Alberto Fujimori (Foto: Poder Judicial)
Alberto Fujimori (Foto: Poder Judicial)
Jaime de Althaus

pidió perdón, un perdón general. No sabemos si habrá hecho un esfuerzo de introspección auténtico para saber exactamente respecto de qué decisiones u omisiones suyas pide perdón. Hubiera sido bueno conocerlas. A mi juicio, debió pedir perdón principalmente por haber sojuzgado las instituciones y comprado los canales de televisión y la prensa chicha para pretender perpetuarse en el poder; es decir, por haber destruido la democracia, sobre todo en los últimos años de los 90, cuando ya ni siquiera existía el pretexto de la amenaza senderista ni de la hiperinflación.

Y en cuanto a los crímenes cometidos por el grupo Colina, pienso que el perdón que él debería pedir es por haber permitido la existencia de un grupo de exterminio como Colina, pero no necesariamente por haber ordenado o autorizado él mismo los asesinatos, algo que no fue demostrado con pruebas directas, sino solo con un silogismo complejo –si él era presidente, jefe supremo de las Fuerzas Armadas y despachaba con Montesinos, entonces tenía que haber ordenado los crímenes–, y, sin embargo, fue condenado a 25 años como autor (mediato) de los asesinatos de los casos La Cantuta y Barrios Altos. Ricardo Uceda, en “Muerte en el Pentagonito”, refiere cómo Martin Rivas actuó por su cuenta en el asesinato de los estudiantes de La Cantuta.

Pero Fujimori cuando menos encubrió. La pena por encubrimiento, sin embargo, es mucho menor a 25 años. Con 12 años de cárcel ya pagó sus culpas. En ese sentido, el indulto, además de humanitario y político, es un acto de justicia.

Debe recordarse que lo que derrotó a Sendero no fue el grupo Colina ni nada parecido, sino todo lo contrario: una estrategia nueva consistente ya no en el horror de arrasar comunidades ni en capturar senderistas, torturarlos y luego ejecutarlos, como había sido en los 80, cuando todo el Ejército era un gran grupo Colina, sino, por el contrario, en aliarse con las comunidades, dándoles asistencia y armas, y en reforzar la inteligencia policial para capturar a los dirigentes en las ciudades. Esa estrategia, mucho más limpia e inteligente, fue la que derrotó a Sendero. Entonces, en el balance del juicio a Fujimori debería haberse puesto esa verdad. Pero eso no ocurrió y es la razón fundamental por la que el indulto es correcto.

En este momento el fujimorismo se encuentra dividido, precisamente como secuela de las posiciones distintas en relación con la lucha por el indulto a Alberto Fujimori. Detrás de esa disputa está, en parte, el hecho de que el fujimorismo nunca se ha tomado el trabajo de procesar intelectualmente la experiencia de la década del 90 para entender mejor qué pasó, por qué, qué no debe repetirse y qué podría ser la base de una propuesta programática, y, a partir de todo eso, definir mejor su identidad. Hacerlo ahora, que está dividido, podría ser una manera de buscar un encuentro y definir mejor su posición frente a los temas nacionales, que ya requieren ser retomados para salir de este laberinto.

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