Pedro Castillo se acerca a los 300 días de gestión presidencial con un amplio historial de propuestas no concretadas. La Unidad de Periodismo de Datos de El Comercio identificó que, desde el último tramo de la contienda electoral hasta su actual noveno mes en la jefatura del Estado, el mandatario ha acompañado sus discursos con un total conjunto de al menos 31 compromisos efectistas. De ellos, 22 no evolucionaron en medidas reales, mientras que 6 continúan a la espera de discusiones finales en el Parlamento.
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La mayoría de planteamientos se fueron descartando u olvidando por sus complicaciones burocráticas y legales. Entre los que quedaron atrás están también los inviables y polémicos, como la deportación de “delincuentes extranjeros” en 72 horas, la creación de una oficina en Palacio para que desde ahí operen las rondas campesinas, la consulta ciudadana sobre ceder acceso al mar a Bolivia o la venta del avión presidencial.
Compromisos frágiles
“También ya fue, también ya fue… Pero qué bonito sería”, dijo en octubre del año pasado el entonces ministro de Justicia –hoy, primer ministro– Aníbal Torres, al ser consultado sobre la idea del presidente de abandonar la Casa de Pizarro para que esta sea convertida en un museo. Dicha propuesta había sido anunciada por Castillo en su discurso de asunción al mando.
Para el politólogo Carlos Meléndez, las constantes y espontáneas propuestas sin fondo del mandatario dan cuenta de una nula lectura programática del país. Agrega que Castillo tiene el perfil de “un populista silvestre porque no conjuga su cosmovisión dicotómica –dividida entre ‘élites corruptas’ y ‘pueblo puro’– con doctrinas ideológicas, sino que se queda en la pura confrontación maniquea”.
“Con un populismo silvestre no se gobierna, pero sí se rivaliza. La mayoría de las propuestas calzan con el populismo antes que con la simple demagogia o el efectismo, porque no se trata solo de medidas populares, sino que confrontan con ‘enemigos del pueblo’, que pueden ser desde ‘violadores’, ‘delincuentes extranjeros’ hasta ‘monopolios’ o incluso el viejo ‘imperio español’”, comentó Meléndez a El Comercio.
El politólogo Paolo Sosa explica que las promesas demagógicas que sigue enunciando el presidente son útiles para sostener su populismo desde las plazas. Sin embargo, indica que a la vez revelan un alto nivel de amateurismo político y resistencia a gobernar con miras al largo plazo.
“Lo que vemos son muchas promesas sobre la marcha y ‘sacadas de la manga’, que no forman parte de un plan de gobierno o proyecto político nacional consistente y articulado. Creo que se pueden identificar las propuestas, por un lado, por su alto componente demagógico y, por otro, por su improvisación y falta de coherencia”, sostuvo Sosa.
BONUS: Promesas de campaña que no resurgieron tras asumir el gobierno |
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Desactivación de la Sutran, la ATU, la Defensoría del Pueblo y del Tribunal Constitucional |
Eliminación de las AFP |
“Muerte civil” para funcionarios públicos corruptos |
Convertir las cárceles en “talleres y lugares de investigación” |
Renunciar al sueldo de mandatario y a la pensión vitalicia |
Práctica sin enmienda
Los especialistas consultados por este Diario coinciden en que el presidente Pedro Castillo no ha abandonado su papel de candidato. De hecho, 11 de las propuestas surgidas en sus actividades oficiales fueron originalmente ofrecimientos de la campaña electoral; varios de ellos, presentados sin mayor respaldo técnico.
Meléndez refiere que el presidente “no gobierna, sino que practica un populismo espontáneo” y que resulta lógico percibirlo “en ‘modo campaña’ antes que como estadista”.
Cabe resaltar que, las ‘promesas al aire’ que no se concretan resultan una constante en la gestión. Por ejemplo, en setiembre del 2021, el mandatario había anunciado –vía Mensaje a la Nación– la instalación de una planta en el país para la producción de Sputnik V, la vacuna rusa contra el COVID-19.
Ese mismo mes, informó desde una actividad en Cajamarca que bancos extranjeros llegarían para comprar las deudas de los pequeños empresarios afectados por la pandemia. También prometió, en un evento con autoridades ediles, que se crearía un organismo supervisor de la ejecución presupuestal en municipios, gobiernos regionales y gobierno central. Estos últimos fueron en su momento cuestionados por exministros de Economía y el propio contralor de la República.
En los meses posteriores, Castillo no dejó de ofrecer medidas sin reflexión previa sobre su viabilidad. En octubre, prometió desde el Vraem la industrialización de la hoja de coca y calificó la idea como “un sueño del gobierno”.
En noviembre, sostuvo en Ayacucho que el avión presidencial sería vendido para utilizar el dinero en recursos para “la salud y educación de niños y niñas”, y en diciembre, dijo desde La Libertad que el Ejecutivo emitirá “una norma para darle facultades al pueblo” en la transparencia de presupuestos. Esto, solo por mencionar algunos. Su última propuesta, reiterada hace una semana, es la de colocar a personas recluidas en penales a trabajar en obras públicas.
El politólogo Paolo Sosa estima que, a su noveno mes en el gobierno, el presidente no muestra intenciones de dejar sus recursos demagógicos y populistas porque “no existen incentivos para revertir seriamente esa práctica”. Considera que “la posibilidad constante de ser vacado no da mucho horizonte temporal y la baja reacción ciudadana ante los errores del gobierno no generan presiones para enmiendas o grandes esfuerzos técnicos”.
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