Dicen que la historia es cíclica y, si los errores no se corrigen, estamos obligados a repetirlos. Salvando las distancias, desgraciadamente esto es lo que ocurre con el proyecto minero Tía María de Arequipa, cuyo conflicto cada vez se va pareciendo más al que en vida fue el proyecto Conga de Cajamarca.
La inversión de Conga era de 4.800 millones de dólares, mientras que la de Tía María es de 1.300 millones de dólares.
Los opositores al proyecto de Cajamarca alegaron que se afectarían tres lagunas, y quienes rechazan Tía María argumentan que la agricultura en el Valle de Tambo se verá seriamente dañada si Tía María prospera. En ambos casos, ha quedado demostrado por organismos internacionales que los dos emprendimientos mineros cuentan con las garantías ambientales del caso, por lo que ayer como hoy los reclamos perdieron todo sustento técnico y se circunscriben al ámbito político.
Y si los reclamos son políticos y hasta ideológicos, la respuesta también debería venir en ese orden. Ha quedado demostrado que los opositores a la minería –aunque digan lo contrario– no entienden de razones. Si ceden a la inversión responsable, perderían sus banderas de lucha y su razón de existir y el sustento político que los mantiene.
En Tía María, el diálogo está en pleno proceso y es del más alto nivel encabezado por el propio presidente del Consejo de Ministros, Pedro Cateriano; y los ministros de Agricultura, Juan Manuel Benites; del Ambiente, Manuel Pulgar-Vidal; y de Energía y Minas, Rosa María Ortiz.
Pareciera que esta es una pugna que involucra solo al Ejecutivo, a la empresa, a los gremios que promueven la inversión y a los dirigentes antimineros.
Sería bueno preguntarse, por ejemplo, dónde están las dirigencias regionales de partidos como Fuerza Popular, el Apra o el PPC, que no enfrentan a los opositores de la inversión. A veces el silencio es el mejor cómplice. ¿O están esperando acaso el inicio formal de la campaña electoral del 2016 para sacar la bandera de la inversión en la zona?
El Apra, durante el segundo mandato de Alan García, se mostró a favor de la inversión privada y de proyectos de envergadura. ¿Dónde están sus liderazgos regionales para enfrentar a quienes se empeñan en boicotear la inversión? ¿O el discurso pro inversión del Apra se circunscribe solo a García y a los dirigentes?
A menos de un año para las elecciones, pareciera que los partidos están a la espera de que se dé la partida para ponerse la camiseta pro inversión y plantear desde sus planes de gobierno “la minería responsable” y “el diálogo con la población afectada por los proyectos”.
Lo que parece que no han medido las dirigencias políticas es que si desde ya no ponen el hombro para que los proyectos se concreten, cuando lleguen al gobierno (cualquiera de los partidos en pugna), tendrán que bregar por recuperar la esquiva inversión y encontrarán a un país que no crece. ¿Será cierto que nunca es tarde para reaccionar?