Usar la fuerza de las tormentas, la columna de Jaime de Althaus
Usar la fuerza de las tormentas, la columna de Jaime de Althaus
Jaime de Althaus

Los peligros y tormentas que se ciernen sobre el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski para el año que viene ya asomaron este año que se va. La develación de los sobornos pagados por puede tener efectos sísmicos de diversa intensidad con repercusiones aún impredecibles. Tampoco sabemos bien cómo evolucionará la oposición de la enigmática Fuerza Popular en el Congreso, y menos aun podemos predecir qué nos deparará la liviandad verbal del propio presidente de la República, que es una de las contingencias más riesgosas. Para no hablar de una eventual escalada de conflictos sociales si no se corta el círculo vicioso en el que ha caído.

Para conjurar estas amenazas, no le queda al gobierno sino tener la iniciativa permanentemente con medidas y campañas de gran impacto. Es asombroso que en medio de tanta tempestad esté logrando sacar decretos legislativos algunos de ellos verdaderos instrumentos de cambio. Pero hace falta una campaña de medios para darlos a conocer, a fin de transformarlos en acción social real.

El asunto es convertir los problemas y amenazas en oportunidades. Por ejemplo, el escándalo de los sobornos de Odebrecht debería ser el lanzador de un gran movimiento de denuncias de corrupción a todo nivel. A nadie se le oculta que la corrupción es un elemento constitutivo de nuestro Estado. No solo en las grandes obras brasileñas. En las pequeñas y medianas obras de los gobiernos locales y regionales, en los hospitales y postas, en las UGEL, en los colegios, en el vaso de leche, en los núcleos ejecutores de Foncodes, para no hablar de la policía, la fiscalía y el Poder Judicial. En todas partes. Entonces la idea es desatar una gran movilización de denuncias, crear un movimiento de limpieza, despertar una reacción moral profunda.

Ese es el verdadero sentido de ser político: crear una corriente que mueva a la sociedad, que la entusiasme, que la saque de su rutina resignada. Los conflictos sociales por ejemplo: allí hay que romper el círculo vicioso bloqueo-ministros-bloqueo, que los convierte en una bola de nieve, y hacerlo no solo con una política de control interno inteligente y eficaz, sino planteando una gran alianza del Estado con las comunidades, liderada por el propio presidente de la República, que se acerque a los campesinos ofreciéndoles titulación de la propiedad individual si lo desean, y las tecnologías de Sierra Productiva, para que se conviertan en empresarios formales prósperos y autodependientes.

Bueno, la amarga censura ya relanzó al propio Acuerdo Nacional, como medio para inducir una dinámica constructiva en nuestra política y acordar un conjunto de objetivos al 2021 y las reformas necesarias para alcanzarlos. Necesitamos diálogo a fondo para encontrar las fórmulas legales que permitan que la mayor parte de los peruanos acceda a derechos laborales, por ejemplo.

¡Que el 2017 sea el año de la gobernabilidad y la inclusión real!

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