Arequipa: la desolación entre las familias afectadas por el huaico en Aplao
Arequipa: la desolación entre las familias afectadas por el huaico en Aplao
Zenaida Condori

Elque ingresó la tarde del jueves a la ciudad Aplao dejó una cicatriz de un kilómetro y medio que dividió en dos bandos la capital de la provincia de Castilla (). A dos días de la tragedia, los damnificados tratan de sobreponerse entre los escombros. Un total de 79 familias lo han pedido todo. 

La avalancha partió desde las faldas desérticas del imponente cerro Negro, ingresó por Villa Aplao, siguió por Bolognesi, derrumbó el muro de la calle Castilla y se perdió entre los sembríos de caña de azúcar. Las familias tuvieron pocos minutos para escapar.

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La primera casa que destruyó el huaico fue de la profesora Natalia Del Carpio Chuquicaña. “Esa tarde estaba con mi bebe. Por el fuerte sonido y los gritos de las personas salí al patio y vi cómo bajaba [el huaico] desde el cerro. Solo me dio tiempo para coger a mi hija, por poquito nos atrapa. Llena de barro, desde lejos he visto como el huaico arrasaba con mi casa. Mis cosas, todo lo perdí. Ya no quiero vivir aquí, tengo miedo que regrese”, contó a El Comercio.

Su vivienda quedó inhabitable. El techo de material noble de su dormitorio terminó 30 metros abajo. Sus columnas no resistieron los golpes de las inmensas rocas que tumbaban todo a su paso. Parte de su cocina que quedó en pie, la mañana de este sábado estaba siendo derribada a combazos por los soldados del Ejército. La docente tenía la esperanza de recuperar sus dos refrigeradoras que quedaron sepultadas bajo el lodo. Ella quiere dejar su terreno donde habitó 18 años, pero por un lugar más seguro.

-Dolor y pérdidas-

A unos metros más abajo, Juana Tancayllo Umase recibía en una botella el desayuno para su familia. El huaico se llevó todo, no le dejó ni una tasa. Pero más que su cosas, lo que más le apena a Juana es la pérdida de la adolescente de 16 años cuyo cuerpo se encontró luego de un arduo trabajo de excavación. La menor se convirtió en la tercera víctima en Aplao. Los primeros fueron dos jóvenes que llegaron al distrito para hacer turismo.

“En la casa estaban mis dos hijas, mi nieto, mi yerno, mi esposo que está enfermo y la menor. La muchacha estaba descansando mirando televisión en el cuarto. Cuando vino el huaico, mi hija mayor grito ¡huaico! ¡huaico! para que salgan todos y la chica no salía, se había dormido. La jaloneó, pero cuando estaba por la puerta la agarró. Es una gran tristeza”, contó acongojada Juana.

La adolescente solo iba a trabajar durante enero y febrero en Aplao, en marzo tenía que regresar a El Pedregal, donde estudiaba. Ella cuidaba al nieto de Juana y ayudaba en los quehaceres de la casa. La adolescente cumplía años el 13 de febrero. Juana y sus hijas sienten que están en deuda con su familia.

“Yo le bromeaba que su cumpleaños era en el día de los enamorados. Era muy activa y alegre. Ayer, recién conocí a sus padres, estaban muy mal cuando encontraron su cuerpo … ”, dijo Juana mientras ocultaba unas lágrimas y su mirada se perdía en el grupo de soldados que sacaba sus cosas de su dormitorio.

-Lodo en todos lados-

Realizar el recorrido del desastre es como caminar por un lugar donde explotó una bomba. La casa de Jane Huaracallo no fue derribada, pero el impacto de las rocas desestabilizaron los cimientos de las columnas. Sus ambientes están llenos de lodo -metro y medio de altura- . Para los miembros del Ejército, quienes realizan el trabajo duro, la vivienda de Jane no es prioridad.

Ella junto a su esposo sacan el lodo con palas y carretillas. Desde el viernes por la mañana hasta la tarde de este sábado no han parado de trabajar. Pero el barro no se acababa.

La última casa afectada por el huaico es la Bodega de Aguardiente de Caña de la familia Rendón Lizárraga. Cerca a la puerta de la casa de Antonio Rendón, de 82 años, había rocas de casi dos metros. El lodo ingresó a todo el primer piso de su casa; su sala, su cocina y su cochera tienen barro de más de un metro de altura.

Su camioneta y su auto están sumidos en el lodo. Su tienda donde comercializa el aguardiente está inundada. Ha perdido tres hectáreas de caña de azúcar que iban a ser cosechadas en abril. Pese a la desgracia, el octogenario cuenta como hazaña que en el momento del huaico subió a su segundo piso para ver como bajaba la avalancha. Sólo cuando vio las inmensas rocas a pocos metros fue a buscar refugio junto a su hermana de 93 años.

Cada familia tiene una historia de dolor y pérdida. Las familias de Aplao nunca olvidarán el 7 de febrero. De acuerdo al reporte preliminar de Defensa Civil de la provincia de Castilla, hasta el momento han identificado 79 familias damnificadas. Además, hay 45 viviendas que han quedado inhabitables, 12 viviendas dañadas y el resto están afectadas.

Hay 205 personas trabajando en la habilitación de la vía, entre miembros del Ejército, de la Policía Nacional y de la Municipalidad Provincial. Para la remoción de escombros se han destinado 20 maquinarias.

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