Obrajillo está en el Municipio de Canta, a tres hora de Lima.
Obrajillo está en el Municipio de Canta, a tres hora de Lima.
Arturo León

Ir a acampar no es decisión sencilla. Se requiere de toda una logística: desde contar, obviamente, con una buena carpa, hasta pensar en cómo solucionar la cuestión del baño. Pasando por el tema de la comida, la ropa, los medicamentos y utensilios de todo tipo que siempre son necesarios para prever cualquier situación.

Existen lugares, sin embargo, donde no todo es así de complicado. En Obrajillo, un pueblo que pertenece al Municipio de Canta, a solo tres horas de Lima (sierra), hay espacios verdes y amplios para acampar que brindan varias facilidades a los aventureros.

En el Camping de la Tía Juana, por ejemplo, es posible alquilar carpa (S/10), colchonetas (S/5), y parrilla (S/5), además de comprar leña (S/7). También venden desde cervezas hasta papel higiénico en la bodeguita que atiende prácticamente las 24 horas del día. Puedes entrar en tu auto y cuadrarlo donde quieras. Otro dato importante: la zona cuenta con baños limpios y de buena calidad.

Pero lo mejor todo no son todos estos facilitadores. El terreno está al pie de la catarata de Lucle, caída de agua que hace todavía más mágico el ya hermoso paisaje que te rodea. Estar ahí, en medio de la nada, sin más sonidos que el que produce la maravillosa cascada, no tiene precio.

Por las noches hace bastante frío. Es indispensable llevar abrigo, mantas, frazadas, chullos, guantes, medias gruesas, etc. Todo lo que sirva para arroparte una vez que se apague la fogata y te metas en el interior de la carpa. Dormir con el sonido del agua es una de las experiencias más relajantes que existen.

En mi viaje a Obrajillo llevé hamburguesas y chorizos. Juntamos –éramos cuatro personas- dos rocas grandes para que sirvan de base del asador que nos alquilaron ahí mismo. ¿Es fácil prender la leña? Sí. No tengo mucha experiencia haciendo parrillas, pero con un poco de petróleo y un pequeñito corte de tela, el fuego surge como si nada. La carne, como diríamos coloquialmente, quedó cañón.

Acampar tan lejos del caos de la capital es también un motivo para recordar aquellas viejas costumbres de quiénes tenemos 30 años o más y ya no las practicamos por la existencia del Smartphone, Netflix y otros inventos tecnológicos del ser humano. Me refiero a contar historias de terror, anécdotas graciosas, jugar a las cartas, a verdad o castigo, patear (o lanzar) una pelota, o simplemente disfrutar de un rato de silencio mirando al cielo, las estrellas. Es el plan perfecto y es muy fácil de hacer.

De sábado para domingo, suficiente. Lo más probable es que la luz natural te despierte temprano y vas a recordar lo lindo que es estar activo (y con energía) desde las 7:00 a.m. Así, te puedes dar un tiempo para visitar el pueblo de Canta, las lagunas que están en la Cordillera La Viuda o gozar de los paisajes que parecen pintados a mano. Por qué no ir a un restaurante, comer trucha a la parrilla o chicharrón con mote, los platos más típicos. No tiene pierde.

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