La minería ilegal de oro es un cáncer que destruye todo lo que toca en la Amazonía. Desde hace poco más de un año, su nueva víctima es la reserva comunal de Amarakaeri, una amplia zona de bosques centenarios ubicada en Madre de Dios, en la que habitan animales amenazados, como el oso de anteojos, el lobo de río, el caimán negro o el mono choro.
“Los mineros ilegales han afectado 11 hectáreas dentro de la misma reserva. En abril de este año, los expulsamos, pero la amenaza continúa en la zona de amortiguamiento”, precisó ayer Ernesto Escalante, biólogo y jefe de la reserva que es administrada por el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp).
Según Escalante, en lugares conocidos como Setapo, Siete Diablos y Banderme –todos situados en la zona de amortiguamiento–, se practica la minería ilegal con maquinaria pesada, chutes, cargadores frontales y retroexcavadoras. “Estos hechos han sido corroborados por el Sernanp y denunciados ante la Presidencia del Consejo de Ministros [PCM]”, indicó.
En mérito a ello, la oficina del Alto Comisionado en Asuntos de Formalización de la Minería, Interdicción de la Minería Ilegal y Remediación Ambiental de la PCM organizó ayer una operación en la zona de amortiguamiento. Participaron 800 policías y personal del Ministerio Público, el Ministerio del Ambiente y de la Marina. Se emplearon dos helicópteros y varias embarcaciones.
César Sierra, de la PCM, informó que en la zona de Setapo se destruyeron siete motores, una retroexcavadora, cinco campamentos, dos generadores, 50 galones de aceite y otros instrumentos. También se detuvo a dos personas. Por las lluvias se postergó la interdicción en otras zonas. “De ahora en adelante, el Estado estará presente aquí”, prometió Sierra.
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