(Foto: Presidencia)
(Foto: Presidencia)
Diana Seminario

El craso error cometido por el presidente  durante su discurso en la ceremonia de conmemoración de la Batalla de Arica evidencia la atrevida ignorancia de quien escribió el texto, o la flojera y desidia de un jefe del Estado que es incapaz de leer un discurso que deberá pronunciar.

Afirmar que el argentino se inmoló en el morro de Arica, cuando la verdad fue que sobrevivió a esa gesta y llegó a ser presidente de su país, pone de manifiesto a un presidente preocupado por el corto plazo y muy lejos de ser un mandatario con visión para construir un mensaje de unidad, inspirado en un hecho histórico protagonizado por hombres valientes que de solo recordarlos nos hacen sentir orgullosos de ser peruanos.

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“Comete un error terrible”, comenta el historiador Héctor López Martínez respecto a lo dicho por Vizcarra. “Sáenz Peña no muere; resulta con una herida bastante grave en un brazo […] y en 1905 viene a Lima para la inauguración del monumento a Bolognesi”, de esta manera El Comercio pone en evidencia lo ocurrido el último 7 de junio.

Los más conspicuos defensores mediáticos del presidente prefieren pasar por alto este yerro, será porque el traspié no vino de sus clásicos enemigos, sino de su engreído de turno.

Si bien este error presidencial no afecta la marcha del país ni supone riesgo alguno, evidencia serias carencias. ¿Quién asesora al presidente? ¿Será que quien escribe el discurso es incapaz de googlear para cotejar algunos datos históricos, o al menos –no le pedimos tanto– revisar Wikipedia?

¿A quién confía el mandatario la elaboración de sus discursos? Parece que efemérides como la del 7 de junio, donde se destacan valores tan importantes como el coraje, el patriotismo y la dignidad, no son asuntos a los que Vizcarra y sus asesores les den tanta importancia.

Asistir a la expulsión de un grupo de venezolanos es lo que toca. No faltará quien califique de injustas las críticas al presidente por este asunto, pero son precisamente estos “deslices” los que ponen de manifiesto carencias mayores, que van más allá de ignorancia en temas históricos. En un país donde el déficit de educación es enorme y los niveles de lectura y de comprensión son paupérrimos, es desalentador lo ocurrido el 7 de junio en la plaza Bolognesi.

Quizá lo único que lea el mandatario sean las encuestas, por lo que ahora más que nunca es legítimo preguntarnos si se ha tomado el trabajo de revisar los cinco proyectos de reforma política que deben ser aprobados por el Parlamento sin cambiar la esencia.

En este contexto, vale la pena recordar al desaparecido y extrañado Enrique Bernales cuando el año pasado, y en plena discusión sobre el referéndum, afirmó: “El presidente Vizcarra cuando lee la Constitución la agarra al revés, la agarra al derecho, la agarra a la izquierda y no la entiende. Su inteligencia no está adaptada a la comprensión de un texto que es tan estructurado”.

El Perú es mucho más que la pelea de turno con el Congreso y los gestos populistas para la tribuna. Leer e inspirarnos en el valor y la dignidad de nuestros héroes es otra forma de trascender y hacer patria. Sí se puede, presidente.