Descorazonado. Así es como uno se siente cuando se va de la ciudad de las calles empinadas, de la niebla matinal, de las influencias foráneas y, cómo no, del gran puente rojo (que es, en verdad, naranja). El legendario Tony Bennett tiene razón cuando canta lo que se ha convertido ya en el himno de esta entrañable urbe, “I left my heart in San Francisco” (Yo dejé mi corazón en San Francisco): siempre se quiere volver. Inevitablemente, la misma sensación te invadirá una vez que conozcas esta cálida metrópoli enclavada en la mitad de la costa oeste de Estados Unidos. De esto podría apostarte una carrera sobre el Golden Gate, el puente más famoso del mundo.
Seguramente el desafío no será necesario. En San Francisco hay tantas escenas cotidianas y extraordinarias por respirar y vivir que el enamoramiento con este tesoro californiano será instantáneo. Hazte la idea: allí utilizarás toda la tarjeta de memoria de la cámara o mucho espacio de tu Smartphone. Y tenlo bien claro: al regresar serás confundido con el (la) portavoz de la Dirección de Turismo de la ciudad, porque no podrás dejar de hablar de ella.
LOS IMPERDIBLES
El primero de los destinos de San Francisco a visitar es precisamente el puente. Cruzar el Golden Gate no es simplemente algo que se tiene que hacer; es una responsabilidad con el espíritu de la aventura. Sí, sobre todo si se hace a pie o en bicicleta. Estas dos son las alternativas más emocionantes. Nada como ver el inquieto Pacífico, a un lado, y la briosa bahía de San Francisco, del otro. Nada como estar en medio del agua desde tan alto. ¿Que si vibra? Muy poco. Terminado de construir en 1937, el viaducto ha soportado incontables terremotos y semanas de vientos huracanados, así que no hay por qué preocuparse. Crúzalo. Contarás la vivencia por años.
Y a ese recuerdo podrás agregarle el siguiente: Alcatraz, la prisión más célebre del planeta. Lejos de ser una experiencia oscura, lo que atrapa aquí es la fascinante historia de esta pequeña isla acorralada en medio de la bahía. Tras fungir como fuerte militar durante el siglo XIX, ‘La Roca’ se convirtió en una penitenciaría que fue cerrada en 1963 y que recluyó a criminales de la talla de Al Capone. Allí son los mismos presos quienes, a través de audios, narran cómo era la vida en una impenetrable cárcel de la que solo cinco personas lograron escapar. Relatos tan cautivantes pueden explicar los más de un millón de visitantes que esta tiene al año.
De otra condición hay que estar seguro cuando se está en San Francisco: uno va a sacar piernas. Y no solo por las demandantes pero encantadoras calles incrustadas en subidas y bajadas, sino por las largas caminatas que provoca hacer por sus interesantes espacios abiertos. Fisherman’s Wharf es uno de ellos. De cara a la bahía, aquí se puede ver, oír y oler la ciudad a través de varias cuadras de tiendas únicas, artistas callejeros y elegantes restaurantes. Si hay tiempo, es un deber entrar al acuario e ir al Muelle 39 a comprar souvenirs y a darle de comer a los lobos de mar.
Pero si hay otros músculos que se ejercitan en una de las ciudades más caras de EE.UU., esos son los de la muñeca. La tarjeta de crédito tiene la culpa. Y es que ante una oferta tan exquisita, uno no puede hacer más que dejar la preocupación de las cuentas para el retorno a casa y tender una alfombra roja para que desfilen los antojos y gustos a punto de ser satisfechos. El mejor lugar para hacerlo: Union Square, en el Downtown. Zara, Donna Karan, Michael Kors y Giorgio Armani probablemente te endeudarán, pero vaya que te harán feliz.
HERENCIAS QUE ACOGEN
No obstante la emoción, la leyenda, el entretenimiento y las compras, la ciudad donde siempre se termina dejando el corazón posee una fascinante particularidad, pese a ser una moderna metrópoli: tiene alma de pueblo. Un espíritu singularmente generado por la fusión de culturas que allí convergen. Es curioso. Uno no siente lo mismo en urbes que podrían parecer similares como Nueva York. Es curioso y deslumbrante.
Esa familiaridad se percibe en todas partes, pero más en los barrios. Y de ellos, ninguno más vivo que Chinatown, el área que congrega a la colonia china más grande que existe fuera de ese país, el lugar que le invita las galletas de la fortuna al mundo (sí, el dulce se creó en San Francisco). Allí las lámparas redondas de papel se mueven al vaivén del aroma de los dim sum (desayunos chinos), mientras uno camina impresionado, esquivando gente, carretillas y aburrimiento.
La misma comodidad se siente en North Beach, una distinguida zona rica en herencia italiana, en The Mission, el distrito latino de afamados murales que evidencian tradiciones mexicanas, en Hayes Valley, con sus boutiques europeas, o en Little Saigon, con sus restaurantes vietnamitas. La misma acogida, pero con diferentes banderas.
Lo mejor de todo es que uno puede ver flamear cada una de ellas montado en los más románticos tranvías estadounidenses. Considerados símbolos nacionales, estos ascienden y descienden por las calles de San Francisco desde finales del siglo XIX, como diría Tony Bennett en su canción, llevando gente a camino y medio de las estrellas. El viaje cuesta solo 2,25 dólares.//
GASTRONOMÍA PRIVILEGIADA
Con tanta influencia foránea, San Francisco es reconocida como una de las ciudades poseedoras de la mejor gastronomía de Estados Unidos. Comer rico es posible, principalmente, por la frescura de los recursos que más tiene a la mano: pescados y mariscos. Todas las cartas en la urbe consignan platos en base a ellos, aunque con distintos aderezos.
Pero si lo que busca son otros sabores, siga su olfato hasta Chinatown, North Beach y South of the Market Street.
SEPA MÁS
- La mejor época para visitar la ciudad es de setiembre a noviembre.
- La oferta en cuanto a alojamiento es variada. Los precios son más altos a medida que los hoteles estén más cerca del centro, pero también pueden hallarse buenos hospedajes y hostales en los barrios.
- Existe todo un debate en torno a cuál es el mejor ángulo para ver el Golden Gate Bridge. Véalo desde el extremo sur, en Fort Point. Nos dará la razón.
- La zona de El Castro alberga a la comunidad gay más grande del mundo. La actividad allí es básicamente comercial.