¿Cómo es eso de que vale lo que viene de la segunda vuelta electoral (el Gobierno) y supuestamente no vale o vale menos lo que viene de la primera vuelta electoral (el Congreso)?
Ahí están las últimas palabras de Pedro Pablo Kuczynski para, sin duda, sorprendernos: “No nos dejaremos pisar por una mayoría del Congreso que ganó la primera vuelta, pero no la segunda, que es la que vale… Se acabó la transición, tenemos que gobernar para los que nos eligieron y para todos los peruanos”.
¿Cuáles son entonces los votos ciudadanos válidos e inválidos? ¿Cuáles reglas electorales se respetan y cuáles se rechazan? ¿Hay un mandato popular que reconocer y otro que excluir? ¿Y cómo queda el objetivo final de gobernar “para todos los peruanos”?
Si frases como estas no estuvieran en boca del presidente, que entendemos se debe al orden constitucional e institucional del país, no tendrían importancia alguna. Es más, ¿de dónde saca Kuczynski la paranoia de que no se dejará pisar por una mayoría del Congreso, que es la misma mayoría que le ha dado su confianza y respalda las facultades legislativas solicitadas por él precisamente para gobernar?
Por supuesto que un gobierno que se respeta no podría dejarse amedrentar por nada ni por nadie, a menos que se sienta débil y que fácilmente caiga en la presión del poder parlamentario o también de quienes le hacen ver el cuco del fujimorismo hasta en la sopa. ¿Pero acaso Kuczynski acaba de despertar de la inocencia y de descubrir que haber asistido a dialogar con Keiko Fujimori supone algún tipo de intimidación de la mayoría parlamentaria? ¿Qué poderes le resta a su presidencia que el cardenal Cipriani haya mediado en su diálogo con Keiko Fujimori? ¿No está un jefe de Estado como él por encima de la pretendida separación de los peruanos en “buenos” y “malos”, en “corruptos” y en “poquito corruptos”, según estén de este lado o del otro lado de la vereda política?
Si Kuczynski cree en verdad que ya acabó el tiempo de transición y que ha llegado la hora de gobernar, entonces que nos lo demuestre, prometiéndose a sí mismo que la primera intimidación que debe superar es la de su propio entorno político, antes que la de la mayoría parlamentaria fujimorista.
Tan peligroso para la gobernabilidad del país es que Kuczynski viva muerto de miedo de lo que haga y deje de hacer el fujimorismo como que viva pendiente de lo que haga y deje de hacer el antifujimorismo, que parece recordarle día a día que le debe su elección y que por eso lo quiere en las calles, enfrentado al fujimorismo.
Nada nos haría mejor a estas alturas del tiempo que ver a un presidente de todos los peruanos gobernando con claridad, firmeza y apertura, más allá de los obcecados humores fujimoristas y antifujimoristas, apristas y antiapristas, y de las pataletas ridículas de la vieja y nueva izquierda y sus confusos liderazgos.
MÁS EN POLÍTICA:
Martín Vizcarra: “PPK quiso manifestar que respetos guardan respetos” ► https://t.co/Z60wzBfMKm pic.twitter.com/L221czbbP8— Política El Comercio (@Politica_ECpe) 24 de diciembre de 2016