Tras un pedido realizado al Poder Judicial por parte de la fiscal anticorrupción Janny Sánchez-Porturas, 9 ex funcionarios del Gobierno, algunos de ellos incluso del círculo más íntimo del presidente Martín Vizcarra, permanecerán por siete días bajo detención preliminar, en el marco de las investigaciones por los contratos de Richard Cisneros (conocido como Richard Swing), también detenido este viernes.
Tan solo días atrás, Mirian Morales, ex secretaria general de Palacio de Gobierno; Óscar Vásquez, ex asesor presidencial; y Karem Roca, ex asistente de Vizcarra, laboraban en Palacio de Gobierno, muy cerca al mandatario. Hoy, permanecen detenidos en la Prefectura del Cercado de Lima tras ser acusados de presunta obstrucción a la justicia.
MIRA: Caso Richard Swing: ¿Por qué ordenaron la detención del entorno de Martín Vizcarra?
A estas alturas, ¿qué tanto golpea a nivel político este episodio al jefe del Estado? y ¿qué pasó con la lucha anticorrupción? Conversamos sobre este y otros temas con los analistas políticos Pedro Tenorio, Enrique Castillo y Arturo Maldonado. Aquí su análisis:
Pedro Tenorio: “Es un tema que ha deteriorado su buena imagen, pero no pone en riesgo su permanencia"
—¿Cuál es el impacto político para el presidente Martín Vizcarra tras la detención de sus asesores más cercanos, entre ellos, Mirian Morales y Óscar Vásquez?
A nivel de oposición, el Congreso ha estado centrado en temas como las deudas financieras, asuntos que son más relevantes porque se enmarcan en la campaña electoral. Ya no hubo mayor repercusión como aquella que vez cuando hubo el intento de vacar al presidente. Pero sí a nivel de opinión pública es un tema que salpica a Vizcarra. Es un tema vergonzoso, pero que tampoco ha tenido ya un impacto que haga peligrar su estabilidad presidencial. La prioridad ciudadana es que Vizcarra se dedique al tema de la pandemia, que haga lo mejor que pueda. Ya han saltado a la vista sus errores, sus equívocos, que también tienen un costo político, pero dentro de todo, quieren ver a un presidente dedicado a esos temas. Y lo de Cisneros ha pasado a un segundo plano, políticamente hablando. Lo de ayer es un poco la prolongación de lo que ya hemos visto. No es un acontecimiento nuevo, no es una evidencia que comprometa más a Vizcarra. Es un tema que incomoda, que genera problemas al presidente, que ha deteriorado su buena imagen, pero no al punto de poner en riesgo su permanencia en el Gobierno.
—¿Las explicaciones del presidente Vizcarra sobre el caso Cisneros han sido suficientes o ya ha perdido esa imagen en pro de la lucha anticorrupción?
No creo que se haya caído por completo porque en comparación con partidos que han estado en el Gobierno antes, y que son sus críticos, están más desgastados que Vizcarra. Pero sí es evidente que es un tema que le hecho mella estas semanas porque son personas de su entorno inmediato: su secretaria, su mano derecha administrativa en Palacio, su asesor y luego este personaje esperpéntico que muchos dicen cómo puede ser posible que el presidente lo haya ayudado. A todo el mundo le llama la atención que un personaje tan poco significativo haya recibido tanta atención y protección desde Palacio de Gobierno y que haya sido tan difícil para el presidente y su entorno explicar el tipo de relación que tenía con él. Porque haber llegado al punto de borrar algunos ingresos o algunos correos que luego se han recuperado, todo eso sin ser un elemento que anule moralmente al presidente, porque no tiene esa trascendencia, sí le genera un desgaste. Esto es un baldón para el presidente Vizcarra que, sin duda, se había consagrado como el menos malo del espectro. No diría el campeón anticorrupción, porque en realidad no ha hecho nada, pero sí como el menos malo, el menos interesado en la maniobra política, el que estuvo dispuesto a ‘nos vamos todos’, el que se la jugó por postergar un Congreso donde había partidos que no colaboraban con la causa nacional. Pero en el camino se ha visto que Vizcarra también tiene pies de barro en algunos temas como este.
—¿Y cómo es que llega Martín Vizcarra, tras estos últimos escándalos por los audios, al último tramo de su administración?
La ventaja para el presidente es que como no está en campaña, porque no es candidato y tampoco tiene un partido que lo va a representar, no va a estar en el centro de la discusión y de la campaña propiamente dicha. Eso le da un respiro. Todos los presidentes en el Perú, incluso los que en algún momento han tenido aprobación de menos de 10% como Toledo, al final de su mandato recuperaban su nivel de aprobación porque la gente ya no los está juzgando como lo hacía al comienzo, porque ya se están yendo y porque ya el centro del debate está en la campaña. Eso lo va a beneficiar, por un lado. Sin embargo, la pandemia es un tema tan complejo (no solamente es la emergencia sanitaria, sino también es la crisis económica, el desempleo, etcétera) sí repercute directamente sobre Vizcarra.
—Más allá de los temas judiciales, el presidente Vizcarra se ha quedado prácticamente sin su círculo de confianza en este último tramo. Y estamos en plena pandemia. ¿Cómo puede afectar esto a nivel de gestión?
Bastante. Sobre todo, son personas que le resolvían los temas administrativos, no eran personas de un Gabinete con decisión o estrategia política, eran personas ejecutoras. Ahora ha tenido que formar en su propia emergencia un nuevo equipo. Si ya era una gestión por momentos muy deficiente, con respuestas o reacciones muy lentas desde el punto de vista administrativo, creo que eso lo estamos viviendo ahora y lo vamos a continuar, los ministros lo van a sufrir, las personas que dependen del tema del manejo de pandemia vinculados a Palacio, los que van a sufrir esas demoras, esas dudas, que siempre se generan en un equipo nuevo. Y el presidente se va a tomar más tiempo para decidir. Antes podía confiar ciegamente en Mirian Morales, ahora ya no la tiene a ella sino a alguien en quien está aprendiendo a conocer y confiar. ¿Quién va a ganar mayor predicamento? Un presidente necesita que alguien le resuelva esas cosas, le ordene la casa, porque tiene que estar en otro tipo de decisión. Quien asuma ese rol, quien tenga ese liderazgo, va a tener mucho poder. Como le decía Vizcarra a su secretaria, una llamada de este teléfono hace que un ministro venga en cinco minutos. Y mucho de eso puede ocurrir.
Enrique Castillo: “Por más que no quiera, el presidente en estos siete días va a tener que hablar sobre este tema”
—¿Cuál es el impacto político para el presidente Martín Vizcarra tras la detención de sus asesores más cercanos, entre ellos, Mirian Morales y Óscar Vásquez?
Hay un impacto directo hacia el presidente y un impacto que también se genera sobre el Gobierno. El impacto sobre el presidente es que esto necesariamente pone otra vez en debate todo el tema no solo de los audios sino de su actuación en lo que significa enfrentar a la justicia sobre las visitas y sobre la actuación del señor Cisneros. El tema vuelve a cobrar relevancia. […] Por otro lado, lo va a golpear porque se pone en duda la validez de esto [la detención] y si hay una coordinación o no con la fiscalía. Y también se va a hablar de que es la mejor medida que se ha podido tomar para poder seguir con las investigaciones. Con cualquiera de los tres escenarios, dos desfavorables para el presidente y uno favorable, el tema va a seguir sobre la mesa. Pero además hay un impacto sobre el Gobierno. Esto va a distraer no solamente al presidente sino a los ministros en cada una de sus actividades. Y calculo que también va a haber alguna cierta incomodidad en algunos miembros del Gobierno de tener que estar tocando estos temas en cada entrevista y en cada actuación. [...] Por más que el presidente no quiera, en estos siete días va a tener que hablar sobre este tema.
—¿Las explicaciones del presidente Vizcarra sobre el caso Cisneros han sido suficientes o ya ha perdido esa imagen en pro de la lucha anticorrupción?
El presidente ha perdido gran parte de la credibilidad de su discurso. Y esto por varias razones. Primero, porque el presidente se ha referido a los temas periféricos. Todos se dan cuenta de que el presidente no está tocando el tema medular. Y eso le resta mucha credibilidad. En segundo lugar, el presidente no ha tenido una estrategia clara. Porque primero dice que no escucha los audios por salud mental, y después dice que todo lo que se inda en los audios es falso. ¿Cómo lo sabe si dijo que no escuchaba esto por salud mental? El mismo presidente comienza a contradecirse. Además, también se va a poner en cuestión el papel de la fiscal de la Nación. Si investiga o no, si se inhibe o no. Por qué atacó a Karem Roca. Todo esto va a generar la sensación de que en este Gobierno hay muy pocas cosas claras y que el presidente está perdiendo credibilidad en ese discurso que él mismo quiso mantener y del que ya muy poco se habla en términos de opinión pública.
—¿Y cómo es que llega Martín Vizcarra, tras estos últimos escándalos por los audios, al último tramo de su administración?
Lo que está ocurriendo con el presidente es que está llegando a este momento como el mal menor. Ya no como el hombre, el político que fue capaz de enfrentar al fujimorismo y de cerrar el Congreso, de tener este discurso anticorrupción, sino como el mal menor que puede garantizar que las leyes populistas del Congreso no se hagan realidad (y aun así hay dudas). Está llegando como la persona que tiene que garantizar elecciones de todas maneras en el 2021 y como un presidente, y eso ya todos los dicen, que de todas maneras va a ser investigado el 29 de julio del 2021. Eso se ha instalado en la población y eso quiere decir que ya va a formar también parte de este grupo de presidentes investigados, enjuiciados, en fin. Eso ya se está quedando en el imaginario de la gente.
—Más allá de los temas judiciales, el presidente Vizcarra se ha quedado prácticamente sin su círculo de confianza en este último tramo. Y estamos en plena pandemia. ¿Cómo puede afectar esto a nivel de gestión?
Eso lo estamos viendo ya. Es decir, casos como el de Majes Siguas II, el abandono de los grandes proyectos. El abandono de todo lo que el presidente nos dijo que iba a hacer hace muy poco. ¿Se ha escuchado algo de su propuesta del Pacto Perú? ¿Sobre las reformas de las pensiones? Es notorio que el presidente está en este momento mucho más ocupado en resolver sus problemas personales. Sin el círculo de confianza que, además, según todas las versiones, era el que tenía el contacto con los ministros […] el presidente está perdiendo el equipo de coordinación con el gabinete. Se ve al presidente tratando de resolver sus propios problemas y tratando de salir en algunos actos públicos para tratar de distraer la atención y dar la idea de que sigue controlando las cosas. Pero en realidad se ve a los ministros cada uno solo haciendo cada uno lo suyo. Pero lo peor para el país es que se nota que hay un descontrol que está llevando a que ya de las grandes cosas nadie se ocupe y en cambio se está haciendo con lo inmediato para salvar la situación de urgencia.
Arturo Maldonado: “Todos perdieron y no hubo un ganador”
—¿Cuál es el impacto político para el presidente Martín Vizcarra tras la detención de sus asesores más cercanos, entre ellos, Mirian Morales y Óscar Vásquez?
Es una sensación como de soledad, de que el entorno más íntimo que pudo haber tenido está metido ahora en estos problemas. No estoy tan seguro de que haya una especie de juzgamiento [...] Creo que más bien hay una percepción como de que, estás personas que están en prisión preliminar por siete días, antes estuvieron con el presidente y ahora se nota como un abandono. Pero en ambas interpretaciones, ya sea si es que se le ve como alguien solo o como alguien responsable, en ambos casos es una percepción negativa de las cosas.
—¿Las explicaciones del presidente Vizcarra sobre el caso Cisneros han sido suficientes o ya ha perdido esa imagen en pro de la lucha anticorrupción?
Creo que sí se ha pinchado [el globo] y está mellada la credibilidad y la imagen de que esa sea una de las banderas del presidente. No sé si la gente lo ubicaría como uno más de los expresidentes, pero sí no en el nivel que estaba antes. Creo que se puede diferenciar de expresidentes como Alan García o Alejandro Toledo que estaban en mala situación, muy pobremente evaluados. Pero con respecto a los niveles de aprobación que pudo haber tenido en su momento, sí debe haber personas que antes confiaban y que ahora pueden decir no que sea uno más, pero que comienzan a dudar de esa confianza que tenían y hasta hay quienes definitivamente ya no confían con él.
—¿Y cómo es que llega Martín Vizcarra, tras estos últimos escándalos por los audios, al último tramo de su administración?
Uno diría que después del intento fracasado de vacancia Vizcarra hubiera salido también fortalecido. Pero no. Ahí todos perdieron. Tanto desde el lado de los que intentaban la vacancia como del lado del presidente. Todos perdieron y no hubo un ganador que tenga en estos momento un diferencial positivo con respecto a ese tema. Se nota que llega solo, cansado, y yo diría que hasta hastiado. Creo que está queriendo de una vez que llegue el 28 de julio y ya deshacerse de la banda. Y el inicio de la carrera hacia el sillón presidencial lo va a ayudar y también hay que considerar de que quizás el próximo año ya se le vea como un presidente de salida y eso modere un poco las reacciones negativas que se puede tener hacia Vizcarra.
—Más allá de los temas judiciales, el presidente Vizcarra se ha quedado prácticamente sin su círculo de confianza en este último tramo. Y estamos en plena pandemia. ¿Cómo puede afectar esto a nivel de gestión?
Pues sí afecta. Ahora tiene que reemplazar esa ayuda que tenía para la tomas de decisiones. Su esposa, la primera dama Maribel Díaz, está teniendo una figuración un poco mayor y al igual que ministros en los que él confía, como la ministra Alva. Como que la reacción inmediata ha sido eso, voltear y mirar a los ministros que tiene más a mano y darles un protagonismo mayor. Todavía se extraña un liderazgo un poco mayor, sobre todo en estas circunstancias del jefe del Gabinete. Walter Martos u otros ministros, Patricia Donayre, por ejemplo, podrían incluso ayudar un poco más, pero no se les ve.
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