Después de atribuirse las capturas de Benedicto Jiménez y Rodolfo Orellana, el ministro del Interior Daniel Urresti se alista a poner entre rejas a Martín Belaunde Lossio.
Usando una metáfora futbolística, Urresti ya habla, con optimismo, de un redondo marcador de tres goles a cero.
Hay, sin embargo, una pregunta que se cae de madura:
¿Con quién competirían los tres goles de Urresti en el supuesto de que hoy o mañana cayera Martín Belaunde, ex operador de campaña política de Ollanta Humala y hasta hace poco hombre influyente al que se le abrían todas las puertas del poder que tuvieran que ver con negocios que involucran al Estado?
¿Tres goles de Urresti contra la oposición o contra aquellos políticos a los que les podría restar chance en una eventual carrera electoral?
Urresti debiera dirigir mejor sus deseados tres goles a cero, porque el gol que está persiguiendo ahora (Belaunde Lossio) podría convertirse, para el gobierno, en un autogol, como también podrían serlo los capturados Jiménez y Orellana.
Sabe tanto Belaunde Lossio de las intimidades del gobierno que la calificación de colaborador eficaz que sus abogados negocian, desencadenaría más perjuicios que beneficios para el poder político de turno. De ahí que aunque Urresti se muera de ganas de capturarlo, lo menos que quisiera Humala es sumar un autogol de media cancha a los numerosos que arrastra desde el área chica.
Serían un shock para el gobierno las confesiones de las “gargantas profundas” que estuvieron muy cerca de las campañas electorales de Humala, como Óscar López Meneses, ex operador de Vladimiro Montesinos, de cuyo insólito resguardo policial en las puertas de su domicilio nadie responde hasta el día de hoy.
El tío de López Meneses, el coronel Oswaldo Zapata, promoción de Humala, es otro testigo importante de las amistades y granjerías del pasado que el hoy presidente de la República niega rotundamente, aunque sin poder despejar la influencia que las mismas habrían ejercido en el actual entorno del poder político.
El ex ministro de Defensa José Urquizo pretendió introducir a Zapata en Inteligencia del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, contra la opinión del entonces presidente de esta institución militar, almirante José Cueto Aservi.
¿Zapata buscaba un lugar bajo el sol en el régimen de Humala, por su propia cuenta y riesgo, o a la sombra de su sobrino Óscar López Meneses?
Los cabos del Caso López Meneses siguen más sueltos que atados, por acelerado que sea el afán de la comisión investigadora parlamentaria por descubrir conexiones con Palacio de Gobierno.
Este caso es, por ejemplo, un tremendo autogol del gobierno, como lo fue en su momento la megacomisión investigadora de Alan García (con su rebote en contra de la reelección conyugal) y como lo demuestra el reciente ataque de Humala al fujimorismo, llamándolo cloaca.
Las gestiones de los primeros ministros Juan Jiménez, César Villanueva y René Cornejo, también representaron en su momento autogoles de fuerte impacto.
El gobierno tiene pues más autogoles que goles que contar, por ahora.