mi hijo recién operado, pues otro paciente ya estaba esperando”, nos cuenta Eraclia Berrocal, madre de Javier.
Al salir, se quedaron dos noches en un hostal cercano con dinero prestado, y así lograr que las heridas de la operación cicatricen. Al día de hoy, gracias a otros préstamos y ahorros la familia ha pagado S/ 15 mil en operaciones que no logró cubrir el SOAT.
Lo que vive Javier Sotaya no es un caso aislado, pues solo desde enero del 2022 hasta la fecha, se han registrado a nivel nacional 1.086 accidentes de tránsito, en los cuales 871 personas fallecieron y 957 resultaron heridas, según el Observatorio de Seguridad Nacional Vial. Asimismo, según cifras de la Asociación Peruana de Empresas de Seguros (Apeseg), a lo largo de los últimos 20 años de creado el SOAT -que empezó a operar el 1 de julio del 2002- en el Perú han ocurrido cerca de 1,7 millones de accidentes de tránsito. Por su parte, las aseguradoras han atendido a lo largo de estas dos décadas a más 1,5 millones de víctimas.
Sin embargo, muchas de ellas sufren daños que el SOAT no les llega a cubrir la totalidad de los gastos, una de las críticas más comunes de este seguro. Carlos Villegas, director ejecutivo de Asociación de Familiares Víctimas de Accidentes de Tránsito (Aviactran), señala que en el país los accidentes de tránsito son un “negocio redondo”, ya que en carne propia ha corroborado que muchas veces si no tienes dinero, el familiar accidentado llega a morirse.
“Lo que hace la policía o el SAMU es: te accidentas y visualizan que cuentas con SOAT, te llevan a una clínica y el dinero se termina rápido. Un ejemplo de ello es que en una clínica grande, curar una fractura de fémur cuesta S/75 mil, mientras en un hospital costaría entre S/ 11 y S/ 15 mil”, añade Villegas.
El otro lado
La historia del pequeño Lyann Colan con el SOAT es distinta. El menor de 4 años fue atropellado en enero de este año por una conductora que se dio a la fuga. El pequeño terminó con 25 puntos para su rostro que estaba desfigurado, la pierna rota y múltiples golpes.
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“Al comienzo nos pusieron trabas con el tema del SOAT pero gracias a la ayuda de la Asociación de Víctimas de Accidentes que nos orientó pudimos agilizar los papeles, motivo por el cual se activó el seguro y pudimos trasladar a nuestro hijo en ambulancia a la clínica San Bernardo, donde el SOAT nos ayudó”, menciona Jorge Colán, padre del pequeño, quien indica también que si bien Lyann ha sido atendido correctamente, ha quedado con diversos traumas y el tema del SOAT ya está por culminar su saldo, por lo que le preocupan sus terapias y su cirugía en el rostro.
En la actualidad el 1% de las víctimas de accidente de tránsito no logran cubrir su atención médica con las 5 UIT del SOAT y requieren una cobertura adicional, asegura Apeseg. Ese porcentaje equivale a unas 15 mil personas.
Según menciona este gremio, también existe un Fondo de Compensación del SOAT, creado en el 2004 para dar cobertura a las víctimas de conductores se dan a la fuga y que mantiene en su haber cerca de S/ 40 millones sin cobrar. Como asociación han propuesto que parte de ese monto sirva para cubrir los gastos excedentes, aquellos que sobrepasan la cobertura en accidentes.
Otro de los problemas del SOAT lo enfrentan los familiares de las víctima fallecidas cuando el vehículo no contaba con el seguro. Por ejemplo, el 14 de mayo, cuando un bus cayó a un abismo en Áncash y los cuerpos permanecían tirados, ninguna funeraria quiso recogerlos durante dos días porque sabían que el vehículo no tenía SOAT y no iban a poder pagarles con el fondo de compensación. Tres de cada 10 vehículos en el Perú no tienen SOAT.
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Lino de la Barrera, abogado especialista transporte, señala que poner en vigencia el seguro obligatorio fue una pelea que duró casi ocho meses de huelgas pues los transportistas se oponían.
“La idea era que todos los vehículos utilicen este seguro a efectos de que nadie se quede sin cobertura, al menos hasta cierto monto”, asegura. Menciona también que durante todos estos años se han hecho algunas “perforaciones” legales, entre las que se encuentra la creación de las AFOCAT, e incluso una disposición en la norma que beneficia una central de siniestralidad.
“La central de siniestralidad del SOAT se propone con el fin de que no todos paguemos el mismo valor por el seguro obligatorio. Es decir, mientras más veces yo lo utilice, más caro me debe salir”, añade De la Barrera
Eduardo Chávez de Piérola, gerente legal y vocero de APESEG agregó que “la ciudadanía debe tener presente que el SOAT brinda las siguientes coberturas e indemnizaciones a cada uno de los involucrados en un accidente de tránsito: gastos médicos hasta 5 UIT (S/23,000), invalidez permanente hasta 4 UIT (S/18,400), incapacidad temporal hasta 1 UIT (S/4,600), sepelio hasta 1 UIT (S/4,600) y muerte 4 UIT (S/18,400).