La gran bomba de tiempo, la columna de Jaime de Althaus
La gran bomba de tiempo, la columna de Jaime de Althaus
Jaime de Althaus

Felizmente PPK es consciente de la necesidad de una reforma integral del sistema de pensiones para desactivar la bomba de tiempo de larga duración que ha dejado el Congreso saliente con la aprobación de las dos leyes de retiro de fondos de las . Esa bomba tiene varias explosiones ya programadas, de distinto grado de magnitud. Algunas se irán desencadenando como pequeñas detonaciones acumulativas y otras como grandes estallidos, hasta el hundimiento total de erario público.

Las primeras se manifestarán en algunos años, cuando un cierto número de aquellos que retiraron sus fondos al jubilarse se queden sin recursos y se conviertan en objeto de promesas electorales tales como recibir una pensión del Estado, una Pensión 65 por supuesto más generosa que la actual.

Antes de eso aparecerá una iniciativa congresal para suprimir la aportación obligatoria. Ello viene implícito en la ley 95,5%, pues qué sentido tiene el ahorro forzoso si no es para una pensión. Y si el nuevo Congreso no la aprueba, será objeto también de ofertas electorales en el 2021.

Eso será el fin del sistema obligatorio de pensiones también en la ONP, pues tampoco tardará en formularse una demanda de inconstitucionalidad por discriminación: ¿por qué los pensionistas del sistema privado sí pueden retirar sus fondos y los de la ONP no? ¿Por qué unos están obligados a aportar y otros no?

Yo también quisiera desaparecer la aportación obligatoria, pero es ingenuo no darse cuenta de que la consecuencia inevitable de ello será otra promesa electoral para incorporar a todos los peruanos mayores a una Pensión 65 que reparta por lo menos el salario mínimo. Esa, por supuesto, será la explosión mayor: el fisco no lo podrá resistir. Será el fin de la estabilidad monetaria.

La gran ventaja del sistema de cuentas individuales de ahorro pensionario es no solo que al final el jubilado recibe más o menos el doble de lo que aportó, porque sus aportes ganan intereses, sino que libera al Estado de tener que pagar las pensiones y, por lo tanto, desaparece cualquier contingencia fiscal y las nuevas generaciones no tienen que sostener con impuestos crecientes a las viejas, hasta la insostenibilidad del Estado, como ocurre ahora en Europa. La salud fiscal ha sido una de las grandes conquistas del Perú, luego de la hiperinflación de los 80. Ahora hemos reabierto la fosa del deterioro fiscal.

Con el sistema privado de pensiones no solo desaparece todo peligro fiscal, sino que ha permitido otra gran conquista nacional, esta vez secular: la independencia financiera de la nación. Por primera vez en su historia el Perú dispone de ahorro nacional para financiar su desarrollo. El fondo de pensiones ya ha servido para financiar diversas obras y proyectos, y podría servir mucho más si se aprovechara mejor. Es criminal echar todo eso por la borda.

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