JOSÉ CARLOS REQUENA
Analista político
El controversial (aunque legal) comportamiento de las autoridades electorales –en que se utilizan distintos criterios y justificaciones, según quien sea el demandado– y los penosos resultados futbolísticos recientes hacen que la tentación de comparar la política con el fútbol regrese. En dicha comparación, las elecciones peruanas están muy lejos de la Champions League y muy cerca de la Copa Perú.
Como en la Copa Perú, en las elecciones peruanas el cambio de reglas es moneda corriente. La gran cantidad de normas que regulan el proceso electoral confunde no solamente al elector, sino también a los partidos y movimientos políticos. Según varios especialistas, son entre 36 y 50 disposiciones legales, entre leyes, reglamentos y normas de menor rango. Además, como señalara el editorial de El Comercio del último viernes, existe una disposición del Jurado Nacional de Elecciones de octubre del 2015 que permite excluir a candidatos a solo diez días de la elección: casi como que retiren a un futbolista cuando se dirige del camerino a la cancha.
Como en la Copa Perú, en las elecciones peruanas hay grescas apasionadas, que pueden terminar con saldos lamentables. Las grescas pueden ser iniciadas por una acción artera o un gesto desleal del oponente. Pero muchas veces traducen la imposibilidad de los actores de respetar y fortalecer las reglas básicas de convivencia.
Como en la Copa Perú, en que personajes de reparto –animales, casi siempre– terminan muchas veces obstruyendo la realización del partido, en las elecciones peruanas abundan actores que claman por su postergación, alegando fraude. Desde ex candidatos y bienintencionados opinantes hasta malpensados conspiradores, ha habido voces que veían esta posibilidad cercana.
Como en la Copa Perú, en que es común ver un equipo de la calurosa Piura (Defensor La Bocana, digamos) visitar a un equipo del frío Altiplano puneño (el tradicional Alfonso Ugarte, por nombrar uno), en las elecciones peruanas vemos a incansables candidatos presidenciales recorriendo los distintos niveles de altitud y los más diversos climas.
En la elección pasada, Pedro Pablo Kuczynski sufrió los embates del clima y la mala infraestructura al quedarse varado en la Carretera Central en Ticlio, debido a una nevada, lo que le originó un obstinado resfrío. No ha habido casos similares en este proceso, pero aún falta mucho pan por rebanar.
Como en la Copa Perú, en las elecciones peruanas el camino para llegar al objetivo es largo y sinuoso. Mientras en la Copa Perú la ruta se inicia en una liga de barrio, en un proceso electoral debería empezar con la inscripción de un partido. Pero hay también fórmulas rápidas: comprar la categoría en el fútbol, tentar suerte con un llamado “vientre de alquiler” en la política.
En la Copa Perú, se hace gala del llamado fútbol macho: aquel que, sin necesidad de ser vistoso o derrochar talento, gana cotejos, a pierna fuerte y empujada de hombro ruda, aunque dentro del reglamento. A veces, el fútbol macho incluye victorias en mesa, luego de derrotas en la cancha; otras incluyen maniobras extradeportivas para suspender encuentros. ¿Ganará esta vez el fútbol macho?