Un descontento generalizado. El 80% de la ciudadanía asegura que no sabe quién es el actual presidente del Parlamento, cifra que confluye con la aprobación de apenas un dígito –8%– que arrastra este poder del Estado, así como la percepción negativa que se tiene de la labor de la institución y de las bancadas que lo conforman, según revela la última encuesta de Datum para El Comercio.
De acuerdo con el estudio, realizado a escala nacional entre el 1 y el 4 de marzo, solo un 13% identifica correctamente al legislador Alejandro Soto (Alianza para el Progreso) como titular del Congreso. Un 5% cree que es el ex primer ministro Alberto Otárola, mientras que un 2% cree que ese cargo lo tiene la presidenta de la República, Dina Boluarte.
La ciudadanía rechaza en su mayoría al Congreso (registra 85% de desaprobación), pues consideran que los legisladores “no trabajan en beneficio del país” (37%) o que “usan su cargo para beneficio propio” (17%); incluso le ponen una nota de 05, solo debajo del gobierno de Dina Boluarte, al que jalan con 04. Ninguna de las otras entidades enlistadas (Jurado Nacional de Elecciones, fiscalía, Junta Nacional de Justicia o el Poder Judicial) tiene nota aprobatoria.
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El actual Congreso, elegido junto al exmandatario Pedro Castillo en el 2021, es percibido como el peor de los últimos 15 años por la opinión pública (40%), por encima del Parlamento elegido en el 2016 (que obtiene 16%).
Los ciudadanos no solo evalúan de forma negativa al Congreso como institución, sino también a las bancadas que lo conforman. Consideran, por ejemplo, que ninguna es consecuente, respetuosa de la ley y el orden o que ninguna trabaja en beneficio del país (ver gráfico). E, incluso, un 27% señala a todos los grupos representados en el Legislativo como ociosos.
Fuerza Popular y Perú Libre (38% y 22%, respectivamente) son señaladas como las dos peores bancadas del Congreso, pero al mismo tiempo son ubicadas como las más cercanas a la mandataria Dina Boluarte.
—Puntos de vista—
El analista político Enrique Castillo apuntó a El Comercio que “las cifras son demoledoras para con el Congreso”, sobre todo por el nivel de consecuencia que tiene la ciudadanía con el rechazo cuando su postura se desagrega por variables.
“La ciudadanía no solamente no se siente representada, que es una conclusión interesante, sino que además denuesta al Congreso, lo desprecia, y le dice que es el peor de los últimos años”, refirió a este Diario.
Para Castillo, los peruanos evalúan al Congreso por su nivel de ‘utilidad’ frente a sus problemas y su vida diaria, y –a su juicio– el Parlamento actual no ha dado una sola norma en ese aspecto que permita cubrir lo que está sucediendo fuera del recinto legislativo; es decir, en las calles.
“Para la población, el Congreso se ha convertido en una isla, que no está dedicado a cumplir su trabajo en beneficio de la población para los grandes problemas y para los problemas particulares de cada uno de los ciudadanos”, remarcó.
El analista político José Carlos Requena resaltó que el alto rechazo al Congreso “es coherente con lo que la gente percibe, con el desapego que se tiene, con la distancia que se siente entre las agendas de los parlamentarios y las preocupaciones ciudadanas”.
Apuntó que, si al problema de representatividad que ya se arrastraba en el Parlamento que pasa por un tema de diseño, se le suma ahora “la dinámica actual que es el empuje de agendas particulares subalternas”, aunque con algunas excepciones, pues se tiene un escenario mucho más complicado. “Esta percepción de que se legisla para sus propios intereses es muy amplia”, remarcó.
Sobre el caso de Alejandro Soto, mencionó que un factor que entra a tallar –además del desinterés ciudadano– es el “perfil” del legislador, pues “tiene muchísimos pasivos” desde que inició su gestión y por ello trata de optar por mantenerse fuera del escrutinio público, pese a los temas relevantes.
El representante de APP prácticamente no ha declarado a la prensa desde que inició su gestión.
Los tres poderes del Estado reciben las peores evaluaciones, entre 04 y 07 en una nota tipo colegio. Aunque todos jalados, las razones son distintas. La población cuestiona la capacidad de la presidenta Boluarte para gobernar, la corrupción en el Poder Judicial y la utilización del cargo en beneficio propio de los congresistas.
Si miramos más profundamente el Poder Legislativo, encontramos que es mínima la recordación del nombre del presidente del Congreso y peor aún, las posibilidades de reelección son mínimas (5%, pues solo un tercio del 16% que recuerda por quién votó lo reelegiría). Incluso, una mirada más específica por bancadas, nos da cuenta de lo mismo. La mitad de los encuestados considera que todas las bancadas son malas o no saben indicar cuál es la mejor, cifra que se incrementa significativamente cuando hablamos de preparación, respeto, presentación de proyectos y trabajo en beneficio del país.
Ninguna bancada sale bien evaluada y las respuestas se dispersan entre los distintos grupos parlamentarios. La bancada más controversial sigue siendo Fuerza Popular. Si bien Fuerza Popular es señalada como la peor bancada, también es considerada la más consecuente y mejor preparada. Perú Libre, aunque también cuestionada, es mejor evaluada en el centro, sur y oriente del país; es clara la diferencia con la percepción en Lima y el norte. Acción Popular destaca en menciones en relación con otras agrupaciones, pues algunas ni siquiera son mencionadas (ni para bien ni para mal).
El problema no radica en el bajo nivel de conocimiento de las funciones del Congreso. Sin duda, comunicar y dar a conocer sus funciones podría ayudar a alinear expectativas, pero no resolvería el problema de fondo que está más relacionado a los atributos personales de los congresistas.