ANTONIO ÁLVAREZ FERRANDO / ÓSCAR CASTILLA C.
Desde inicios de los años 80, cuando se registraron las primeras alianzas entre Sendero Luminoso (SL) y el narcotráfico, las fuerzas del orden solo erradicaban hoja de coca en el Alto Huallaga, pero no habían logrado penetrar la convulsionada selva de Ayacucho para extraer el insumo que ha convertido al Perú en el principal exportador de droga del mundo.
Esta situación cambiará desde agosto, cuando la Dirandro y personal de erradicación del Ministerio del Interior inicien sus acciones en el corazón del valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), la cuenca cocalera más extensa del país (casi 20 mil hectáreas) y zona de tránsito del narcoterrorismo.
El Comercio –que acompañó las últimas operaciones helitransportadas para destruir narcopistas en el Vraem– entrevistó al director de la Dirandro, general PNP Vicente Romero Fernández, para conocer detalles de las tareas de erradicación que empezarán en agosto en la selva de Ayacucho.
“Esto marcará un hito en la lucha antidrogas porque erradicaremos en el Vraem por primera vez. Zonas que te podría mencionar para esta labor son Machente, San Miguel o Llochegua [Ayacucho], Pichari [Cusco] y Boca Mantaro [Junín]”, dijo el general Romero.
La Dirandro realizó un mapeo de los cultivos de coca en las regiones citadas y descubrió que estas fueron objeto de atentados y refriegas entre la facción terrorista dirigida por Víctor Quispe Palomino ‘José’ y las fuerzas del orden. Según esta información, la erradicación alcanzará al distrito huantino de Llochegua, en donde agentes de la Dircote y las Fuerzas Armadas abatieron a los cabecillas ‘Alipio’, ‘Gabriel’ y ‘William’ entre el 2012 y 2013.
La erradicación también llegará a Boca Mantaro, comunidad de Satipo en la unión de los ríos Apurímac y Ene, considerada la puerta de entrada a la selva de Pangoa y a las montañas de Vizcatán. Llochegua y Boca Mantaro son zonas de acopio del narcotráfico en donde no hay presencia del Estado, a diferencia de lo que ocurre en las localidades de Machente, San Miguel y Pichari, donde existen bases militares y antidrogas.
OBJETIVO: ROMPER PUENTE AÉREO
Las labores de erradicación, según el jefe de la Dirandro, serán acompañadas de operaciones de interdicción para romper el puente aéreo del narcotráfico entre Perú y Bolivia, como las que se vienen realizando en Cerro de Pasco, Junín y Ayacucho.
Este Diario presenció el domingo último el despliegue de esta modalidad en ambas márgenes del río Ene (Satipo). Ese día 120 agentes de la Dirandro, la Dircote y las Fuerzas Armadas –a bordo de ocho helicópteros que recorren el Vraem– utilizaron dos toneladas de explosivos para dinamitar 12 pistas clandestinas para narcoavionetas procedentes de Bolivia. Estas se suman a las 10 pistas destruidas en diciembre pasado en Satipo.
Los agentes encargados de las operaciones calculan que en el Vraem existen otras 30 narcopistas en plena actividad. Otras 20 más, asentadas en las riberas del río Ene, están inoperativas por acción policial, pero en proceso de reconstrucción por los colaboradores del narcotráfico.
Según los efectivos, las mafias del Vraem pagan 100 dólares por día a los pobladores para que rehabiliten las pistas que llegan a tener una extensión aproximada de 1.200 metros de largo por 15 metros de ancho.