Edwin Béjar conoce muy bien la oscuridad de los prejuicios y la discriminación. A los 16 años, recibió la noticia de que perdería la visión completamente. Él y su madre se encontraban en los ambientes de un hospital en Lima, las dos operaciones a las que se había sometido durante esos años, por el desprendimiento de su retina, no habían dado frutos; al contrario, las esperanzas de los médicos por recuperar su ojo izquierdo, el que quedaba por salvar, se iban perdiendo.
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“Vamos a salir adelante, buscaremos la manera de que puedas ver”, lo consolaba entre lágrimas su madre. El aliento se hacía frágil, al mismo tiempo los colores, las formas, y así la luz de los ojos del magistrado cusqueño Edwin Béjar Rojas, Juez Titular de Familia de Cusco, se extinguirían con el mundo que conocía y con la figura de su madre en ella.
Cuando tenía 1 año con dos meses de vida, cayó del segundo piso de su casa, ello comprometió su visión y se fue manifestando en los años posteriores, así como su deseo de defender lo que es justo. La vida del primer juez invidente del Perú y América Latina fue y es una constante lucha.
En 1996, fue el primer joven invidente que rindió un examen de admisión e ingresó en primer lugar a la facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco, casa de estudios del cual se graduó con honores; Edwin cuenta a El Comercio que el contexto de esos años eran aún más difíciles, poco o nada se hablaba de inclusión, no había una legislación que protegiera a las personas con habilidades diferentes sumado al desconocimiento, indiferencia y los prejuicios remarcados de la sociedad.
“Nos han enseñado que una persona con discapacidad es pobrecita, hay que tenerle lastima, desde un punto de vista médico es una persona enferma y debe estar en casa, así se percibía la discapacidad; pero con el tiempo se han reivindicado nuestros derechos; solo hace falta que nos brinden las oportunidades”, refiere Edwin Béjar, mientras nos recibe en su despacho del 3er juzgado de familia de la Corte Superior de Justicia en Cusco, ha concluido una audiencia virtual de vista de causa sobre un caso de violencia familiar.
Su lucha es un ejemplo, una lección de vida, un precedente que logró poner en agenda el respeto y reivindicación por los derechos de las personas invidentes. Cuando la discriminación le hacía frente, no reaccionaba a la ofensiva, él callaba porque sabía que con hechos demostraría que sí podía, como sucedió ante el reciente ex ministro de Justicia y Derechos Humanos y actual presidente del Consejo de Ministros (PCM), Aníbal Torres Vásquez. “Para qué estudias, sino vas a poder hacer nada”, fue uno de los desafortunados comentarios que recuerda le hizo Aníbal Torres cuando fue su docente de maestría.
Béjar narra que en el 2009 el CNM - Consejo Nacional de la Magistratura (hoy Junta Nacional de Justicia) lo excluyó de la convocatoria para la selección y nombramiento de jueces y fiscales, por su ceguera. Él llevó el caso a los tribunales e interpuso una demanda de amparo; después de meses de larga batalla, el Tercer Juzgado Civil del Cusco le dio la razón y dictaminó que el CNM le tomé un examen escrito con similar grado de complejidad para cualquier postulante. Pero la CNM no cedió y apeló.
“No es que le estemos discriminando, solo que usted no puede ejercer la función”, le dijeron en la CNM. Durante el proceso, los concejales sustentaban su defensa señalando que (Edwin Béjar) no cumplía con la Ley Orgánica del Poder Judicial (artículo 177, inciso 5). Este artículo (actualmente derogado) indicaba no ser ciego, sordo o mudo, ni adolecer de enfermedad mental o incapacidad física permanente que le impida ejercer el cargo con la diligencia necesaria, entre otras razones, se ponía en duda la labor que podría ejercer un magistrado invidente en diferentes casos como las de inspección ocular.
A su llegada a Cusco en diciembre del 2009, Aníbal Torres amenazó e intentó intimidar a los magistrados a cargo de la apelación del caso, según relató Béjar “Los amenaza directamente y les dijo que si fallan a mi favor, ese tipo de jueces no debería haber en el Poder Judicial”. Béjar expuso su alegato y nuevamente ganó, se declaró fundada su demanda en segunda instancia.
“Lo único que pedía era que se me deje participar en el proceso de selección al igual que cualquier ciudadano, no estaba pidiendo algún puesto directo. Emprendí todo una campaña para demostrar que se estaban vulnerando mis derechos, la igualdad de oportunidades y acceso a la carrera pública”, agregó.
Aquel año Béjar no logró aprobar el examen, sin embargo, con la sentencia en brazos consiguió visibilizar la discriminación en la ley y en varios magistrados. Luego de su experiencia, continuó encaminando sus suelos, trabajó en Madre de Dios, fue juez supernumerario en Calca (Cusco), ya en el 2012 con una Maestría, Doctorado y mayor experiencia se presentó por segunda vez a la convocatoria de la CNM para jueces titulares, esta vez el proceso no fue complicado, la entidad se encargó de darle las facilidades para que pudiera rendir su evaluación, del cual salió exitoso. Y se convirtió en el primer juez invidente.
Paradójicamente, el año pasado, el primer ministro Aníbal Torres fue quien le dio uno de sus últimos reconocimientos Premio “Justicia y Derechos Humanos 2021″. “Me hace entrega del reconocimiento, no sé si por convicción personal o porque fue una situación protocolar, pero así de paradójica es la vida”, recuerda Béjar.
“Pude dedicarme a otra cosa pero no lo hice, las dificultades fueron para mí una oportunidad para demostrar que podía lograr lo que me propusiese y para ahora como juez hacer respetar los derechos de las víctimas”, nos dice recordando al mismo tiempo la primera sentencia de bullying que dictó en el 2013 contra una institución educativa por no prevenir ante las instancias correspondientes; en el camino han seguido los cuestionamientos por su discapacidad, pero en cada paso que da, su capacidad va abriendo los ojos y callando bocas.
Si la diosa de la justicia dicta sentencia con los ojos vendados, ¿por qué no puede hacerlo un juez ciego? “La tecnología ayuda en muchos aspectos, puedes grabar, eso es mejor valorado que lo que puede apreciar un juez”, sentencia Béjar.
Su madre y su familia son su principal motor. Gracias a los avances médicos y a la difusión de los tratamientos, el fin de la ceguera podría dejar de ser un sueño para el magistrado Edwin Béjar, y convertirse en una realidad, él no pierde esperanza alguna, mientras, sigue luchando por seguir escalando en la carrera judicial. Sus grandes desafíos como juez ya no tienen que ver con la ceguera, sino la misma que cualquier persona en el cargo: aplicar la ley de la forma más correcta y más justa. “Has de tus mayores problemas tus mejores oportunidades”, culmina, es su filosofía de vida y debería ser la nuestra.
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