De los 13 voceros de las bancadas del nuevo Congreso, seis defendieron los colores de otros partidos en anteriores elecciones. Por ejemplo, en Fuerza Popular los tres portavoces Luis Galarreta, Lourdes Alcorta y Daniel Salaverry no son militantes del fujimorismo y tienen como su grupo de origen a Renovación, el PPC y el Apra, respectivamente.
En el oficialismo, los congresistas Carlos Bruce y Salvador Heresi fueron parte de Perú Posible y el Partido Popular Cristiano. El ex ministro de Vivienda fue expulsado de la chacana por oponerse a la alianza con el gobierno de Humala, mientras que el secretario general de Peruanos por el Kambio dejó el PPC para postular en el 2010 a la alcaldía de San Miguel por Cambio Radical.
Otro caso es el de la vocera alterna de Alianza para el Progreso (APP) Marisol Espinoza, quien hasta la semana pasada era la primera vicepresidenta de la administración nacionalista.
El analista político Arturo Maldonado explicó que estas personas “han logrado sobrevivir políticamente, hablando” porque se han mudado de partido. Añadió que si Fuerza Popular, Peruanos por el Kambio y APP los incorporaron fue porque son “figuras públicas” y “electoralmente les rinden”.
“Son voceros porque son figuras. Es como un equipo de fútbol que se jala a la estrella de otro club y lo pone como capitán, es algo parecido [a lo que sucede en esas agrupaciones]”, manifestó en comunicación con El Comercio.
Maldonado indicó que en Fuerza Popular, un partido que tiene a “cuadros históricos” y “con cierta trayectoria”, puede haber causado algunas molestias que designen a Galarreta, Alcorta y Salaverry como portavoces. “Ahí se ve bastante la mano de una líder como Keiko Fujimori para suavizar las asperezas que puedan existir entre invitados y militantes”, añadió.
El panorama, de acuerdo al profesor de Ciencias Sociales de la PUCP, puede ser diferente en el oficialismo, donde “no hay una facción partidaria fuerte”. “Gilbert Violeta estuvo desde el comienzo con Pedro Pablo Kuczynski, pero es una historia reciente, que tiene poco más de cinco años. No tienen mucha militancia y tienen una base tecnócrata”, refirió.
En el 2006, Lourdes Alcorta fue elegida como congresista por el PPC; en el 2011 llegó al Parlamento por la Alianza para el Gran Cambio. Durante el anterior Congreso estuvo en tres bancadas: APGC, Unión Regional y Concertación Parlamentaria. Hoy defiende los colores del fujimorismo. (Foto: Alonso Chero/ El Comercio)
— ¿Es posible una ley antitránsfugas? —
El analista político Luis Benavente consideró que una norma contra el transfuguismo “no conducirá a nada, porque hecha la ley hecha la trampa”. “A menos que establezca que tras su renuncia a su partido de origen, un político no puede postular a ningún cargo público en 10 años, pero eso nunca lo van a aprobar”, añadió.
En comunicación con este Diario, Benavente dijo que la palabra “transfuguismo” es sumamente dura, porque “nos remite a la salita de Montesinos en el Servicio de Inteligencia Nacional”. Explicó que, actualmente, las renuncias a las agrupaciones se dan porque “los partidos son débiles” y “porque el político quiere sobrevivir y buscar un espacio”.
El consultor afirmó que detrás de “la movilidad” partidaria está la crisis de la clase política, por lo que opinó que es necesaria una reforma que apunte a la consolidación de las agrupaciones.
El ex presidente del Congreso Ántero Flores-Aráoz sostuvo que se debe diferenciar entre el transfuguismo, “que es la mudanza de un partido a otro porque te da la gana o porque te han ofrecido alguna facilidad”, y la disidencia.
“No todo cambio de partido significa transfuguismo. Por ejemplo, qué pasa si te inscribiste a un partido social demócrata y de repente cambió y se volvió marxista. ¿Estoy obligado a quedarme? ¿Es ético que yo siga en ese lugar pese a que no pienso igual?”, manifestó Flores-Aráoz, quien renunció al Partido Popular Cristiano (PPC) tras las elecciones presidenciales del 2006.