DIANA SEMINARIO MARÓN @Dianasemi
Terminamos y empezamos el año cargados de escándalos. Según Fernando de Szyszlo, existe el riesgo de un quiebre de la democracia. ¿Concuerda?
Ese riesgo existe. Por eso animo mucho, no solo a sus adversarios, sino a quienes lo respaldamos en la segunda vuelta, a enviar un mensaje claro a Ollanta Humala de que hay límites que él no puede desbordar.
¿De qué modo podría materializarse este quiebre?
Una forma es interviniendo los medios de comunicación. Y si el gobierno busca ello, tenemos la obligación de denunciar una operación antidemocrática. Otra forma sería la candidatura ilegal e inmoral de su esposa.
En el tema de los medios, Humala insiste en que debe verse en el Congreso y que ya habría un proyecto por presentarse en mayo. ¿Estamos camino a una intervención en los medios?
Si el Congreso le toma la palabra al presidente, lo que saldrá de ahí inevitablemente es una erosión del sistema democrático, del Estado de derecho y de la libertad de empresa y de expresión. Yo espero que los peruanos no permitan que el Congreso intervenga. Pero el hecho de que el presidente lo haya dicho públicamente despierta legítimas sospechas –entre quienes lo apoyamos en la segunda vuelta– de que lo que realmente pretende es intimidar a la prensa, adocenarla y controlarla.
¿El hecho de que se debata en el Congreso ya es una amenaza?
Veamos el cuadro completo: el presidente Humala se presentó con un programa llamado “La gran transformación” en el que había un capítulo sobre los medios de comunicación inspirado en la vía argentina. El presidente no ha hecho una elaboración filosófica sobre la concentración de medios, ha atacado directamente a un grupo. Cuando eso ocurre, la intervención que se produce por la vía legislativa o judicial, bajo presión del Ejecutivo, conduce a una merma de la libertad de expresión. Por eso, no permita el Perú que, a través del Congreso o del Poder Judicial, el gobierno intervenga en los medios de comunicación.
Cuando dice que ataca a un grupo específico, alude a la entrevista en la que dijo que era una vergüenza que el Grupo El Comercio tuviera tantos medios. Fue una respuesta a la pregunta sobre si estaba de acuerdo con la opinión de Mario Vargas Llosa, quien afirmó que veía un peligro en la llamada concentración de medios.
Mi padre es la persona que yo más aprecio y admiro en el mundo. En esto tengo con él una diferencia de opinión cariñosa, pero muy clara. Pero, mi padre, aunque dijo algo con lo que no estoy de acuerdo, también dijo que no debía haber una intervención política.
Concretamente, dijo que no debía haber una ley.
Esa frase abarca más que eso e implica que no haya intervención política. Es obvio que el presidente ha querido ampararse en mi padre para darse un escudo o protección. Pero hay una diferencia entre la postura de mi padre, que no quiere intervención política, y la del presidente, que interviene políticamente.
Y es válido que los padres y los hijos discrepen...
No solo eso, sino que también es válido discrepar con El Comercio, con el que discrepé en la segunda vuelta del 2011. Pero esta legítima discusión se debe dar en un plano que no tenga vinculación con operaciones políticas para mermar la libertad de expresión y mucho menos cuando se quiere legislar o intervenir contra un grupo de comunicación. Y eso también abarca la justicia. Cuando un presidente interviene en medio de una discusión judicial, el riesgo de que se presione al Poder Judicial es muy grande.
Amparado en este debate el presidente incluye al Congreso y hay periodistas que están de acuerdo, aunque advierten que no saque una “mala ley”. ¿No es contradictorio?
El Parlamento es un ámbito en el que lo que se discute siempre tiene que ver con las leyes, así que decir que se puede deliberar sin una ley es risible. Si el Parlamento discute este asunto, lo va a hacer en función a un proyecto de ley, y eso es peligrosísimo porque no va a ser un proyecto para fortalecer o proteger la propiedad privada de los medios de comunicación en el marco de la libertad de expresión, sino un proyecto de ley para perjudicar a un determinado grupo y probablemente beneficiar a otro. Eso es la negación de la propiedad privada, de la libertad de expresión y del Estado de derecho.
Llama la atención que sea la bancada de Acción Popular la que avale este proyecto de ley, pues fue Fernando Belaunde quien en 1980 devolvió los medios de comunicación a sus legítimos propietarios.
Don Fernando Belaunde debe estar dando brincos en la tumba. Es vergonzoso que un partido históricamente vinculado a la defensa de la libertad de expresión presente tal iniciativa.
Usted se pregunta por qué es concentración, si es de un grupo, y pluralidad, si es de otro.
Respeto a muchos de los colaboradores de “La República” y respeto su contribución reciente a la lucha democrática, pero no están actuando de manera coherente. Es evidente que ellos querían comprar Epensa y no haber podido los ha afectado mucho, así que han convertido tal frustración en una discusión sobre la concentración. El peligro es que están confundiendo a mucha gente, que puede creer que efectivamente hay en el Perú un grupo de medios de comunicación que se está apropiando indebida y desproporcionadamente del mercado, lo cual no es cierto. En el mercado de periódicos uno se gana todos los días el favor del consumidor. Lo único válido es asegurar que no haya barreras de entrada, o sea, que si quiero poner un diario y competir con El Comercio, “Perú 21” o “Depor”, nadie lo impida. Es la única intervención válida del gobierno, pero no es eso lo que se discute. Lo que tratan de hacer es impedir que lo que el Grupo El Comercio ha logrado por la vía del mercado, siga existiendo, lo cual es inaceptable desde el punto de vista de la defensa de los derechos de propiedad y expresión.
Usted menciona sentir aprecio por algunos columnistas de “La República”. Muchos de ellos, con posiciones liberales que en otros casos no aceptarían intervención alguna del Estado, han aparecido en este con opiniones contradictorias.
La medida de un liberal en esta discusión es aceptar que uno puede perder en el mercado, que su adversario le puede ganar, y lamentablemente muchas personas con credenciales liberales se dejan llevar por una argumentación incompatible con una visión liberal de la sociedad. Uno cree o no en los derechos de propiedad, uno cree o no en la libertad de expresión, uno cree o no en los derechos de los consumidores, que son la clave de todo, de decidir qué leen o no. Si uno cree en eso, no puede poner límites al número de lectores que un grupo de prensa escrita puede abarcar.
Sus críticos le recuerdan que usted apoyó abiertamente a Humala y que su cambio solo era para ganar las elecciones. ¿Se arrepiente del apoyo?
Decidí apoyar a Humala porque me parecía inmoral apoyar la otra candidatura, no por Keiko Fujimori –que es lo mejor que tiene el fujimorismo y cuyas intenciones no son malas pues quiere ayudar a limpiar el nombre de su familia– sino porque había la posibilidad de que quienes habían jugado un papel crucial en la corrupción de los años 90 volvieran al poder. Le di un voto de confianza a Humala con la condición de la vigilancia extrema, y porque sentí que teníamos más posibilidades de frenar a Humala si quería desbordar el marco democrático. Trato de ser coherente con lo que prometí, cuando dije lo de ser vigilantes.
No apoyó a Keiko por temor de que algunos de los personajes más oscuros de los 90 regresaran al poder. Pero un personaje ligado a Montesinos, como Óscar López Meneses, recibía ilegal custodia de este gobierno.
Es la mejor prueba de lo fundamental que es tener una prensa crítica. Si no hubiera sido por Cecilia Valenzuela y El Comercio, no se habrían conocido estos hechos. Esto no se conoció por la prensa amiga del gobierno. El gobierno reaccionó de la peor forma, minimizó el asunto y emprendió una campaña para convencernos de que estos hechos pertenecían al pasado. Lamentablemente, algunos medios cercanos al gobierno contribuyeron con tal campaña y lograron desviar la atención y entorpecer las investigaciones. Será difícil llegar al fondo, pero no olvidemos que estos hechos se produjeron bajo este gobierno y estas autoridades.
Humala dice que el investigado no es el gobierno, sino el “delincuente López Meneses”.
Él contribuye a elevar las sospechas respecto al gobierno cuando dice eso. Si un ciudadano observa que quien encabeza el gobierno nos da todas las señales de querer evitar una investigación a fondo, y culpa a terceros, incluyendo gobiernos que cayeron hace 13 años, empieza a sospechar que algo se oculta.
Nadine Heredia ha sido designada presidenta del Partido Nacionalista. Se critica su dualidad como presidenta del partido y primera dama.
Hechos como este avivan la desconfianza. El espíritu de esta designación no es propio de un país serio y moderno. Los presidentes no nombran a las primeras damas presidentas de su partido en pleno ejercicio del poder. Es una cosa de república bananera. ¿Qué tratan de hacer, preparar el terreno para que sea candidata presidencial o alistar el terreno para que el partido no salga muy vapuleado en las elecciones de este año o en las del 2016? No esperemos con los brazos cruzados.
¿Humala lo ha decepcionado?
Yo no voté por Churchill. Yo voté por Humala y sabía bien cuáles eran sus limitaciones y los riesgos que había. Siempre supuse que si nosotros ejercíamos una cierta vigilancia, y personas con credenciales lo orientaban bien, había la posibilidad de que se mantuviera en el cauce democrático y de que se respetara el modelo económico.
"No nos contentamos con que Fujimori esté preso"
Se ha dicho que el fujimorismo no da garantías para presidir la comisión López Meneses. ¿El fujimorismo tiene que estar proscrito para siempre?
Esa presidencia es producto de la torpeza del oficialismo y de quienes manejaron la comisión, así que no podemos quejarnos. Sobre el fujimorismo, hay personas que han delinquido y que no tienen derecho de participar en la vida política, y a ellas hay que derrotarlas en buena lid y no dar la impresión de que cuando llegamos al poder ajustamos cuentas como se hacía en el pasado. Lamentablemente, muchos pierden de vista que es fundamental para la democracia no utilizar el poder para eso, y hay que recordarlo cuando está fresco el recuerdo de Nelson Mandela, quien elevó la reconciliación a niveles poco comunes.
¿Una elección entre Keiko y Nadine volvería a ser entre el cáncer y el sida?
Nadine no puede candidatear, es ilegal y es inmoral. Respecto a Keiko Fujimori, imagino que tiene posibilidades significativas de pasar a segunda vuelta. Yo no votaría por ella, pero si vence, respetaré el resultado. Temo que haya gente que empiece a relativizar lo que pasó en los años 90 porque perciben que los adversarios del fujimorismo se comportan con un ánimo parecido. Y otra cosa que hace imposible que nos reconciliemos es este ambiente de crispación.
¿Cree que esa crispación que no permite la reconciliación pasa por etiquetar a todo el mundo y desa-creditar? ¿Es posible mirar hacia adelante?
La clave de los países que se han reconciliado es que quienes tenían las credenciales morales y democráticas condujeron esos procesos en los que coincidieron la justicia con la reconciliación. Nosotros aún no lo logramos. A veces siento que no nos contentamos con que Fujimori y muchos de sus colaboradores estén presos o que haya caído sobre todos ellos una tremenda censura moral. No nos contentamos y actuamos de un modo intolerante. Por ejemplo, si alguien como yo toma una posición distinta a otros respecto del tema de los medios, automáticamente soy descalificado. Solo falta que me digan fujimontesinista.
Con lo que acaba de decir se va a ganar varios enemigos...
Y me dirán que estoy pagado por El Comercio. Aprendamos a actuar como demócratas, no como aquellos que criticamos y denunciamos.