“Estamos aquí para que se relajen y disfruten. Aprovechemos estos momentos porque a veces estamos atrapados en el tráfico, allá abajo”. La experimentada sommelier Mirtha Noceda señala el nudo de vehículos que se ha formado en el Trébol de Javier Prado, un símbolo limeño tan cotidiano como estresante. Sin embargo, esta noche lo vemos de lejos y escuchamos la sinfonía ahogada de cláxones a la distancia. Somos 25 personas sentadas en una mesa a cincuenta metros de altura, elevada por una gran grúa. La aventura ya había comenzado.
¿Cómo llegamos a esa mesa? Desde esta semana, el centro de entretenimiento Yoy Lima Box Park, en el Jockey Club, inauguró Inkata, una alternativa gastronómica cargada de adrenalina. Todos los martes, miércoles y jueves de este año, la grúa elevará a 22 comensales, a dos reconocidos chefs - Diego Alcántara y José Verano - y a la mencionada sommelier Noceda para catar tres piscos, una mistela y maridarlos con tres platos salados y uno dulce. Como para que ninguno de los cinco sentidos quede relegado.
La experiencia no solo es aérea, también es terrenal. Desde la entrada, la recepción con quesos, jamones y espumantes va acostumbrando al paladar para lo que se viene. En una mesa especial se exhiben los piscos que se cataran en la noche. Cuando estuvimos allí, las estrellas espirituosas fueron las cepas negra criolla, albilla y quebranta de la casa Cholo Matías, fabricados por la tradicional e iqueña familia Grados. Desde la carpa tranquila se ve el atardecer y luego de eso, procedemos a tomar asiento.
Tras asegurarnos en los asientos y recibir la advertencia de no sacarnos los cinturones de seguridad, la grúa que puede cargar hasta 120 toneladas eleva lentamente la mesa de nueve toneladas que ya está puesta. Arriba, el viento y una sensación inicial de vértigo son rápidamente olvidados gracias al buen humor de José Verano, creador del restaurante Tradiciones y quien acompaña al chef Diego Alcántara en la experiencia. “Aquí estoy combinando mis dos pasiones: cocinar y los deportes de aventura”, cuenta un extasiado José. Él, Diego y Mirtha se ubican en el medio de la plataforma, asegurados con un arnés que les permite interactuar con los invitados.
La carta que acompaña las variedades de pisco permiten que exploten los sabores de las bebidas espirituosas. El primer platillo es un hummus de quinua, verduras tibias como beterraga, zapallo y tomates cherry, quienes junto a brotes de culantro y chimichurri permiten conocer lo dulce y fuerte de la cepa negra criolla. El segundo plato es una pequeña porción de pechuga de pollo cocida a 65 grados y por 55 minutos que descansa en un cremoso arroz alverjado y aderezado con un jugo de ají amarillo, hierba buena y cúrcuma. Esa especia es la que inunda la boca y recibe con amabilidad la cepa albilla.
Cuando tocó el turno de la cepa quebranta, acaso la heroína de la noche, esta redactora dejó de tomar apuntes. La culpa fue de la mezcla entre lo frutal de la cepa y la crocante panceta cocida a 85 grados por ocho horas, con crema de papa seca y chocolate al 70%, es decir, una carapulcra intrépida. El cierre perfecto fue con la mistela, ese zumo de uva sin fermentar mezclado con pisco, y con el cremoso de queso caramelizado y bañado en salsa de toffee ácida. “Hemos puesto a prueba nuestra capacidad de adaptación y nos hemos divertido”, dice Diego Alcántara como colofón y resumen de la velada mientras descendemos para envolvernos ahora sí al tráfico infernal, aunque con la placidez de lo vivido.
Datos clave:
Ubicación: Parcela H del Jockey Club en Surco. Se encuentra dentro de las instalaciones de Yoy Lima Box Park.
Fechas: Todos los martes, miércoles y jueves en dos turnos: 6 p.m y 9 p.m. Recomendamos ver desde arriba el atardecer.
Precio: US$135, pero durante el mes de febrero hay un 30% de descuento. Más información en www.inkata.pe.