Daniel Salaverry Villa (DSV como las iniciales de una empresa y un partido propio de los que ya se desvinculó) acaba de ser elegido presidente del Congreso tras dos duelos políticos, uno silencioso, el otro vocinglero. El silencioso ha sido dentro de su propio partido, donde estaba claro que Keiko Fujimori buscaría hacer valer un provisional escalafón naranja: que los voceros se conviertan en presidentes (pasó con Luis Galarreta, debía pasar con Salaverry). Además, quería premiar la lealtad de un nuevo militante (de invitado pasó a ser dirigente de Fuerza Popular el 13 de febrero de 2018, según registro del portal Infogob) que cumplió encargos tan polémicos como denunciar al ex fiscal de la Nación Pablo Sánchez.
Con esta decisión tomada por su lideresa, Salaverry optó por resistir en silencio la campaña de su competidor interno, Miki Torres. Salió, recientemente, a relativizar la contrariedad de que un buen amigo suyo, Pablo Morales Vásquez, estaba ligado a la red de amigos e influencias del CNM. Finalmente, resistió un duelo vocinglero, con intento de tacha de por medio, el de otra lista multipartidaria, que no estaba seguro que ocurriría, pues, tras la suspensión de tres de los ‘avengers’ (incluido Kenji Fujimori), se pensaba que el fujimorismo estaba suficientemente fortalecido como para desanimar la formación de un bloque que les reclamara el control del Congreso.
El 3 de julio del 2016, cuando Salaverry dejaba de ser vocero de la campaña naranja para instalarse como congresista electo, se publicó el siguiente perfil (titulado “Daniel Salaverry, el vocero que cayó del norte”), en el que empieza por afirmar su fujimorismo keikista.
Es bastante más alto que lo que muestran los programas políticos y bastante menos fujimorista –en un sentido albertista– que lo que su pasión de vocero naranja delata. ¿Conoces a Alberto Fujimori? “No”. ¿Te interesa conocerlo? “No me interesa conocerlo”. Y ríe para salir del apuro.
Daniel Salaverry Villa no podía ser fujimorista en los años 90, porque es trujillano hijo y nieto de apristas. “Nací en cuna aprista. Ingresé al partido con la ilusión de todos los jóvenes”, cuenta. En su caso no solo hubo ilusión, sino ambición. A los 37 años, fue el candidato del Apra a la Alcaldía de Trujillo. No pudo contra Acuña.
Otra sorpresa precoz: a sus 43 años, tiene un hijo de 25 y dos hijas de 18 y 9. Antes de intentar recuperar Trujillo para el Apra, tuvo que trabajar para su familia. Estudió Arquitectura en la Universidad Antenor Orrego y en la César Vallejo. Fundó su empresa de construcción Coinsa y luego otra, llamada DSV, como las iniciales de su nombre. Tuvo éxito empresarial y también problemas, pues los medios registraron denuncias de beneficiarios inconformes de un proyecto que él ejecutó. Les echa la culpa a sus rivales acuñistas de campaña. “Hay un contrato con un plazo determinado, y hay que correr. Hay una pausa entre que terminas el casco y haces los acabados y los beneficiarios se ponen impacientes, sobre todo si eres empresario y político”. En enero de este año vendió sus acciones. Ahora tiene que ser político a tiempo completo.
—Te presento a Keiko—
Cuando dejó el Apra y quiso lanzarse al sillón de Trujillo por segunda vez en el 2014, formó el movimiento Democracia, Seguridad y Valores. Y dale con las siglas: “Fue un consejo de los marketeros, me dijeron que tenía poco tiempo para posicionarme y eso ayudaba”.
En el trance de fundar el partido propio y no tenerlo inscrito a tiempo, conversó con Keiko Fujimori. ¿Quién te la presentó? “Joaquín Ramírez, con quien me une una buena amistad. Fui presidente del Club Mannucci por cuatro años, emblemático de mi región, y le cedí la posta cuando los socios lo eligieron. Ahí lo conocí y me dijo: ‘Queremos conversar contigo’”.
Esa vez, a pesar del paraguas de Fuerza Popular, obtuvo menos votos; pero arrancó su carrera en la primera –en caudal electoral– fuerza política nacional. Bregó para ubicarse en la lista congresal por La Libertad. Postuló con el número 2, detrás de Octavio Salazar; pero sacó más votos que él. Intento sacarle alguna ironía contra ese ex generalote de la policía que confundió los planes de seguridad de Keiko, pero no lo logro. Los voceros fujimoristas están bien entrenados para callar y Daniel entró a reforzar la vocería en la segunda vuelta, cuando ya estaba electo y FP necesitaba rostros más amables que el de Becerril y más prudentes que Cecilia Chacón.
—La voz propia—
A diferencia de Peruanos por el Kambio y del Frente Amplio, Fuerza Popular se está tomando su tiempo para definir su agenda congresal. Que si hacen o no mesa multipartidaria, que si invitan o no a los ppkausas, que quién va a ser portavoz son dilemas que no han resuelto aún. ¿Tú podrías ser portavoz? “No necesariamente”, responde, sin ocultar que está disponible para lo que mande el partido.
A falta de decisiones colectivas, responde con su opinión a las preguntas de coyuntura. ¿Concederán facultades a PPK? “Creo que en seguridad ciudadana deberíamos dar todas las herramientas al gobierno entrante. No podemos esperar más. Las familias están cansadas de ver que todos los días matan a nuestros jóvenes y nadie hace nada. [...] En los otros temas, necesitamos saber quiénes ejecutarían los decretos legislativos que saque el futuro gobierno. No es cuestión de dar un cheque en blanco”. Sobre la Mesa Directiva, cree que debe ser multipartidaria pero solo de oposición, sin invitar a los ppkausas.
¿Qué piensa Daniel de la campaña perdida por un pelo? “Aspirábamos a ser gobierno. Es duro ver que después de años de trabajo y de recorrer el país, en los últimos siete días soportes una campaña del poder político encabezado por Humala, de los medios que buscaron impedir que Keiko ganara”. ¿Y no hubo debilidades propias? “Es evidente, no voy a tapar el sol con un dedo, que nuestros adversarios supieron utilizar algunos escándalos mediáticos a su favor”. ¿Ramírez debió renunciar al día siguiente y no tres después? “Obviamente, los aciertos y desaciertos de la campaña los hemos analizado, pero deben quedar en lo interno” [sonríe].
Por nada del mundo, quiere soltarme el nombre de su correligionario(a) que pudiera presidir el Congreso. Lo que sí me queda claro es que Keiko les ha pedido austeridad y que no participen en comisiones ligadas a sus negocios, para evitar conflictos de intereses. El Congreso va a ser naranja y FP no quiere absorber su mala imagen. Daniel, por ejemplo, ha decidido no ser parte de la Comisión de Vivienda.
Alejandro Aguinaga dice que fue un error ‘desfujimorizar el fujimorismo’.
“Hay que comprender sus declaraciones porque él viene de esa generación de fujimoristas. Quienes formamos ahora Fuerza Popular y queremos que el partido perdure por décadas tenemos muy claro que hay un solo liderazgo. Keiko ha estado haciendo las cosas bien”.
Daniel está a favor de la unión civil sin adopción de niños, en contra del aborto (“soy pro vida”, dice), a favor del voto preferencial si hay una reforma electoral, está estudiando qué temas del Plan Perú naranja se pueden impulsar en el Congreso, y está buscando casa en Lima, porque tiene que mudarse de Trujillo ya mismo.