Nos recibe en la sucursal limeña de la CAF, en su tierra, donde fue dos veces ministro de Economía. La sede de la ex Corporación Andina de Fomento, hoy Banco de Desarrollo de América Latina, está en Caracas, pero la pandemia le ha complicado desplazarse a Venezuela desde el 2020. Su renuncia, a un año de cumplir su mandato, obligará a adelantar la elección de su sucesor antes de que dos nuevos gobiernos (Perú y Ecuador) se sienten en el directorio. Aquí Luis Carranza nos explica por qué dio un paso al costado.
—¿Ha renunciado porque el directorio de la CAF se lo pidió o porque encontró una situación insostenible? Le faltaba poco más de un año.
La decisión de renuncia la tomé cuando me percaté de la fuerte politización que empezamos a tener en el directorio de CAF desde el último año. Me vi en la necesidad de tomar esta difícil decisión para mandar a los países un mensaje fuerte y claro de que las instituciones deben tener autonomía e independencia, para ser instrumentos útiles a los propios países.
—Esa politización, según su carta de renuncia, se concentra en un detalle: usted quería nombrar al señor Bernardo Requena como vicepresidente del Programa de Países y Argentina le sugería a otro.
No es un tema de justicia con un determinado funcionario, es el mensaje que uno le da a toda una organización. El mandato que tuve cuando asumí la presidencia de CAF fue buscar la eficiencia en la organización y hemos hecho una gran transformación en una organización con 50 años de historia exitosa. Eso requería un compromiso muy grande de los funcionarios. Tiene que haber un reconocimiento, una promoción y reglas de juego claras.
—O sea, más allá de los méritos de Requena, ¿usted quería afirmar la autonomía y profesionalización de la CAF?
Así es, en el caso concreto de Requena [de nacionalidad boliviana] tenía más de 17 años de experiencia y estaba 15 meses de interino en el cargo.
—¿A quién le pedían que nombre, a otro funcionario que está en la CAF?
Era una persona que no reunía ni remotamente las condiciones para el cargo. Permítame mantener en reserva el nombre y características.
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—Ha aparecido una denuncia de acoso laboral de la señora Alejandra Claros, funcionaria boliviana de la CAF que trabajó en el entorno de Evo Morales. ¿Ello quiere decir que los miembros del directorio argentinos y bolivianos están alineados?
No quiero especular sobre eso. Mi renuncia no tiene nada que ver con la denuncia de la señora Claros. Ella renunció de manera voluntaria el 2019. Hizo denuncias de acoso laboral dentro de la organización, se canalizaron a través de los procesos que tiene la organización y se llegó a una conclusión. Ella decidió judicializar su caso en el 2020 y está en la esfera judicial y debe mantenerse allí [el caso está en la justicia de Venezuela, donde reside Claros].
—¿No hay un alineamiento entre Argentina y Bolivia en el directorio?
Repito, no quiero especular. Lo concreto es que mi renuncia obedece a este intento de politización que está frenando reformas importantes que requiere la organización.
—¿Hay otros países que coinciden con Argentina?
No, fundamentalmente viene de Argentina.
—Claros dice, además, que el funcionario Víctor Rico, también boliviano, le pidió que abogara por un cuñado suyo que tenía un problema judicial. Ella dice que su denuncia no se atendió.
Todo se canalizó a través de los comités que tenemos. Llegaron a conclusiones y se implementaron las conclusiones. Y ella decidió judicializarlas.
—¿Rico sigue en la CAF?
Sigue trabajando en la CAF, efectivamente, es secretario general.
—Entonces, ¿debo entender que lo que hizo no se juzgó tan grave como para separarlo?
Son dos cosas distintas. La señora Claros denuncia y renuncia, y su renuncia fue voluntaria. Después decide judicializar la cosa y sus acusaciones [sobre el pedido que le hizo Rico] se canalizaron dentro de los comités que tenemos. El acoso laboral que ella denunció no tiene no que ver con el señor Rico, sino con otra funcionaria.
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—Claros cita el caso de Gonzalo de Castro que se quejó de ser trasladado de forma abrupta.
Él salió el 2018 cuando se detectó que no había cumplido con la normatividad interna. No fue un error involuntario [de Castro]. Luego, él decide judicializar su caso. Se llegó a un acuerdo con él y está cerrado.
—¿Que Claros reviva estos casos usted lo asocia a la politización que denuncia?
Es una hipótesis bastante probable. La reestructuración fue muy importante, se llevó a cabo con bastante fuerza desde el 2018. En el directorio de diciembre del 2018 llegaron también algunas cartas de exfuncionarios quejándose, pero pude explicar caso por caso, y el directorio me dio su respaldo.
—¿Qué fue del caso de la exministra Susana Pinilla, funcionaria de la CAF y con una sentencia por corrupción?
Susana Pinilla entró en el 2012 como representante de la CAF en Panamá. Cuando sale su fallo en primera instancia deja la representación en Panamá, apela, se asume la presunción de inocencia y sigue en la institución. Pero cuando sale el fallo en segunda instancia, en diciembre del 2020, se desvinculó de la CAF.
—La mitad de la vida de la CAF [de 1991 al 2016] ha tenido un solo presidente, el boliviano Luis Enrique García Rodríguez. Más allá de su éxito o popularidad, ¿una gestión tan larga anquilosa a una institución?
Fue una gestión cuyo objetivo fue el crecimiento y fue muy exitosa. La historia de la CAF es una historia de éxito. Ahora, cuando creces en operaciones, pero la estructura de tu organización no se moderniza, hay ciertos desfases y eso es lo que encontré. Había personas acostumbradas a un estilo de manejar las cosas, pero conté con el apoyo y compromiso de la inmensa mayoría.
—¿Contó con el voto de Argentina?
No.
—¿Desde allí había resistencia?
No, no. Mi relación con todos los presidentes y ministros siempre ha sido muy transparente, muy enfocada en resultados y en necesidades. Lo que sí no he aceptado es imposición de personas que no son idóneas para los cargos.
—En su carta de renuncia cuenta algo que sorprende. Dice que rebajó el gasto en eventos y capacitaciones de 16,8% a 2,9% y subió el de estudios técnicos de 4,2% a 25,9%.
Eso fue parte de enfocarnos en impacto en desarrollo. Encontramos que las demoras en los proyectos se debían a malos estudios de inversión que teníamos. Entonces fue una decisión consciente de traspasar fuertemente recursos de cooperación técnica a estos estudios.
—Da la impresión que muchos funcionarios se la pasaban en eventos y talleres. Además, dice que redujo el gasto en viajes en 40%.
Efectivamente, en capacitación dimos un vuelco total, y nos enfocamos en la capacitación virtual. Mantuvimos la presencial para cosas muy concretas. Eso fue en el 2017. Hemos hechos cursos de capacitación masivos. Con un costo mucho más bajo llegamos a decenas de miles de funcionarios públicos en la región. Comparando el 2016 con el 2018, tuvimos una reducción del 40% en presupuesto de viajes.
—A propósito de la pandemia, ¿se reenfocaron las prioridades de la CAF? ¿Encontró resistencia para ello?
No, al contrario. Encontré obsolescencia tecnológica, invertimos en ancho de banda, en un centro de datos en Panamá, y cuando la pandemia nos agarró, teníamos la capacidad técnica para hacer todo el trabajo, salvo para visitar proyectos.
—¿Reorientaron proyectos?
Siempre estamos muy coordinados con los gobiernos y nos adaptamos muy rápido a sus necesidades. En marzo del 2020 aprobamos líneas de crédito de rápido desembolso, durante el 2020 nuestras aprobaciones tuvieron un récord. Reforzamos líneas de crédito a los bancos de desarrollo de países. Hemos canalizado para Pymes más de $2 mil millones.
—En su carta dice que presentó un esquema de capitalización al que el directorio le dio largas. ¿Eso y lo del nombramiento de Requena están asociados?
Presentamos un esquema novedoso, voluntario, el país que necesitaba apoyo de la CAF entraba; el que no quería, no. Al final la CAF le iba a comprar acciones, tenía ventajas, era súper flexible. Por razones políticas se pospuso la aprobación de este mecanismo. No había ninguna razón real para posponer este proceso.
—Entonces, además de Argentina con el tema de Requena, ¿otros miembros en el directorio no le daban razón en su plan?
Los hechos son los que son. Se dilata la aprobación de un esquema de capitalización que lo veníamos conversando desde el año pasado, tengo a un vicepresidente encargado [Requena] que es el responsable de la operación, ¿cuál es el mensaje que le estamos dando a la organización?
—O sea, el tema de Requena está asociado a que se haya dilatado la aprobación de ese esquema.
De todas maneras. No voy a entrar en la dinámica propia del directorio pero los hechos son los hechos. Es mejor dar un paso al costado mandando un mensaje claro a los países de que hay que respetar la institucionalidad de la CAF.
—¿Hay discrepancias de orden ideológico con los miembros de Argentina, cuyo nuevo gobierno es de izquierda peronista es de una orientación que no es la suya?
Un banco de desarrollo se constituye para llevar a los países a hacer mejores carreteras, dar agua y saneamiento, dar electricidad. Ahí no importa si la persona es peronista, macrista, de izquierda o de derecha. Esa persona necesita transportarse de manera segura. No tendría por qué entrar la ideología.
—Pero entra a tallar.
Y hay que preservar la institucionalidad para que la CAF pueda seguir siendo un instrumento útil para el desarrollo y la integración. Al ver la politización de la CAF, mi decisión fue dar un paso al costado. Y mandé el mensaje. Durante mis cuatro años la ideología nunca afectó las decisiones de mi administración, ni siquiera en el caso de Venezuela, que fue muy complejo.
—¿Que la sede esté en Caracas lo hizo más complejo?
No, ello no añadió complejidad al tema. He mantenido una relación estrecha y transparente con los gobiernos. Antes de la pandemia pasaba una semana al mes en Caracas y el resto viajaba por la región.
—¿Los miembros de Venezuela coincidieron con los de Argentina?
Prefiero no entrar en la dinámica propia del directorio, más allá de lo que está en mi carta de renuncia.
—¿Cuáles son sus planes futuros?
Ninguno. Hay algunas cosas pendientes para cerrar antes de mi partida el 23 de abril y estamos avanzando.
—Con su experiencia como exministro de Economía y aún presidente de la CAF, confírmenos: ¿es cierto que nuestra región es la más golpeada? ¿Nos va a costar años recuperarnos?
América Latina ha sido la región más golpeada del mundo. Su recuperación va a estar por debajo del promedio mundial. En términos de promedios, el 2023 vamos a regresar a los niveles pre crisis del 2019.
—¿Se materializó la trampa del ingreso medio? ¿Los más ricos resistieron mejor, y el embate es más fuerte para nosotros que para los más pobres?
Así es. Estamos preparando un informe de políticas pospandemia que tiene que ver con la parte fiscal. Muchos de nuestros países tenían reglas fiscales que han dejado en suspenso y hay que retomarlas de la mejor manera.
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