Fernando Vivas

nos espera en un camerino del Gran Teatro Nacional. Acaba de hacer arengas para cambiar los hábitos alimenticios del planeta al lado de Sam Kass, ex chef de la Casa Blanca y líder del movimiento Let’s Move, y de Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial. Kim se ha declarado su fan y quiere aprovechar el ‘star power’ de chefs como él y Kass para enfrentar los desafíos de la pobreza y del cambio climático. 

—¿Realmente te pasó por la cabeza querer ser candidato? 
Jamás, lo que ocurre es que las entrevistas cogen una dinámica. Te preguntan 10 veces “¿vas a ser?”, tú dices 10 veces “no voy a ser”; hasta que te dicen “¿en qué circunstancia podrías ser?”, y digo, “bueno si aparece un sátrapa y la sociedad cree que eres el único que puede contra él”. Entonces, el titular es “Gastón se lanzaría”. Pero era una situación metafórica. 

—Y una vez que estuviste en los titulares e incluso en las encuestas, ¿no lo pensaste? 
Para nada. Es muy sencillo. En mi vida hubo un momento trascendental, cuando decidí ser cocinero. Mi padre había soñado toda su vida con que yo fuese político. Hizo todo lo que debía hacer para eso, me llevaba a los mítines de AP cuando yo tenía 8 años, me hacía leer desde Weber hasta Marx. 

—¿Estudiar Derecho estaba en ese plan? 
Exactamente. Y me convencieron de que ser cocinero era una locura y que estudiara Derecho. Afortunadamente, pude ir a España y en la soledad engañar a mi familia, dejar el Derecho y convertirme en cocinero. 

—O sea, te costó mucho como para dejarlo por la política. 
Si algo tengo que agradecer a la vida, es haber sido cocinero y no político. Sería un absurdo contra mí mismo imaginarme en ese mundo de la política que maneja códigos absolutamente distintos a los que se maneja en la cocina, un mundo de generosidad, de luz, de compartir. La política es la intriga, la oscuridad.

—Pero se puede hacer política desde la cocina. 
Exactamente. Y ahí es donde se confunden algunos compatriotas que creen que las acciones que uno hace para promover su país en el mundo, para promover sus productos, para integrar una cadena de valor donde todos intenten crecer juntos; podrían ejecutarlas los cocineros pasando a la política.

—Jim Yong Kim dice que financiaría cualquier proyecto que tenga que ver con esa cadena de valor.
Desde la cocina, ah. Todo el mundo se alimenta, todo el mundo cocina en consecuencia. Ese es un poder que no ha sido utilizado para influenciar mercados, para cambiar hábitos de consumo, para generar espíritus solidarios. ¡El poder de la alimentación! ¿Quiénes se han entrenado en eso? Los cocineros profesionales. Podemos llevar la palabra del agricultor que siente que el cambio climático puede afectar su vida, de niños que se sienten negados en su identidad, en sus tradiciones. Podemos convencer a los comensales para cambiar hábitos y ayudar a que el mundo enfrente sus retos de sostenibilidad.

—Los políticos te siguen viendo con apetito. Quieren tu respaldo. 
Te hablé de la cocina, ahora te hablo de la política. La cocina despierta pasiones, pero en un sentido, nos sentimos orgullosos de ella, sentimos que el mundo se ha enamorado de ella, y eso nos da seguridad e identidad tras una historia de 400 años en la que nos dijeron que lo nuestro no tenía mucho valor, que lo mejor era ser norteamericano, o europeo. La política también despierta pasiones, pero en otro sentido, de frustración, de engaños, de mentiras. Lo responsable es que un cocinero no tome partido y que se vuelque luego al ganador. 

—Hubo un candidato cuya fuerza era dar a entender que era ‘el candidato de Gastón’, Julio Guzmán. 
No lo es. Ahora, sería incoherente, desde la humildad del cocinero, que no reciba a alguien que pida hablar conmigo. Y tengo además una serie de desafíos por los que tengo que acercarme a cada candidato. Soy embajador de Unicef para la infancia y soy líder de una campaña para que cuando un candidato se tome una foto con un niño haga una promesa que nosotros podamos seguir. 

—¿No vas a decir , “entre dictadura y corrupción voto por PPK”? 
No lo voy a hacer porque soy cocinero y represento a la cocina peruana y cuando salgo al mundo represento a todos los peruanos y quienes están en una contienda democrática debieran merecer nuestro respeto. Así lo hice en el 2011. 

—¿Tuviste que morderte la lengua? 
[Ríe] Siempre me muerdo la lengua, todo el tiempo me muerdo la lengua. Tengo la política en las venas. Mi padre quería que sea político, mi vida es un ejercicio de morderme la lengua.

—Hablaste de hacer un Woodstock de cocineros. 
El Perú reúne las condiciones para decirle al mundo: OK, queremos hacer una comunidad mundial de cocineros al servicio de las políticas públicas. Hagamos un Woodstock en Lima, porque es el territorio de la diversidad. Es un gran sueño, que el mejor hombre de la paella, el mejor del falafel de Israel, el mejor del taco mexicano vengan a celebrar a Lima y a generar políticas de Estado en favor de nuestros niños. 

—¿Has pensado en el lugar? ¿Tiene que ser Lima? 
No lo he pensado, no tenemos recinto ferial. No tiene que ser Lima, pero demanda una logística impresionante, embajadores locales que reciban en sus restaurantes a los cocineros que tienen que preparar sus comidas. Es una utopía que parece que está tomando realidad. 

—Kim ha dicho que aportaría.
La idea es que ellos [el BM] lo ‘sponsoricen’. 

—Déjame terminar de postre con Toledo. Sé que te estás mordiendo la lengua. 
[Sonríe] Ya pasó, ya pasó. Es que soy muy emotivo con una escuela que nos ha costado tanto esfuerzo. Y tuvimos la generosidad del presidente del BM de organizar un almuerzo con los alumnos de nuestra escuela. Saliendo del almuerzo apareció este saludo [de Toledo], a esta escuela “iniciada en nuestro gobierno”. Lo que hice fue rectificar la frase, pues fue iniciada en el 2007 [luego del gobierno de Toledo] y hasta la fecha no ha recibido aporte de ningún gobierno. 

—Que el terreno haya sido cedido por el Estado es otra historia. 
Lo que no imaginé es el ‘bullying’ posterior a una rectificación que consideré necesaria. Luego, lamentablemente, la confusión se agrandó, como ocurre en la política. Que el terreno haya sido cedido por el Estado años antes durante el gobierno del presidente Toledo a la fundación que luego se asociaría con nosotros es otra cosa. Pero [Toledo] se habrá referido al gesto valioso de un gobierno para que años después nos encontráramos. Las redes están muy agitadas y le respondieron duramente.

—¿Qué esperas de un candidato ideal, qué consensos debe lograr? 
Debe ser una persona que tenga la convicción absoluta de que esta es nuestra gran oportunidad, que no hay vuelta atrás, que no podemos regresar al recuerdo de un país que se mantiene en la pobreza. Que es la oportunidad para competir con los países que toda la vida hemos visto a lo lejos; que tenemos todos los recursos necesarios, talento, recursos naturales, buen corazón. Los próximos cinco años vamos a darle miles de millones de soles fruto de nuestro trabajo y queremos que con esos recursos nos conduzca a la gloria, a esa puerta que hemos esperado por 400 años que nos abra el camino para poner en valor lo nuestro. Pero, claro, la persona que gane debe estar convencida de ello y entregarse a esta causa para tender puentes, cerrar heridas, conciliar con todas la fuerzas políticas, y no caer en la tentación de una vez más entrar en el juego político que no conduce a nada. Yo sin querer acabo de vivirlo 24 horas, es irrelevante, no construyes nada. Tenemos millones de compatriotas esperando la señal para construir sus sueños. Creen en su país, quieren comerse el mundo.

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