Robert Eggers es un cineasta fascinado con una época de pioneros aventureros, que también es la de una mitología demoniaca. Más allá de que sus películas sean evocaciones del pasado histórico —el EE.UU. gótico y alejado de la metrópoli moderna—, el suyo es un tiempo pretérito encarnado en imágenes de vivo realismo, en detalladas composiciones de ambientes íntimos, donde la amenaza del mal rodea a los protagonistas.
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En este su segundo largo (se puede ver en HBO GO), solo tenemos dos personajes: Thomas Wake (Willem Dafoe), viejo jefe de un faro establecido en una remota isla de Nueva Inglaterra, en 1890; y Ephraim Winslow (Robert Pattinson), joven ayudante que ha sido destacado para trabajar durante un mes con Wake. Ambos deberán mantener al faro en buenas condiciones hasta la llegada del relevo, que les permitirá regresar al continente.
El punto de vista preeminente es el de Ephraim, en lo que es una crónica de descubrimiento, entre fascinado y perturbado, de lo que habita al interior, y alrededor, del faro. Y, al igual que en “La bruja” (2015), Eggers establece una división del espacio en dos ámbitos que dialogan entre sí: el adentro, que configura los misteriosos secretos del faro, y el afuera, hecho de aves marinas y otras fuerzas salvajes de la naturaleza.
Con un blanco y negro muy contrastado, la atmósfera del filme, y algunas secuencias que filtran las pesadillas o alucinaciones de Ephraim, convocan la claustrofobia y, sobre todo, el horror. Todo es monstruoso, en diversos grados: el grotesco farero Wake, las gaviotas que recuerdan a los pájaros de Hitchcock, y hasta la luz cegadora del mismo faro.
Es muy interesante cómo nunca se pierde el equilibrio que une psicodrama realista y fantasía gótica, metafísica de la naturaleza y cuadro histórico de conflictos humanos. Y si “La bruja” era una exploración de la mente femenina, “El faro” profundiza en las grietas de la psique masculina. Aquí, tanto Dafoe como Pattinson tienen un duelo extasiante y agotador, que sufre un encierro como condena de una fuerza que los sobrepasa.
Se ha citado a Tarkovski por la carga filosófica de elementos naturales —agua, tierra, rocas, viento— y, sobre todo, por esa irradiación espiritual que proviene de la instalación lumínica, y que altera tanto la mente como la vida de los habitantes del faro. Pero también hay un lado de película de vampiros en esta adicción o culto al calor y la luz del guardafaros —interpretado por Dafoe con teatralidad maligna—, y que se contagia al joven que encarna Pattinson como una predestinación o una maldición. Por todo esto y más, “El faro” es, con seguridad, uno de los filmes más contundentes de la década.
LA FICHA
Género: Drama.
País y año: EE.UU., 2019.
Director: Robert Eggers.
Reparto: Willem Dafoe, Robert Pattinson.
Calificación: ★★★★1/2.
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