— ¿Hace cuánto tiempo empezó su negocio?
Hace 35 años. En aquel tiempo ‘La Chayo’ era una picantería. Comencé vendiendo piqueos y chicha de jora a algunos visitantes de la zona. Con el tiempo me hice conocida y gane buenos clientes. Poco a poco mi negocio fue creciendo hasta tener lo que ahora tengo.
— ¿A sus casi 70 años sigue cocinando?
Debido a mi enfermedad en los huesos (artrosis) no puedo. Solo me dedico a sazonar las carnes y a dirigir la cocina. Mi hermana es quien me abastece de chicha de jora.
—¿Imaginó que su negocio se iba a hacer muy conocido?
Pensaba que cuando mis hijos fueran grandes iba a poder salir adelante. Pero el arduo trabajo que he invertido en mi negocio me ha permitido brindarles una buena educación.
—¿Quién heredará los secretos de ‘La Chayo’?
El secreto queda en familia. Se los he revelado a mis dos nueras y a mi hija Rosario. Ellas se han comprometido con el negocio para mejorar la calidad de vida de toda la familia.
—¿Cuántos clientes vienen los fines de semana?
Durante un fin de semana se atiende a un promedio de 400 visitantes. Ahora el negocio ha crecido, se vende más, pero para eso hemos tenido que adecuarnos al gusto del cliente. Ahora (los clientes) son más selectos.
—Hace poco ‘La Chayo’ amplió su local.
Debido a la saturación de los visitantes durante los fines de semana, hace dos años tuvimos que alquilar otro pequeño local –ubicado al frente de la sede principal. Allí solo atendemos los fines de semanas.
— ¿Tiene pensado abrir una sucursal en otro lugar?
Tenemos que aprovechar la marca de ‘La Chayo’. Muy pronto conquistaremos el paladar de los limeños. Ahora buscamos un local estratégico .
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