No era una percepción producto de la histeria. El Perú es el país de América Latina con la mayor tasa de víctimas de la delincuencia. Así lo revela el Barómetro de las Américas 2014, presentado ayer en la sede del Instituto de Estudios Peruanos (IEP).
De acuerdo a este trabajo del Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP), el 30,6% de los ciudadanos peruanos ha sido víctima de al menos un acto delincuencial durante el año pasado: El promedio para la región es de 17,3%.
"No es un hecho nuevo", comenta el especialista en temas de seguridad Carlos Basombrío. En último Barómetro 2012, recuerda, Ecuador tenía una tasa más alta.
"Los datos no son ninguna sorpresa. La situación se ha deteriorado a ojos vista. La población así lo percibe. La gran mayoría de la población cree que la delincuencia es el principal problema del país”, señala Basombrío.
En efecto, con 46,7%, el Perú es el sexto país en el cual se identifica la seguridad como el problema más importante para el país.
Carlos Basombrío, no obstante, subraya que si bien el Perú tiene la más alta tasa de victimización por delincuencia, no lo tiene por robos en el vecindiario (sexto con 57,5%), extorsión o chantaja en el vecindario (décimo cuarto con 9,1%) o asesinatos en el vecindario (décimo sexto con 14,7%).
"No hay que confundir cantidad, con gravedad. Afortunadamente en el Perú, los hechos no son tan violentos, como en otros países de América Latina", enfatiza.
LA CORRUPCIÓN De otro lado, el Barómetro de las Américas indica que el Perú tiene el sexto más alto índice de victimización de corrupción: el 26,4% dijo que le solicitaron pagar una coima durante el último año.
LAPOP elabora un índice de percepción de corrupción (de 0 a 100), en base a la pregunta: ¿Qué tan generalizada está la corrupción entre los funcionarios públicos? 78,2 es el índice en el caso peruano, apenas unos puntos por debajo de Venezuela, donde el índice de percepción de la corrupción es de 80, el más alto de la región.
Para el profesor de ciencias políticas Eduardo Dargent, estos resultados cuestionan el sistema político y la legitimidad del sistema. "Esto contrasta con un país que ha tenido buenos números económicos y cierta estabilidad", dice a este Diario.
“La gente mira con desconfianza al Estado. Es un coctel medio complicado”, indica.