Tracey Hodge nació hace 28 años en Wellington, la capital de Nueva Zelanda, pero el fútbol recién llegó a su vida hace una década. En el 2007, consiguió un trabajo a medio tiempo en el club Wellington Phoenix, que participa en la primera división del balompié australiano. Desde entonces, forma parte de la hinchada oficial de este equipo y de su selección nacional.
Hoy, ella trabaja como analista para una dependencia del gobierno neozelandés, pero eso no le ha impedido integrar el grupo de entre 20 y 30 simpatizantes oceánicos que llegaron a Lima para alentar a los "All Whites" en el Estadio Nacional. Luego de viajar por más de 18 horas desde su ciudad natal, Tracey arribó ayer a nuestra capital junto a tres amigos.
"Cuando nos enteramos que jugaríamos el repechaje al Mundial con un equipo sudamericano, asumimos que nuestras esperanzas eran mínimas. Sin embargo, este viaje a Perú es una aventura que vale la pena, sobre todo tras el empate que aún nos da una muy pequeña esperanza", señaló la neozelandesa a El Comercio.
Hodge calculó que la inversión del ticket aéreo a Lima alcanzó los US$3 mil, aunque ese monto se incrementará en los próximos días ya que, después del partido, tiene planeado visitar el Cusco, cruzar la frontera con Bolivia y finalmente llegar a Santiago. Desde la capital chilena tomará el avión que la regresará a Nueva Zelanda.
Actualmente se hospeda en San Miguel, aunque ya visitó Miraflores. "Lima es una ciudad enorme y sorprendente. Me llamó mucho la atención el tráfico vehicular. Se nota que el fútbol es cuestión de vida o muerte para los peruanos, ya que en todos lados se respira el ambiente del partido: en los anuncios publicitarios, en las personas que venden banderas, en todos lados", indicó Tracey.
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