Paradójicamente, la designación de Pedro Cateriano en el premierato ha tenido un efecto benéfico, casi balsámico. Salvo por los improperios del presidente, que no sabemos si son reacciones viriles en defensa del honor de su mujer o si tienen un designio ulterior, el escenario político se ha calmado y todos los actores hacen despliegue de intercambios civilizados y constructivos. Se ha vuelto políticamente rentable dialogar y proponer en lugar de atacar o insultar.
Ha contado para ello el acto de contrición y propósito de enmienda de Cateriano, obligado, explica, por el cargo que ahora ostenta. Pero quienes eran objeto de sus dicterios también han respondido amablemente, en parte, por supuesto, para ayudar a silenciar el cañón que les disparaba. Pero que al disparar perjudicaba, como un búmeran, al propio gobierno, porque generaba reacciones igualmente o más agresivas.
En ese sentido, colocar a la fuente de la discordia en una posición de concordia, cambia las cosas por completo. El espacio repentinamente se civiliza. Esto es posible, a su vez, porque Cateriano es una personalidad fuerte y un político preparado. Por eso era temible como francotirador y por eso puede también proyectar una imagen de cierta autoridad. Y la autoridad es algo que el país pide a gritos y cuya sola percepción tranquiliza en alguna medida.
Pero esa autoridad tiene en Tía María su prueba de fuego. Allí la mejor arma es precisamente el ambiente nacional de diálogo con autoridad que se ha inaugurado, que debería envolver y disolver esa resistencia cerril a toda conversación que vemos en las cúpulas radicales de Islay. Ayer Jesús Cornejo, presidente de la junta de usuarios del valle del Tambo, declaraba sin pudor que ellos no quieren diálogo ni mesas de desarrollo, sino simplemente que la mina se vaya. Y punto. Esta actitud equivale a que el gobierno nacional dijera: Tía María se hace por la fuerza sí o sí, se destruya o no la agricultura, porque los recursos son de todos los peruanos. Y punto. Pero hay un estudio de impacto ambiental serio que demuestra que no habrá daño a la agricultura y los ministros están yendo a explicar, por fin.
La relativa armonía y la unidad de la clase política frente a este tema es vital, incluso para reanimar la economía y consolidar la viabilidad del país. Y por eso es importante la Pax Cateriana. Pero hay quienes vaticinan que la oposición estaría esperando al 29 de julio, en que el Congreso ya no podrá ser disuelto, para provocar al Premier y desatar nuevamente la guerra para poder censurarlo. Sería tremendamente irresponsable, lo mismo que cualquier exabrupto del propio Cateriano.
Es que hay otro elemento que explica la “paradoja Cateriano”: el poder fecundante del encuentro de los contrarios, del tinkuy, del diálogo entre los opuestos. Levy Strauss explicaba que el tabú del incesto obligó a buscar la pareja en la familia enemiga, y fundó así la sociedad, y con ella el intercambio de bienes y la seguridad. El país volverá a crecer si las tribus políticas rompen sus exclusiones e intercambian ideas en lugar de ataques mortales.
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#InteractivaEC Pedro Cateriano y Alan García: un cuarto de siglo de rivalidad ►http://t.co/DGnUVRPP6O (Por @Shebas07) pic.twitter.com/h9hlvns3BS— Política El Comercio (@Politica_ECpe) abril 10, 2015