Aún desde la clandestinidad, pero convertido ya en el hombre más buscado de Huánuco, el suboficial PNP Carlos Tumes López, de 58 años, llamó a una de sus víctimas para advertirle que sus papás morirían si ella lo delataba. Horas después, casi al mediodía del pasado 9 de abril, el agente acudió al Poder Judicial de la referida ciudad, confiado en obtener comparecencia restringida y continuar libre.
La menor (de 16 años) aparecía siendo ultrajada sexualmente por Tumes en uno de los seis videos incluidos en el CD que, días antes, un remitente anónimo había enviado a Inspectoría de la Policía de Huánuco. En los otros cinco registros, bajo vejámenes similares del mismo agente, aparecía una chica de 13 años. Ambas eran parte del programa Amigos menores de la Policía, que el suboficial dirigía como jefe de la Oficina de Participación Ciudadana (OPC) de la Comisaría de Huánuco.
Cuando Tumes se presentó a rendir su descargo ante las autoridades judiciales, la fiscalía ya había acumulado cientos de fotos que detallaban las jornadas deportivas organizadas por la OPC y, sobre todo, sometimientos sexuales a las niñas de los programas que él encabezaba. Las imágenes habían sido extraídas de las computadoras que Carlos Tumes y la suboficial Jhanet Bonifacio Valdivia utilizaban en la oficina policial.
El mismo 9 de abril, la justicia ordenó nueve meses de prisión preventiva para el depravado agente. Desde entonces está recluido en el penal de Potracancha, ubicado en el distrito de Pillco Marca. La adolescente de 16 años diría luego a la fiscal Grace Pérez Terrazas, a cargo del caso, que la suboficial Bonifacio también la llamó para intimidarla. La menor de 13, por su parte, dio cuenta de que otros policías también incurrieron en abusos contra más participantes del programa Amigos menores de la Policía. Muchas de estas son las que aparecen en los registros obtenidos por la fiscalía, y que actualmente son analizados por peritos especializados en informática.
-Más culpables-
Ha pasado más de un mes desde que Huánuco quedó en conmoción por este caso, pero hasta hoy ninguna víctima más –o los padres de estas- han denunciado nada. A los suboficiales Erick López Berrospi y Janeth Bonifacio Valdivia, quienes trabajaban con Carlos Tumes en la OPC, la fiscalía ha abierto investigación por omisión de denuncia y encubrimiento personal.
Según información del Ministerio Público, al menos dos agentes, además de Tumes, han sido señalados por las menores debido a distintos abusos sexuales. Esta semana, en que la fiscal Pérez recabará los testimonios de los policías sindicados así como de ex jefes de la Comisaría de Huánuco, los suboficiales Bonifacio y Berrospi también deben dar su manifestación.
En sus declaraciones ante el Departamento de Investigación Criminal (Depincri) de Huánuco, cuando empezaba a hacerse público el caso, Bonifacio y Berrospi aseguraron que nunca vieron nada sospechoso en Tumes. Sin embargo, con el hallazgo descomunal de pruebas irrefutables, incluso dentro de la computadora de Bonifacio, sus testimonios resultan claves.
-Más víctimas-
El martes pasado, la menor de 13 años que aparecía en los videos enviados anónimamente a Inspectoría de la Policía de Huánuco, salió de la casa hogar donde había sido internada y de nuevo quedó a disposición de la juez de Familia, Patricia Fernández. Había sido llevada al albergue como medida de protección, luego de que se le declarara en abandono moral y material por parte de sus padres.
“También para que no reciba amenazas a fin de que cambie la versión, o para que no esté en riesgo en caso personas cercanas al imputado quieran coaccionarla”, declaró la fiscal Pérez a El Comercio.
Durante las pesquisas fiscales se había constatado que Carlos Tumes tenía excesivas libertades en casa de la menor. No era raro para los vecinos del asentamiento humano Aparicio Pomares, en el caso urbano de Huánuco, verlo llegar en su moto o entrar y salir del precario inmueble. Incluso, le habían permitido viajar con ella a Tingo María por varios días.
Al parecer, por la resistencia de la menor a permanecer en la casa hogar y el riesgo de que se fugue, fue llevada de nuevo al despacho de la jueza Fernández. Después, quedó internada en una sala provisional habilitada para menores infractores. Para hoy estaba programado su traslado a un albergue de Tingo María.
La fiscalía está enfocada también en constatar si las víctimas están siendo coaccionadas para no declarar. Por lo pronto, personal de la Defensoría del Pueblo con sede en Huánuco corroboró que los padres de familia del colegio donde estudiaba la menor de 13 años, “Nuestra Señora de las Mercedes”, están reacios a declarar sobre el investigado. En ese plantel, Tumes trabajó durante los últimos ocho años instruyendo a los alumnos para desfiles escolares.
Para Pier Paolo Marzo, jefe de la defensoría en Huánuco, los padres aparentan el desentendimiento del tema para afuera, pero de cara al colegio están muy reñidos con la directora. Ello, aseguró, se evidencia en dos plantones que realizaron contra la autoridad escolar en las últimas semanas. “No descarto que esto también tenga que ver con el descontento por el riesgo en que estuvieron sus hijos frente a este policía”, señaló.
En tanto, como parte del peritaje a las computadoras incautadas de la Oficina de Participación Ciudadana (OPC), el personal fiscal especializado en informática identificó plenamente a otra víctima. Se trata de una niña de 11 años que también era parte de los programas para escolares que organizaba la OPC. Sus características son similares a las de las otras dos menores ya reconocidas: condición humilde, procedente de una familia disfuncional y también engatusada por el suboficial a través de regalos y atenciones.
-El encierro del monstruo-
Carlos Tumes ha pasado el primero de los nueve meses que debe cumplir preso en el penal de Potracancha, mientras es investigado, dentro de un pabellón para adultos mayores. La mayoría de sus compañeros de reclusión allí purgan condenas por el delito de violación.
Anda solo, se muestra siempre inseguro y apenas distrae la vista con algunos partidos de fulbito que juegan otros internos. Así lo encontró un equipo de la Defensoría cuando acudió a realizar unas diligencias en el centro penitenciario.
Imperturbable, Tumes no ha vuelto a declarar desde que señaló, para el protocolo de pericia psicológica, haber incurrido en tocamientos indebidos contra las menores de los videos pero no en relaciones sexuales con ellas. Desde que aseguró, también, que asistía a las chicas por sus carencias económicas y afectivas; y que, en lo delictivo, actuó solo. ¿A cuántos oculta? ¿A quiénes protege o quiénes siguen amenazando en su nombre a las víctimas? ¿A cambio de qué?