“Recién en el 2004 se aprobó una ley para regular los viajes presidenciales. En esa norma se determinó que el pedido debía indicar el destino del viaje, los motivos de este y los días de ausencia”. (Infografía: Víctor Sanjinez/ El Comercio)
“Recién en el 2004 se aprobó una ley para regular los viajes presidenciales. En esa norma se determinó que el pedido debía indicar el destino del viaje, los motivos de este y los días de ausencia”. (Infografía: Víctor Sanjinez/ El Comercio)

Cada cierto tiempo, un viaje al exterior de un presidente peruano genera polémica, ya sea por la rendición de cuentas, las escalas técnicas, las fugas o simplemente por la coyuntura política.

Muchas veces, los motivos de estas controversias están en el hecho de que todas las salidas presidenciales pasan por la autorización del Congreso. El actual Parlamento, por ejemplo, se negó a votar y pasó a cuarto intermedio el último pedido de viaje del presidente Pedro Pablo Kuczynski a Estados Unidos y el Vaticano. El tema deberá tocarse en el próximo pleno, pues el viaje de está programado para el 15 del presente mes.

Los viajes al detalle.
Los viajes al detalle.

Una de las razones que aludió la oposición, principalmente la mayoría de Fuerza Popular, era que el presidente debía quedarse a solucionar la huelga de docentes que llegó a su fin el sábado último.

Hasta la fecha, ningún Congreso ha negado la autorización de un viaje presidencial, pero nunca han faltado los debates sobre las regulaciones de estos.

—Cheque en blanco—
El Comercio, a través de un cruce de datos de la página web del Congreso y el libro “Los viajes del presidente” (César Delgado-Guembes), determinó el número de viajes de nuestros últimos cuatro presidentes, y recogió una serie de hechos que demuestran que los criterios de autorización han variado.

Recién en el 2004 se aprobó una ley para regular los viajes presidenciales. En esta norma se determinó que el pedido debía indicar el destino del viaje, los motivos de este y los días de ausencia.

La necesidad de regulación surgió por la experiencia ocurrida en el régimen de Alberto Fujimori (1990-2000). A partir de 1996, por ejemplo, se contabilizan 15 pedidos presentados ante el Congreso en los que no se especificaban ni el destino ni el motivo de viaje.

Simplemente se señalaba que Fujimori viajaría por una cantidad determinada de meses y luego rendiría cuentas de sus periplos. La oposición de aquel entonces protestó afirmando que eso representaba un “cheque en blanco”, pero el fujimorismo siempre logró imponerse en los votos.

A Fujimori, el Congreso le aprobó hasta viajes por “asuntos familiares”: hubo nueve autorizaciones a Estados Unidos bajo este rubro. La última polémica fue en noviembre del 2000, cuando viajó sin autorización del Congreso a una cumbre de APEC, en Brunéi, desde donde se fue a Japón y no regresó al Perú hasta su extradición en el 2007.

—Escalas y parrandas—
En el gobierno de Alejandro Toledo ocurrió el escándalo del ‘avión parrandero’. Esto después de que un video mostrara, durante un viaje entre Málaga y Madrid, a un funcionario de cancillería en estado de ebriedad.

Ollanta Humala fue cuestionado por llevar a su esposa Nadine Heredia y a sus hijas en un viaje presidencial a la Antártida, para el cual incluso pidió una ampliación de días.

Alan García no tuvo problemas en su último gobierno. Pero en 1989, durante su primer régimen, se lo criticó por una escala en Egipto, donde se reunió con el comerciante de armas Abdul Rahman el Assir, lo cual originó un pedido de vacancia en su contra.

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