Nadi(n)e tiene corona, por Cecilia Valenzuela
Nadi(n)e tiene corona, por Cecilia Valenzuela

El cuento de la prueba grafotécnica de va a ser igual que el cuento de la prueba de ADN del ex presidente Alejandro Toledo. No nos engañemos, la esposa del presidente Ollanta Humala no tiene la menor intención de someterse a un peritaje que determine, oficialmente, si las agendas que se le atribuyen son o no son suyas. Tal y como hizo Toledo cuando se negaba a reconocer a Zaraí.

Anteayer, poco después de abandonar la Comisión de Fiscalización del Congreso, en donde Nadine Heredia sostuvo que no declararía porque el mismo caso se estaba investigando en la fiscalía, la esposa del presidente envió –a la misma fiscalía a la que había hecho referencia en el Congreso– una carta diciendo que por razones, estrictamente personales, no se presentaría en las oficinas de Criminalística del Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público, como se había programado.

Sin alegar una razón procesal, o un fundamento jurídico, Heredia de Humala advirtió que no comparecería ante los peritos grafológicos de la fiscalía. Su abogado, Roy Gates, presentaba al mismo tiempo un escrito dirigido al fiscal Germán Juárez Atoche diciéndole que, antes de someter a su patrocinada a una prueba grafológica, primero le tome su declaración.

Juárez está a cargo de la investigación del financiamiento de las campañas del Partido Nacionalista, dentro de la cual Nadine Heredia aparece, únicamente, como testigo. Sin el resultado del peritaje, el fiscal no puede usar en el interrogatorio el contenido de las agendas y solo podría preguntar a Heredia generalidades ¿El perro se muerde la cola?

Con astucia Heredia y su defensa ganan tiempo; su estrategia llena de argucias legales, empapelamientos y mañoserías procesales, ataranta autoridades, retrocede congresistas y confunde a la prensa y a la opinión pública. 

Frases como: “Voy a mantener la reserva que me obliga la investigación fiscal” o “apelo a mi derecho de guardar silencio” son usadas por Heredia como herramientas para pasar por encima de la ley.

Un político acusado injustamente reacciona, como un resorte, y aclara los malentendidos o las injurias ¡en una! La presidenta del Partido Nacionalista, sin embargo, no tiene apuro; posterga indefinidamente el examen grafotécnico y de paso trata a la fiscalía como si fuera la mesa de partes de su local partidario.

El día anterior, para distraer a la prensa y a la ciudadanía, Nadine Heredia orquestó una trifulca en la Comisión de Fiscalización del Congreso: dos de los más cuestionados congresistas de su partido, Huayama y Gastañaduí, sacaron a punta de improperios, literalmente, de quicio a los congresistas de los otros partidos.

Al final del día, el palito que el oficialismo le hizo pisar a la oposición terminó roto, y la opinión pública solo recordaba la mentada de madre que Mauricio Mulder le profirió a Santiago Gastañaduí, el primo político de la esposa del presidente.

Nadine Heredia es la única ciudadana común y corriente que atropella la ley y desprecia al Parlamento impunemente. Cualquiera que ejerza una labor fiscalizadora merece su desdén, cuando no es víctima de su arbitrariedad y abuso. Si no qué fue el despido de la procuradora de lavado de activos Julia Príncipe. 

En el Congreso se negó a hablar diciendo que lo haría en la fiscalía ¡Y al día siguiente se negó a ir a la fiscalía!

MÁS DE NADINE HEREDIA...