—Hay otro ingrediente en esta crisis que no estaba en las dos transiciones anteriores, en la de Paniagua y en la de Sagasti, que es la incertidumbre de un plazo, de una fecha de elecciones convocadas. En esas ocasiones lo había y fue una luz que nos guiaba. Ahora no tenemos certeza de si se va a confirmar el adelanto y cuando.
Yo tengo una visión un poquito esperanzada. Yo sí creo que el adelanto de elecciones es un hecho. Puede pasar cualquier cosa, pero lo doy por hecho. El punto acá es la incertidumbre. Se aumentó por el hecho de que la presidenta Boluarte tuvo en el momento que asumió el cargo, que mencionar lo que la Constitución decía que era completar el mandato [jurar hasta el 2026]. Creo que fue un error. No había que decirlo. Rápidamente corrigió y planteó que sería adelantada la elección a tal o cual fecha. Y ahí sí se complicó. Dijimos cuanto antes mejor. Y uno tiene que pensar que hay que prepararse para esa transición. No digo solamente quen hay que buscar a las mejores personas que postulen, hay que tener salvaguardas. A veces me pregunto si estamos realmente preparados para recibir a quien viene o sólo estamos preparados para la alegría de que se vayan todos y qué me importa quién viene.
—Ahora hasta hay un proyecto para que se vayan las cabezas de los organismos electorales. Parece broma.
Es terrible, ¿no? Porque aunque suene a chiste de mal gusto, no quedaría ni quién apague la luz.
—Faltaríamos irnos los electores.
Sí, y algunos se están yendo. Tengo la idea de que estos últimos cinco años han sido la cúspide, el punto máximo de una tendencia ‘destituyente’ que estábamos viendo. Y ahora la vemos con la fuerza más total. Hay gente que quiere que se vaya la señora Boluarte. Y hay gente que no se da cuenta de que estamos en un momento destituyente y dicen que se quede hasta el 2026, no dándose cuenta que es seguir alimentando a la vocación destituyente que rige. Lo que necesitamos es comenzar a pensar en un momento o un período ‘instituyente’, es decir, que reforcemos nuestras instituciones. Muchas de ellas que las pongamos más al día, pero también que creemos instituciones más inclusivas. Pero eso toma tiempo.
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—¿Y no pasa necesariamente por generar una nueva Constitución?
No, y no estoy hablando como secretario ejecutivo del Acuerdo Nacional, sino como un ciudadano preocupado. Yo creo que pensar que en un momento destituyente como el que vivimos se pueda proceder a elaborar una Constitución, es un error. Tengamos en cuenta que tras la destitución ocurre instituir antes de constituir y que estamos en un momento de profundo desmoronamiento, no sólo de instituciones, sino de nuestros propios códigos y pactos no escritos de respeto del uno por el otro, con todo nuestro estilo curioso, particular, pero que más o menos nos permitía vernos, mirarnos a los ojos, saludarnos. No pensar que alguien te puede apuñalar por la espalda y todo eso. No se puede pretender que en esta fragmentación que estamos viviendo, una constituyente pueda permitir articularnos y no pensar cómo comenzamos a construir las instituciones que están dentro de nosotros. Es lo que los grandes pensadores llaman las grandes instituciones subjetivas para apuntalar nuestras instituciones objetivas y mejorarlas, para poder tener una Constitución. Y repito que necesitamos una Constitución, pero no puesta al día en una constituyente que surja en un momento como este. Lo que yo veo es que se ha producido una amalgama, un enjambre no en torno a una propuesta, sino en torno a un rechazo. Y esta fuerza del rechazo, es tras el hartazgo por la pandemia, por nuestra fragilidad política, por darnos cuenta que parece que camináramos en círculos o que nos estamos hundiendo. Es un ‘no quiero, no quiero, no quiero’. Entonces, ¿cómo imaginarnos que de un clima de rechazo va a surgir una actitud constructiva? Es una contradicción absoluta.
—¿Y cómo generar esa actitud constructiva? No con una Asamblea Constituyente, ¿sino con confianza, diálogo?
Yo diría a los que quieren una asamblea constituyente o a los que quieren una nueva constitución, que la tarea es construir las condiciones de posibilidad de una nueva constitución inclusiva y no creer que el llamado a la asamblea es la condición que permite una nueva constitución. Repito, no hablo como secretario ejecutivo del Acuerdo Nacional, porque dentro de las fuerzas presentes, hay algunas personas que creen en la conveniencia de una constituyente y gentes que creen que ni siquiera se debe pronunciar esa palabra.
—Pregunto al secretario ejecutivo del Acuerdo Nacional sobre sus conversaciones con el Ejecutivo para que el AN ayude en esta coyuntura.
Estamos trabajando en esta sesión del foro del AN para el lunes 9 a las 15:30 de la tarde. Es el AN más el Consejo de Estado, pero muchas veces se dice que el AN es sólo un ámbito dialogante, lo cual es absolutamente cierto. Pero no se diga dialogante como si dialogar fuera soltar aire. Tenemos esta reunión que tiene una agenda muy pequeña. Estaremos los del AN más las instituciones presentes en el AN y hemos puesto un énfasis especial en la presencia de los gobiernos regionales. Tener esta sesión que quisiéramos que tenga como gran objetivo, proponer un gran diálogo nacional que requiere de la participación de instituciones aún no presentes en el AN, que tendría que empezarse lo más pronto posible. Quizá empezarlo con reuniones en varias macro regiones.
—¿Con participación de dirigentes de los frentes de defensa, por ejemplo el Fredepa ayacuchano?
No, pero sí tenemos los frentes regionales que tienen bastante cercanía. La admisión de nuevos miembros es un proceso lento y difícil. Estos grupos que tú mencionas, en este momento no es posible. Pero en las próximas reuniones de este gran diálogo nacional inclusivo, obviamente tienen que estar presentes.
—Es difícil para un gobierno dialogar con quien exige la renuncia de la presidenta y el cierre del Congreso.
Exacto. Pero, por otro lado, si no nos damos cuenta cuál es el sustrato que tienen esas protestas, no vamos a poder transformar la idea. Yo decía hace un rato que el problema de estas protestas es que son de rechazo, de ‘no quiero’. Muchos de nosotros no sabemos lo que queremos, pero sí sabemos lo que no queremos. Y si solo sabemos con certeza lo que no queremos, ¿cómo vamos a poder dialogar? Es imposible. Entonces, la apuesta por esta primera reunión del AN son tres o cuatro puntos fundamentales. ¿En estos momentos la tarea es agitar por una nueva constitución o la tarea es qué hacemos, por ejemplo, con los niños que están naciendo en este momento debajo del peso normal? ¿Acaso es más importante seguir agitando porque quiero que se vaya este o que venga el otro? Entonces, qué pasa si en un texto que es donde se juntan montones de personas, algunas rechazan lo que ocurre por el centralismo limeño, otros están hartos de la corrupción provinciana, otros están hartos de lo que sienten que es una suerte de desamparo con respecto al Estado, otros están hartos de la corrupción en todos los niveles, otros que han sentido el rechazo porque hablan castellano con un acento andino y no han visto un intento de entenderlos sin un desdén. Entonces, si no podemos darnos cuenta que esta convergencia de hartazgos no tiene un nombre y le queremos poner ‘que vuelva a Castillo’, o ‘que se vaya Boluarte’
—O adelanto de elecciones.
‘Adelanto elecciones mañana’ o cualquiera de esas cosas, estamos perdiendo de vista lo que en realidad importa. Todo esto ha generado un desconcierto muy grande. ¿Y qué hay del otro lado donde yo he escuchado a varios civiles que han dicho ‘fuego a discreción’? Lo he escuchado de muchísimos. Eso es decir ‘oye Ejército, tú estás al servicio de mi estado de ánimo en este momento, de mis gustos, de mis miedos’. O de mis odios.
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—Una pregunta peculiar. Tenemos por primera vez en la historia de Perú una presidenta mujer y que, a través de los medios de comunicación, habla quechua. ¿Son detalles que llegan tarde?
Me estoy acordando de ese poema de Manuel González Prada: “Los bienes y las glorias de la vida o nunca vienen o nos llegan tarde”. No sé si llegan tarde, pero sí sé que el valor simbólico de un hombre del ámbito rural andino, profesor de primaria, que llega al poder por el voto democrático, no se pudo, voy a usar una palabra horrenda, capitalizar. Luego, la sucesora constitucionalmente hablando es una mujer igualmente del mundo andino, bilingüe porque es quechuahablante e hispanohablante, y ha recurrido al quechua no para arengarnos, sino en términos amables, familiares. Sí, esto es también parte de lo que está pasando y es comenzar a reconocernos los unos a los otros. Todo proceso de reconocimiento es muy complicado porque se trata de reconocer al otro, pero reconocer también lo que de ese otro tengo yo. Y lo digo porque si nosotros nos definimos como una sociedad mestiza, quiere decir que cada quien tiene algo del otro adentro y no pretender acallar lo que hay de ese otro. Se ha utilizado la idea de mestizaje como una trampa, como detergente para blanquear indios y negros. Pero hay fuerzas mucho más poderosas que estaban haciéndonos probablemente pioneros de lo que está haciendo el mundo. El mundo va siendo cada vez más mezclado, más mestizo, más híbrido, más plural, más plurilingüe, más abierto. Entonces, sí creo que esto es muy importante, ahora que mencionas esto de la Presidenta Baluarte, es un punto…
—¿Instituyente?
Sí, sí. Es parte de un proceso instituyente, como creo que es también parte de un proyecto instituyente decir por qué no tratamos de transformar la protesta en demanda ciudadana y articularla en fórmulas propositivas. De repente, esa es la gran tarea, restituir a la palabra del valor que tenía. Acuérdate que Vallejo decía: “¡Y si después de tantas palabras, no sobrevive la palabra!”. Entonces creo que es restituir la palabra y darnos espacios para poder hablar. Hay momentos en que con amigos empezamos hablando y terminamos levantándonos la voz, me pasó en el AN. Es porque estamos también tensos, deprimidos y esa es una expresión de la depresión. Como decía Pankaj Mishra, vivimos en la edad de la cólera.
—Matilde Caplanski me decía, durante la pandemia, que la ira era una forma de la depresión.
Sí, es una forma, porque es la expresión y es la máscara de la depresión. ‘¡No, cómo voy a estar deprimido, hombre! [alza la voz para demostrar la idea]. ‘Se deprimen los idiotas, yo no’. Es verdaderamente terrible la intolerancia por las diferencias. Pero hay algo también igual de serio. La intolerancia por las similitudes. ‘!Este me dice que piensa como yo, no puede!. Necesitamos una gran dosis de escucharnos los unos a los otros y seguramente que al hablar va a haber algo de explosión, de desmelene, de catarsis, de evacuación de sentimientos desagradables; pero no nos quedemos en el ruido, vayamos al mensaje. ¿Qué es lo que están queriendo decir quiénes dicen que lo de Castillo no fue golpe, qué están queriendo decir los que dicen que hubo fraude? Si se pensaba que era imposible que hubiera ganado y había hecho trampa; y del otro lado, cualquier sujeto que viva, digamos en Miraflores, es poco menos que un sátrapa abusador que nunca tuvo el menor amor por la patria, o un racista de tomo y lomo, ¿eso es una simplificación también dañina, no? Bernard Lavallé, gran historiador francés, cuando estudiaba nuestra independencia, decía que los criollos miraron al país en el espejo limeño y creyeron que el país era el reflejo limeño. Bueno, yo lo que espero es que a la inversa no se produzca que las regiones miren al país con el solo espejo narcisista de la región.