(Ilustración: Víctor Sanjinez)
(Ilustración: Víctor Sanjinez)
Fernando Vivas

La prisión del líder puede encender la flama de la militancia; pero en el nacionalismo no sucede así. La doble carcelería de y es un síntoma más de devastación. Además, no se da por razones, digamos, épicas, sino complejas y lastimosamente penales.

En realidad, la debacle y la sangría de militantes del Partido Nacionalista Peruano (PNP) empezaron –contra toda lógica política– cuando este estaba en el poder. La fiebre confrontacional, sobre todo de Nadine Heredia, hacia sus enemigos fujimoristas y apristas, y hacia su disidente ala izquierda, los puso en serísimos aprietos cuando, en el último tramo de su gestión, buscaron un sucesor.

Ana Jara y Daniel Abugattás, para citar solo a dos nacionalistas del más alto perfil, se apartaron cuando se confirmó que el candidato a la sucesión sería el controvertido Daniel Urresti, lanzado, retirado y vuelto a lanzar en una nerviosa seguidilla de indecisiones. El plan apenas esbozado de forzar una candidatura de Nadine Heredia –Alan García lo bautizó efectistamente como ‘reelección conyugal’– se había descartado cuando las encuestas y las primeras denuncias periodísticas de presunto desbalance patrimonial con fondos de campaña revelaron que el desgaste en los índices de aprobación era más acusado en ella que en él. El resultado de la desesperada apuesta por Urresti fue fatal: no hubo un solo congresista que alzara la voz en nombre de Ollanta ante un Congreso tremendamente hostil. Al menos, tomaron una precaución: retiraron al candidato días antes de las elecciones para conservar la inscripción del PNP, tal como lo permite la legislación electoral.

Todo complotó para que la orden de 18 meses de prisión preventiva para el matrimonio, pedida por el fiscal Germán Juárez y concedida por el juez Richard Concepción Carhuancho el 13 de julio del 2017, fuese recibida con frialdad por el resto de partidos, indolentes ante la posibilidad de que la misma severidad se les aplique en el futuro. En rigor judicial, la cárcel no era tanto resultado de la gravedad de la acusación de lavado de activos (US$3 millones, según Barata) provenientes de Odebrecht en la campaña del 2011, sino de la conducta procesal de la pareja. La frustrada aplicación de Nadine para un puesto en la FAO en Ginebra y la solicitud de permiso para que sus hijas viajaran al extranjero acompañadas por otra persona se interpretaron por la justicia como una estrategia gradual de desarraigo familiar, de fuga en fases.

—Diroes y Santa Mónica—
La orden fue dura, pero la pareja tuvo la precaución de la imagen: Nadine sonreía mientras la trasladaban a la carceleta del Poder Judicial y de allí a Santa Mónica. No dejaba de ser política en la desgracia. El ex presidente tuvo y tiene un mejor trato. Le tocó ser vecino de Alberto Fujimori en el penal de Barbadillo (Diroes). No solo su celda es más grande, sino que tiene un régimen de visitas más flexible. Nadine, en cambio, no podía recibir a sus tres hijos juntos, por regulaciones específicas de Santa Mónica. Su defensa tuvo que apelar a recomendaciones del colegio de las hijas y de psicólogos para que el Instituto Nacional Penitenciario (INPE) flexibilizara las visitas. Las chicas, además, según contó una fuerte cercana a la familia, se sentían culpables ante la idea de que su permiso para viajar hubiera precipitado la prisión. Hacia la Navidad del 2017, varios matrimonios presos en todo el país, incluyéndolos a ellos, pudieron tener reuniones familiares. Ese beneficio se ha repetido en otras dos oportunidades. El viernes, cuando los otros políticos, Alan, Keiko y el propio PPK, hacían descargos histriónicos, Nadine publicó un lacónico y amargo tuit: “Llegó marzo. El lunes empiezan las clases y nosotros seguimos separados de nuestros hijos”.

La libertad para afrontar el juicio que se les viene, que lo que busca denodadamente la defensa –a Wilfredo Pedraza y Julio César Espinoza, se sumó César Nakazaki–, se ha estrellado con fallos adversos hasta de la Corte Suprema, que no les admitió un recurso de casación. Ahora han apostado por un hábeas corpus ante el Tribunal Constitucional. Del otro lado, el Ministerio Público acaba de interrogar a Barata para tener lista su acusación antes de diciembre de este año, cuando se vence el plazo para investigar y de la prisión preventiva.

—El fondo de la olla—
Ollanta retomó la presidencia del partido de manos de Nadine el día que dejó la presidencia del Perú. La sangría seguía y hasta Víctor Isla y Ana María Solórzano, los correligionarios por los que Ollanta y Nadine sacrificaron a otros dirigentes con tal de hacerlos, sucesivamente, presidentes del Congreso, se fueron, aunque sin perder la amistad.

El escudero más fiel, el ex congresista Santiago Gastañaduí, quien había sido esposo de Rosa Heredia, prima de Nadine Heredia, fue enrolado por Ollanta Humala en el puesto de asesor que correspondía a los ex presidentes. El beneficio se derogó al poco tiempo, pero Gastañaduí sigue en la órbita humalista, al igual que Alberto Otárola, enrolado en la defensa, y Cynthia Montes, fundadora y jefa de prensa en la campaña del 2006, relegada a menores responsabilidades durante el gobierno, pero hoy secretaria nacional de organización con lealtad a prueba de balas.

Cynthia me contó que de vez en cuando visita al par y hablan del partido. Algunos ex congresistas como Fredy Otárola (hermano de Alberto), Hugo Carrillo, Martín Rivas, Agustín Molina siguen en la órbita. El antes ubicuo Teófilo Gamarra no puede dar la cara porque trabaja en el Estado. Cuando le pregunto a Cynthia si, con esas exiguas lealtades en su Comité Ejecutivo Nacional (CEN), se lanzarán a las elecciones de este año, responde moderada: “No, pero vamos a hacer alianzas con movimientos regionales”.

Las apuestas para el matrimonio fundador del PNP son dramáticas: si consiguieran afrontar lo que queda de su juicio en libertad, los pronósticos para el fallo no son los más halagüeños. Ha trascendido que Barata, en su último interrogatorio con el fiscal Juárez, dio más indicios sobre el ingente apoyo de Odebrecht. Que otros partidos atraviesen similares acusaciones de aportes secretos (aunque no recibidos directamente por sus cabezas) será apenas un consuelo, no un motor de revitalización partidaria.

MÁS EN POLÍTICA...